El filósofo Michael Marder en Flora: "La vida, tanto individual como colectiva, solo es posible si es vegetal"

Los más puristas de Flora han aprovechado este 24 de octubre, día de San Rafael en Córdoba, para escuchar la conferencia epistemológica del filósofo canadiense Michael Marder, titulada Vegetalizar la inteligencia, en la Facultad de Filosofía y Letras.

Marder, reputado profesor en la Universidad del País Vasco, ha tenido la difícil tarea de sustituir al botánico italiano Stefano Mancuso, una de las máximas autoridades de neurobiología vegetal en el mundo, para impartir la masterclass con la que trataría de explicar el sentido de la temática escogida por la organización en la sexta edición del festival: la inteligencia de las plantas.

"¿Qué es lo que pensamos normalmente cuando hablamos de inteligencia? Pensamos en el coeficiente intelectual y últimamente también hay muchísimos debates alrededor de la Inteligencia Artificial, de sus riesgos y sus cosas prometedoras, pero olvidamos las formas de vida como forma de inteligencia: la inteligencia biológica", ha partido el planteamiento del filósofo.

Marder ha desmontado rápidamente esa concepción generalizada que denominó como "el modelo computacional de la inteligencia" y que funciona como "una infraestructura cibernética en la que la información y los datos nos entran a una especia de caja negra, en la que pasa algo que no conocemos bien y después están los resultados". En contra de ese proceso interior de la inteligencia, como una propiedad exclusivamente humana o animal, el filósofo ha subrayado la idea de cómo los organismos se relacionan con el entorno y el espacio exterior de una forma lógica (la "lógica vegetal") para sobrevivir.

En ese sentido, Marder ha corroborado esa distinción con una comparación entre la anatomía animal y la vegetal: "Los animales tienden a minimizar su exposición al mundo exterior, minimizan la superficie corporal en aras de eficiencia térmica y la velocidad de movimiento; al contrario que las plantas, que maximizan su exposición al exterior con la proliferación de ramas que reciben la energía del sol y de raíces que obtienen el agua y los minerales del suelo".

De esta contraposición evidente, la primera conclusión preliminar que ha observado el filosofo es que "las plantas no solo son seres inteligentes, sino que, además, la inteligencia como intervinculación o interarticulación es vegetal".

El filosofó ha destacado también los modos de comunicación de las plantas como mecanismos cognitivos para relacionarse con su entorno, como la liberación de sustancias bioquímicas a través de las raíces o el crecimiento de la misma. "El ambiente fuera de la planta existe como una extensión de la propia planta; a eso añadimos que las plantas son seres crecientes, no tienen un mapa corporal cerrado como un animal, la planta es un ser abierto", ha señalado.

Apoyándose en la teoría de la cognición extensiva y en los diferentes tipos de movimiento que ya señaló Aristóteles, Marder ha vuelto a reconocer la inteligencia vegetal en su crecimiento como un movimiento sin salir de su lugar, no caótico, y a la misma vez deliberado, con cierta intencionalidad. "La planta debe llegar a los recursos bajo la tierra a través de las raíces y navega laberintos subterráneos superando obstáculos".

En ese punto ha culminado el filósofo su conferencia al servir este último ejemplo del crecimiento inteligente de las plantas adaptado a su medio como paradigma de la inteligencia que deben perseguir los humanos.

"La cognición extensiva de las plantas sigue el modelo de la superficie en la que crece: es horizontal. Hay otros organismos que crecen pero no de una forma vegetal, que trabajan contra el entorno y eso es contraproducente. Esto lo tenemos que aprender de las plantas, mientras continuamos con la tarea de vegetalizar la inteligencia de los seres humanos", ha asegurado, al tiempo que ha añadido que "la vida, tanto individual como colectiva solo es posible así".

Ya en el turno de preguntas, con un auditorio entregado al planteamiento de Michael Marder, el filósofo ha apuntado que "el mundo ya es vegetal, incluso el mundo político y social que está cada vez más descentralizado, pero lo hemos reconocido aún. Esa es una tarea por venir".