Finuras del Barroco
Trompicávalas amor | Crítica de música
La ficha
***** Trompicávalas amor. Programa: Juan Hidalgo, Trompicávalas Amor, La noche tenebrosa, Esperar, sentir, morir. Claudio Monteverdi, Quel sguardo sdegnosetto, La violetta ch’en su l’erbetta. Anónimo, Folías de España (col. de Martín y Coll), Tanta Copia de Hermosura. Girolamo Frescobaldi, Se l’aura spira. Giacomo Carissimi, Non posso vivere. Giacomo Antonio Perti, Sperar io non dovrei. Bernardo Pasquini, Bella bocca. Francesco Paolo Supriano, Amoroso & Allegro de la Sinfonía a cello solo. Alessandro Scarlatti, Largo & Allegretto de la Sonata Nº 1 en re menor para violoncello y bajo continuo, Toglietemi la vita ancor, La speranza. Le violette. Antonio de Cabezón, El Canto del Cavallero, Pavana con sus glossas. Tenor: Pablo García-Lopez. Clavecín: Ignacio Prego. Violonchelo barroco: Josetxu Obregón. Fecha: 31 de noviembre de 2025. Lugar: Teatro Góngora. Tres cuartos de entrada.
Trompicávalas amor es un aria (un tono humano, se decía en España) de la zarzuela Los celos hacen estrellas sobre las traviesas bromas que el dios Amor (Cupido) impone a las muchachas, haciéndolas tropezar y enredarse (trompicar) con todos los atributos del sentimiento: celos, ardores y decepciones. También es una joya del Barroco español que encapsula todo el ingenio de su autor, Juan Hidalgo de Polanco (1614-1685), su dominio de la música vocal, y su fascinación a partes iguales por los ritmos populares españoles y las arias italianas, mundos que logró fundir con un arte sin igual. Por ello, se trata de un excelente título para un recital como el que pasamos a comentar. Adelantemos que no había programa de mano (¡!), censurable aspecto que dificulta la certeza de que el programa consignado arriba sea exacto.
Aunque no hay constancia de que Hidalgo estuviera en Italia, la propuesta de Pablo García-López, Ignacio Prego y Josetxu Obregón que pudimos disfrutar ayer en el Teatro Góngora juega con la idea, apuntalada por dos hermosos breves textos recitados por García-López, de un viaje del compositor a Venecia y un regreso con un botín cultural: tornaviaje. La idea comporta algo así como un tríptico que comienza y acaba en España enmarcando una tabla central italiana.
El tenor Pablo García-López sorprendió con interpretaciones brillantes e inteligentes que mostraban una comprensión exquisita del repertorio. Estuvo muy convincente tanto en los pasajes chispeantes imbuidos de lo popular (Trompicávalas Amor, Quel sguardo sdegnosetto, Se l’aura spira…) como en las arias de mayor lirismo. Especial mención merece su Esperar, sentir, morir, tono humano de la zarzuela Ícaro y Dédalo, que establece los cuatro estados del alma del amante, sugiriendo que la esperanza, el sentimiento y la adoración están intrínsecamente ligados al dolor y a una especie de muerte emocional, afectos todos ellos magistralmente expresados por Pablo García-Lopez y sus acompañantes.
Los acompañantes eran de lujo. El chelista Josetxu Obregón mostró con creces su dominio del estilo y una muy personal expresividad; tanto en la ejecución del bajo continuo como en los interludios en los que esbozaba fragmentos de la línea del canto, como también en sus dos intervenciones solistas, especialmente en la segunda.
El clavecinista Ignacio Prego literalmente fascinó. Su seguridad técnica y su buen gusto ornamentando creaban sutiles filigranas que subrayaban y ejemplificaban compás a compás las bellísimas finuras barrocas que los tres músicos dibujaban en el escenario.
Antes de la propina, Pablo García-López recalcó la importancia cultural de programar más a menudo estos repertorios menos trillados. Ojalá contemos pronto con una temporada regular y estable de música de cámara en el Teatro Góngora que palie esa carencia.
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