Cruz Conde, 12

Un fracaso social que avergüenza

  • Cáritas toca techo en el número de ayudas y atiende a unas 20.000 familias en Córdoba durante el último año 2018, a unas 60.000 personas, la misma cifra que en 2017

Presentación de la Campaña del Corpus Christi, Día de la Caridad, y la Memoria 2018 de Cáritas

Presentación de la Campaña del Corpus Christi, Día de la Caridad, y la Memoria 2018 de Cáritas / Juan Ayala

HACE unos años escuché a un político en rueda de prensa defender que la crisis era ya historia en Córdoba, que la creación de puestos de trabajo con su partido en el Gobierno iba a ser una realidad. Se dice el pecado, pero no el pecador en este caso, por lo que no voy a revelar qué político fue ni de qué partido era. Qué más da, cuando se trata de hacer demagogia da igual el color.

Obviamente, ese político, como ocurre con otros muchos, desconocía realmente lo que ha significado la crisis y todavía significa para muchas familias, las vidas que ha destrozado. Porque si de verdad hemos salido de la crisis, como él afirmaba, hemos salido muy mal y con graves secuelas. Y por desgracia poco han ayudado las distintas medidas políticas de unos y de otros a la hora de paliarlo. Puede ser cierto que ahora, y no cuando lo afirmaba el político, los datos económicos hayan mejorado, pero es muy preocupante que el director de Cáritas en Córdoba, Salvador Ruiz, haya informado de que la entidad eclesiástica ha tocado techo, que durante el pasado año 2018 atendió a unas 20.000 familias –a unas 60.000 personas, la misma cifra que en 2017– y que, lejos de descender, estas cifras ponen de manifiesto que la pobreza sigue enquistada en Córdoba.

Ruiz defendió que la pobreza se hereda y que es difícil que puedan salir de ella –y de la exclusión que conlleva– los hijos de familias que la sufren y sobre todos los de aquellas familias que residen en esos barrios de Córdoba que año a año encabezan las listas de las zonas más pobres de España –Las Palmeras, Las Moreras, el Distrito Sur y el barrio del Guadalquivir–.

Esas demagógicas palabras del político de turno seguro que le hicieron mucha gracia –cuando las escucharon por la televisión o por la radio– a algunos de los integrantes de esas otras familias que viven una pobreza vergonzante en barrios de clase media de Córdoba como Ciudad Jardín o Levante, familias que incluso trabajando no llegan a fin de mes porque quienes de ellas tienen un empleo cobran un sueldo indigno del siglo XXI en un país que se dice desarrollado.

Sí, hay pobreza vergonzante, oculta, en mucho de los barrios de Córdoba, donde los vecinos no saben que la familia que vive arriba o abajo no tiene para comer o para pagar las facturas. Como defendía el director de Cáritas en Córdoba, la crisis que hemos sufrido no ha sido sólo económica, sino de modelo, y es necesario cambiar ese modelo. “Vivimos en un sistema que no sitúa en el centro de su razón de ser a la persona, y ese es el problema de fondo”, insistía. Y lleva muchísima razón. Deberían ponerse las pilas de una vez las distintas administraciones –a las que sería injusto echarle la culpa de que se haya llegado a esta situación, porque en la medida de sus posibilidades han hecho o intentado hacer todo lo que han podido o han sabido para intentar coger este difícil toro por los cuernos–. Por cierto, la tan prometida marcha atrás de la reforma laboral por parte de Pedro Sánchez duerme de momento el sueño de los justos.

Señores políticos, los menores en situación de exclusión social, por ejemplo, serán adultos pobres y las administraciones públicas no deberían permitirlo. Pónganse de acuerdo con quien tengan que ponerse y, como desde Cáritas defienden, “hagan realidad esos planes integrales que saquen a los barrios pobres de la exclusión”. Sería un primer gran paso.

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