Lunes sin pena ni gloria

Los lunes al sol | Crítica

Lo mejor de la adaptación de la película de Fernando León de Aranoa, sin lugar a dudas, es el equipo de intérpretes

Musical para muy amig@s

Un momento de 'Los lunes al sol'.
Un momento de 'Los lunes al sol'. / IMAE

La ficha

**** Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa e Ignacio del Moral. Reparto: Mónica Asencio, Marcial Álvarez, José Luis Torrijo, Fernando Cayo, Fermi Herrero, Fernando Huesca, César Sánchez, Lidia Navarro. Adaptación: Ignacio del Moral y Javier Hernández-Simón. Dirección: Javier Hernández-Simón. Fecha: Sábado, 7 de junio. Lugar: Gran Teatro. 2/3 de entrada.

Con los ecos del Mayo Festivo apagados, superada la resaca post-feria y afrontando el primer sábado de junio con las temperaturas propias del largo verano que llega, el público cordobés no faltó a su cita en el Gran Teatro y completó su aforo para ver la adaptación a teatro de Los lunes al sol.

El cierre de un astillero en Vigo y el consecuente despido de sus 200 trabajadores se convierte en el punto de no retorno de los protagonistas de esta historia. Pasan los años y cada cual afronta el presente de forma diferente: quienes invirtieron la indemnización abriendo un negocio (Rico con su taberna) o consiguieron trabajo en otra empresa (Reina) son la cara de la moneda. La cruz representa al resto que aún no encuentra empleo (Lino y Jose), el que se continúa con su protesta estéril ante la injusticia del sistema (Santa) o, por último, el que por su edad y carácter ha sido incapaz de adaptarse y la adicción al alcohol lo desintegra (Amador). Un collage de múltiples retratos similares a circunstancias que nos tocan de cerca. Entre quintos de cerveza en la tasca de Rico comparten sus bromas socarronas, pero también su indignación, frustración y miedo a no reconocerse en el espejo como los hombres que una vez fueron.

Ignacio del Moral y Javier Hernández-Simón se encargan de adaptar al teatro la película de Fernando León de Aranoa y son muy conscientes que el lenguaje escénico precisa de privilegiar palabra sobre imagen, ofreciendo un texto que capta la esencia de la historia a la perfección nutriéndose con diálogos cargados de realismo. La escena fija se transforma hábilmente en diferentes espacios sin necesidad de cambios salvo la luz o algún efecto sonoro, hecho que favorece el desarrollo dinámico del espectáculo.

Lo mejor, sin lugar a dudas, es el equipo de intérpretes que actúa sobre las tablas. Fernando Cayo, Fermi Herrero, Fernando Huesca, César Sánchez, Marcial Álvarez y José Luis Torrijo dan una lección de saber estar, aportando enormes dosis de humanidad a sus roles con la generosidad que necesita un montaje tan colectivo. Mónica Asencio (Ana) y Lidia Navarro (Nata) realizan a la perfección sus papeles de esposa sacrificada e hija valiente ofreciendo el contrapunto idóneo para revelarnos el drama en su dimensión familiar. Una exquisitez de espectáculo que reconoció el público y supo agradecer con un aplauso largo al finalizar la función.

¿Cuáles son pilares que sostienen nuestra identidad? ¿Hasta qué punto pierde valor la existencia si somos devorados por las fauces de un ERTE o (aún peor) un ERE? Con la llegada de este nuevo milenio repleto de crisis mundiales gobiernos, medios de comunicación y redes no cejan en su empeño de inculcar a la sociedad conceptos tan positivos como “resiliencia” para domesticar nuestra indignación ante tantas injusticias. Me gustaría saber cómo explicar a un padre o madre cómo ser resiliente cuando el salario apenas sirve para cubrir gastos de hipoteca o alquiler y hay que llenar la olla todos los días. Por desgracia, el sol del lunes brilla distinto para la mayoría.

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