Córdoba

La física y química de los Patios

  • Los recintos suponen un método de refresco para las casas que no necesitan tan siquiera el aire acondicionado si los métodos de cuidado son los adecuados

Hace muchos años, cuando la vida que hoy se conoce se estaba fraguando, se originaron unos microorganismos que se dieron cuenta de que era mejor albergar en su interior a otros bichitos más pequeños y verdes, de los que solían alimentarse. De esta manera se beneficiaban ambos: el mayor, aportando protección y los más pequeños, alimento; ya que estos últimos habían logrado descubrir ni más ni menos que la fotosíntesis. Es lo que se llama en biología endosimbiosis y desde aquel preciso instante se forjó una de las colaboraciones que han determinado la vida en nuestro planeta: aparecieron las primeras plantas.

Esta teoría recuerda a las primeras civilizaciones del Neolítico que vivían en climas secos y cálidos que incluyeron en la arquitectura de sus viviendas dentro del patio interior, junto al pozo o fuente, vegetales con la capacidad de transformar el agua en frescura. Este tipo de vivienda fue extendida por griegos y romanos en todo el Mediterráneo, mientras que los árabes la perfeccionaron siglos después incluyendo nuevos elementos arquitectónicos. Han pasado muchos años desde entonces y hasta el siglo pasado se ha copiado y mejorado esta arquitectura y jardinería. Y así, los Patios de Córdoba son el mejor ejemplo. Los valores espirituales del patio cordobés son ya reconocidos a escala mundial con su declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Sin embargo, las razones que forjaron esta alianza empezaron a ser olvidadas desde el día que se empezó a controlar el clima de las viviendas con solo pulsar el botón del mando del aire acondicionado.

Esta capacidad que tienen las plantas para refrescar el ambiente no es ningún misterio, se trata de física elemental. En concreto son 585 kilocalorías (a 20 grados) de calor las que un vegetal retira de la atmósfera por cada litro de agua que evapora a través de sus hojas, disminuyendo la temperatura del ambiente. En un recinto parcialmente cerrado y controlado, como es un patio, este sencillo proceso físico crea una bolsa de frescor durante las calurosas tardes del verano cordobés, que aísla la vivienda y que se rompe en cuanto se abren las ventanas interiores. Entonces el aire fresco cargado de esencias fluye hacia las habitaciones para refrescarlas, continuando toda la noche una brisa interior.

El agua en cualquiera de sus estados, es un elemento muy singular. Algunas de sus propiedades pasan desapercibidas. Una de ellas es el denominado "calor latente de vaporización". Para evaporar un litro de agua a 20 grados son necesarias 585 kilocalorías. Para evaporar agua no es necesario llevarla a ebullición, es un proceso que se desencadena con solo poner en contacto la superficie del agua con una atmósfera seca. Las moléculas de agua atrapan el calor del entorno y se transforma en vapor, enfriando todo lo que está a su alrededor. Así es como funciona un botijo. Es un proceso que depende de muchos factores, los más importantes son la temperatura ambiente, velocidad del viento y humedad relativa.

De esta propiedad del agua se han aprovechado muchos seres vivos. Las plantas consiguen refrigerarse y mantenerse en el rango de temperatura donde es posible realizar la fotosíntesis y, para ello, usan ni más ni menos que el 99% del agua que consumen. La fisiología del hombre también usa este mecanismo, y de hecho es un distintivo, ya que la transpiración se realiza en la propia piel, algo poco habitual entre mamíferos.

Y no sólo los seres vivos individualmente usan esta propiedad, también lo hacen los ecosistemas, los cultivos, los jardines. Un fresno adulto y sano, es capaz de transpirar 300 litros de agua al día. Cien hectáreas de bosque sano y maduro de fresno tienen el poder de refrigeración equivalente a la potencia de una central térmica como la de Puente Nuevo de Córdoba. ¿Un derroche o una bendición? A escala global la evapotranspiración es uno de los procesos de intercambio de energía más importante de nuestro planeta.

Por supuesto, esta capacidad está sujeta a un rango amplio de variación y es dependiente de multitud de factores, alcanzando máximos en zonas de climas secos y cálidos como la región subcontinental de Andalucía. Uno de los factores de variación es el tipo de planta. Los árboles suelen ser los vegetales que logran mayores índices de transpiración, ya que exploran mayor espacio, tanto de atmósfera como de suelo. La elección de especie es muy importante, y aunque las condiciones del lugar le sean apropiadas no todos causan el efecto deseado sobre el microclima. En el caso de ser la especie apropiada para el lugar y objetivo que perseguimos, refrescar, la capacidad de refrigeración de un árbol es óptima, ya que la atmósfera se enfría a varios metros sobre el nivel del suelo y se desploma fría a sus pies. Este efecto convierte a los bosques de ribera y jardines arbolados, correctamente regados, no en el pulmón de una ciudad como se suele decir, sino en su piel.

No obstante, este efecto sólo empieza a ser apreciado cuando disponemos de un volumen apropiado de plantas y agua suficiente. Es necesaria una masa crítica de vegetación correctamente regada para transformar el microclima de un lugar, y para ello son muchos los elementos que contribuyen a potenciarlo: firmes que infiltran el agua de la lluvia, árboles de buen porte en las calles y podas no agresivas, alcornoques amplios y no asfixiantes, riego controlado, pequeños jardines intercalados, cinturones verdes en los alrededores de la ciudad, cultivos regados, huertos urbanos, huertos en rodeos, tejados verdes, fachadas verdes, grandes jardines, avenidas arboladas y mucho más. El control del riego no sólo tiene importancia por la cantidad, sino también por la frecuencia y hora del día. Así un riego en el crepúsculo del atardecer, es menos eficiente desde el punto de vista del ahorro del agua, pero hace descender rápidamente la temperatura, consiguiendo mayores tasas de enfriamiento en los alrededores.

En el caso de los patios de Córdoba esta masa crítica es relativamente pequeña, ya que la confinación entre paredes permite que el efecto refrescante no se diluya. Esto les otorga un funcionamiento autónomo y menos dependiente del clima general de la ciudad. Sin embargo, a pesar de la importancia que los elementos vegetales y zonas verdes tienen en el clima urbano, este instrumento no es considerado en el ordenamiento de la ciudad y apenas estudiado de forma seria, mientras que muchas viviendas incluyen patios en su arquitectura, pero desprovisto de plantas y puntos de agua, precisamente el motor bioclimático que hacer funcionar este sistema. Como en el Molino del Olvido de Gilbert Garcin, el progreso en esta ocasión ha actuado como el alzhéimer de la sociedad.

Y aún no se ha hablado de cambio climático. Según las prospectivas realizadas para Andalucía en el documento Clima de Andalucía del siglo XXI elaborado por la Red de Información Ambiental de Andalucía (Rediam), de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, los escenarios de cambio climático estiman que la temperatura media aumentará entre dos y cuatro grados, y que la mayor parte de este incremento recaerá sobre las estaciones de primavera y verano. Algunos estudios vaticinan que la tasa de refrigeración en regiones como la capital de Córdoba aumentará a finales del presente siglo del 85,8% en el peor de los escenarios y al 39,7% en la situación más optimista. La disminución de la precipitación también será la tónica generalizada para buena parte de Andalucía, todo un dilema añadido al discurso aquí presentado.

Esta lectura va en contra de muchas posiciones afianzadas sobre los principios en el ahorro del agua y la sostenibilidad. Sin embargo, la reflexión está servida. Se hacen ciudades con jardines sostenibles, entendiendo estos como zonas con bajo consumo de agua, un recurso local, renovable y no contaminante, mientras que la gente se encierra en sus viviendas y conectan el aire acondicionado que funciona con electricidad, energía basada hasta el momento en un alto porcentaje de recursos no renovables, contaminantes, y que debemos importar.

La tesis es que este es un camino que revierte de manera perversa sobre la propia ciudad acentuando el efecto Isla de Calor. Las implicaciones sobre otros factores y sectores como movilidad, calidad de vida o turismo, son directas, y el incremento de la tasa de horas de refrigeración por el cambio climático un sobrecoste insoportable para muchos hogares. Y es que el concepto de sostenibilidad debe tratarse en el conjunto de una sociedad y no por partes.

Afortunadamente los hechos van por delante de este discurso, y los sistemas pasivos y naturales de enfriamiento, entre ellos los basados en las plantas y el riego, son una realidad del pasado, que empiezan a abrirse camino en nuestra sociedad como un instrumento con amplio recorrido para la investigación tecnológica. Más que una opción retrógrada, se trata de una herramienta que en algún momento quedó olvidada y que ahora nace con fuerza. Jardines verticales, cubiertas y estructuras verdes, jardines microclimáticos, aire acondicionado vegetal y jardines interiores, son diferentes opciones que vienen de la mano de la jardinería y paisajismo y que han llegado para quedarse.

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