Una generación trabajadora que sueña con asentarse en Córdoba
Los cordobeses nacidos en el 2000 aprecian el desarrollo de una ciudad cada vez más abierta y piden mejores servicios y más oportunidades laborales
Especial 25 años de El Día de Córdoba
Casi 8.000 personas nacieron en Córdoba el mismo año en el que se fundó El Día de Córdoba (según el INE). Desde entonces, los jóvenes del año 2000 han acompañado, con menor o mayor grado de conciencia, el crecimiento de este periódico referente en la provincia. Al igual que el equipo de redacción, estas personas, ya adultas, han vivido el avance de Córdoba en este siglo. Cambios políticos, crisis económicas, nuevas infraestructuras, una pandemia… Entre suceso y suceso, la ciudad se ha desarrollado. Algunos jóvenes la viven en la cotidianidad, otros, en cambio, partieron hace tiempo en busca de nuevos proyectos.
Hay quienes, como Alicia Hernández, tuvieron que pasar varios años lejos de Córdoba para comprender lo importante que es esta ciudad para su vida. “No tenía un gran apego por Córdoba cuando me tuve que ir a vivir a Cataluña, pero allí me di cuenta de lo que me gusta Córdoba, es la ciudad que más equilibrio tiene entre turismo y calidad de vida”, señala la joven de 25 años, quien, viviendo ya en territorio califa, ha aprendido a apreciar “la calidad de vida” y la “tranquilidad y comodidad” de sus calles y plazas.
“Solo le falta la playa para ser perfecta”, añade Alicia, quien desea a toda costa “formar una familia y vivir en Córdoba” en el futuro. Y eso que actualmente se está preparando la oposición de Educación Primaria para presentarse próximamente en Madrid, ya que “Andalucía es la comunidad que más ratio tiene de opositores por plaza”, lo que le complica alcanzar su sueño en su tierra al menos a corto plazo.
Aunque sus estudios y trabajos esporádicos en campamentos y cursos formativos no le permiten tener mucho tiempo libre, Alicia sí que aprovecha para salir por Córdoba con sus amigos siempre que puede. El ocio disponible le parece suficiente y cree que la ciudad “está más modernizada en establecimientos”, además, valora mucho “que haya diferentes formas de vestir y sea algo que se ve por la calle, no como antes que todos iban iguales”. Eso sí, la joven echa en falta “que haya sitios más alternativos de encuentro” y cree que “Córdoba tiene mucho potencial y, pese a eso, está algo descuidada, ahí podría mejorar”.
Marta Aguayo, que lleva toda su vida viviendo en Córdoba, también es opositora nacida en el año 2000. Su meta es ser inspectora de Policía Nacional, por eso pasa la mayor parte de su tiempo entre su casa y la biblioteca estudiando y entrenando en un club de crossfit o en la pista de atletismo del campus de Rabanales. A Marta le vendría muy bien que las bibliotecas tuviesen un horario de apertura más amplio, pues “cierran como muy tarde a las 21:00 y en verano solo abren por las mañanas, menos la Central que está petada”, comenta. Si cumple su objetivo de entrar en el Cuerpo, tiene claro que le gustaría “vivir en Córdoba, pero dentro de muchos años porque aquí hay pocas plazas”.
“Es una ciudad muy tranquila, sin apenas ruido y se llega muy rápido a cualquier sitio. En verano se para la ciudad, pero están trayendo más conciertos y abriendo más sitios, por lo que está mejorando”, destaca la joven cordobesa, a quien le gustaría también que hubiese “más sitios de ocio nocturno que no sean locales de discoteca”. Además de estudiantes, también hay quienes tienen la suerte de trabajar viviendo en su ciudad. Es el caso de Jaime Córdoba, vecino de Campo de la Verdad e ingeniero eléctrico y electrónico industrial. Actualmente, ejerce su profesión mediante teletrabajo desde su ciudad en el departamento de digitalización de una empresa cordobesa internacional con sede en Sevilla.
Además de trabajar, Jaime está estudiando una especialización para “avanzar profesionalmente y tener mejores las condiciones laborales”. Y es que, uno de los mayores problemas que le ve a Córdoba es que la ciudad “tiene poco trabajo incluso para los ingenieros, o lo tiene pero con sueldos bajos”. La industria está “fuera de la ciudad, en pueblos la mayoría o en otras capitales como Sevilla, Málaga y Madrid”. Por eso este joven cordobés de 25 años es consciente de que, aunque le gustaría hacer su vida en Córdoba y comprar aquí una vivienda, tendrá que abandonar su tierra algún día, ya que “para ahorrar lo suficiente hay que irse al extranjero o a otra ciudad por necesidad”.
“Con mi sueldo no me puedo independizar, los alquileres están muy caros y para la entrada de un piso te piden mucho, es mi mayor preocupación con diferencia. En Córdoba no estamos tan mal con el precio de los pisos como otras grandes ciudades, pero los sueldos son bajos”, añade Jaime, quien está encantado con una ciudad que “cada vez tiene más variedad de sitios”, aunque sí que “limpiaría el río, que está muy sucio” y, además, ruega por favor “que llegue ya un restaurante coreano a la ciudad”. Muy importante también su insistencia en que “las administraciones intervengan en la desigualdad que hay en Las Palmeras, Polígono Guadalquivir o Las Moreras”, barrios que están “entre los más pobres de España y Europa”.
Hay quienes, como Vris, consideran que la gran asignatura pendiente de Córdoba es el calor, que “se está volviendo insoportable, sobre todo en verano porque todo es un secarral sin un árbol ni una sombra”. Por eso Vris, también del año 2000, propone “que se plante más vegetación y árboles por todas las zonas”. Vris actualmente oposita para ser Psicólogo Interno Residente (PIR) y le gustaría “vivir en Córdoba lo máximo posible”, aunque tiene intención de mudarse fuera en un futuro, “no por Córdoba, sino por gusto personal”. Eso sí, teme que “a los 35 años haya que seguir pagando 600 euros por una habitación, es el camino por el que va toda España”.
A pesar de que le preocupen los altos precios en materia de vivienda, por ahora vive en Córdoba centrado en estudiar y en las artes marciales, su hobby. Sin mucho tiempo para el ocio, a Vris le encantaría que “en la ciudad haya ocio más allá de los bares, más sitios alternativos de videojuegos o juegos de billares, bolos o rocódromos”. Al menos considera “que ahora la ciudad está más abierta y atrayendo conciertos y planes diferentes a quedar en bares”, además de “citas culturales como la Noche del Patrimonio o todos los museos y fiestas que hay”.Esa apertura al mundo ha permitido también que el colectivo LGTBI sea cada vez más respetado en la ciudad. Así lo ve Vris, quien, como persona no binaria, reconoce que “poco a poco va mejorando”, aunque lamenta que “en Córdoba, por el mero hecho de tener el pelo de color, te miran mal o te hacen comentarios. Casi todas las noches alguien me hace algún comentario de mal gusto, pero lo bueno es que al final encuentras un grupo que te respeta porque hay de todo en esta ciudad”, añade Vris, convencido del progreso de la sociedad hacia el respeto y la integración de todas las personas.
Más allá de las fronteras
Cordobeses por España hay miles. Juan Gutiérrez, como muchos, vive en Madrid desde hace tres años. A sus 25 años, es teniente en la brigada paracaidista de Paracuellos de Jarama y, aunque vuelve con frecuencia a su ciudad, está deseando “hacer vida” en su tierra. Este joven cordobés lamenta que “cada vez más amigos se marchan de Córdoba, sobre todo quienes empiezan a entrar al mundo laboral. No hay oportunidades, y si las hay, están mal pagadas. Es una pena, pues para vivir es una ciudad ideal, pero el foco económico es la hostelería y no la industria”, comenta Juan, quien agradece desde la distancia “que Córdoba se esté modernizando y, por ejemplo, en restauración, abran más cocinas además de las clásicas tabernas”.
Cada fin de semana o festivo que Juan viaja a Córdoba, lo que más echa de menos es “que se fomenta poco el deporte”: “Vas a otras ciudades y hay parques grandes con pistas de fútbol y baloncesto, zonas para correr, parques de calistenia... En Córdoba las opciones son limitadas y el mantenimiento es bajo”, reivindica Juan desde Madrid. Todavía más lejos, en Barcelona, se encuentra Manu Ayllón. Allí lleva unos meses estudiando un doctorado para investigar con inteligencia artificial terapias basadas en ARN. Dos años estuvo antes viviendo en Utrecht (Países Bajos), donde estudió un máster. Por tanto, lleva tres años lejos de su Córdoba.
“Me gustaría volver, pero es complicado porque nadie ha creado allí nada de a lo que me dedico. Me lo intentaría llevar algún día a Córdoba, pero ahora es imposible. Hay trabajos allí, pero son los que hay en todos sitios: derecho, medicina, hostelería… la industria tecnológica es escasa y debería haber más inversión. Hay muchos terrenos libres como la zona de Rabanales que serían perfectos para desarrollar este tipo de empleo más moderno”, explica el cordobés de 25 años, quien, tras vivir en Holanda y Barcelona, lo que más valora de Córdoba “es que el incremento del precio de la vivienda se está defendiendo, allí, al menos, nadie se queda sin piso ”.
Lo que más le gusta a Manu de su ciudad natal es, sin duda, que “tiene muchos paseos, es muy fácil andar por ella y tiene la montaña muy cerca y muchos pueblos bonitos alrededor”. A Ana Rodríguez también le apasiona el campo, todavía más la caza, y por eso le da mucho valor a “tener la sierra cerca, la calidad de vida y vivir sin el estrés de una gran capital”. A sus 25 años e ingeniera agrónoma por la UCO, sin embargo, está a kilómetros de su tierra natal, ya que trabaja en Bélgica en la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja).
Ana lamenta que “haya que marchase fuera si quieres desarrollarte laboralmente”, y eso que su ingeniería en la UCO tiene “100% de empleabilidad”, pero “falta empleo de calidad” en la provincia. Pese a todo, espera volver cuando antes a Córdoba. Y le encantaría hacerlo con un vuelo directo Córdoba-Bruselas, aprovechando “que el aeropuerto se está abriendo al mundo”. Mejores conexiones que van unidas a “las mejoras en la ciudad, cada vez con más oferta cultural, más vivienda y más moderna e innovadora conservando sus tradiciones y sus fiestas y abierta a todo el mundo”, incluida “la Semana Santa, que acertó cambiando la carrera oficial a la Mezquita-Catedral”.
Un destino internacional muy común entre los cordobeses es Dublín (Irlanda). Allí hay muchos que, como Adrián Cárdenas, se van una temporada para conseguir ahorros. En el caso del este joven de 25 años, se marchó para vivir con su novia, que trabaja en el país irlandés en una escuela infantil. Una lesión de rodilla le apartó momentáneamente de su oposición a Policía Nacional, por lo que se marchó a Irlanda para recuperarse mientras trabaja en una fábrica de tejido: “Aquí te dan oportunidades que no las tienes en España, donde si no tienes carrera vas a trabajar en hostelería bajo unas condiciones pésimas”, explica Adrián.
“Uno no sale del país porque quiere. Si esta oportunidad la dieran en Córdoba, volvería sin pensarlo porque la ciudad es óptima, tiene mucho patrimonio, mucho turismo y en los últimos años está incrementando su oferta de ocio”, señala Adrián. Como él, son miles los jóvenes cordobeses que, todavía con apenas 25 años, tienen la esperanza de que Córdoba continúe con su desarrollo hacia una ciudad más internacional, moderna, accesible, acogedora y con industria generadora de empleo que ofrezca mejores condiciones laborales.