Farmacia Valdeolleros: cambios en el barrio y confianza en mayúsculas desde los 60
Comercios con historia
El establecimiento sanitario, que va por su tercera generación, fue fundado por Dolores Díaz en el año 1958
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La Farmacia Valdeolleros (Calle Sancho el Craso, esquina Cobo de Guzmán), situada en el barrio homónimo, atiende a sus vecinos desde el 29 de marzo de 1958. Este establecimiento, donde hoy da la bienvenida su tercera generación, fue fundado por Dolores Díaz, una mujer muy concienciada con el servicio. En aquella posguerra, la fundadora hacía todo por sus clientes. Hoy, Federico Holgado, la tercera generación de farmacéuticos de la familia, sigue con la labor que un día ella inició.
En aquellos años, la farmacia era un lugar de paso donde acudir día sí y día también. Una asistencia en primera persona para preguntar cualquier duda médica, desahogarse e incluso usar sus instalaciones. Respecto al barrio, unos postales muy distintas son las que dejaba Valdeolleros en aquella época, e incluso las calles estaban nombradas con otros indicativos que aún los veteranos recuerdan.
El único teléfono de la zona
Relata el farmacéutico con mucha ilusión: “Mi abuela vivía encima del establecimiento. Ese modelo hacía que estuviera en una especie de guardia continua. Los vecinos sabían que tenía su piso allí y, cuando tenían necesidades, acudían a ella. Esto en los pueblos aún ocurre. La gente venía buscando hasta un teléfono. Ahora nosotros nos comunicamos por mensajería instantánea, pero en aquellos años la única línea de teléfono que había en la zona era esta", explica Holgado mientras recuerda los cambios tecnológicos que han ocurrido en estos más de 60 años.
"Pero también uno de los únicos coches del barrio era el de mi abuela, que también tenía carnet. Me llena de orgullo que si algo me ha enseñado es a cuidar de tus vecinos, y qué menos que cuidar de su salud”, destaca Holgado mientras enseña fotos de su abuela que ya tiene más de 90 años. “Cuando mi abuela puso la farmacia, había que esperar los pedidos durante varios días. Uno de los factores por los que tuvo que sacarse el permiso de conducir fue porque tenía que ir a recoger medicamentos. Antes se hacían pedidos por teléfono y por carta, y luego llegó el fax", explica.
El trato cercano, la clave
Como relata, ella trabajaba sola o en ocasiones con un auxiliar que le ayudaba. Hoy, la realidad es muy distinta, ya que junto a Federico Holgado trabajan profesionales muy especializados que se sumergen en el barrio y que también sufren con sus vecinos, ya que el trato en este tipo de establecimientos se vuelve íntimo y muy cercano. “La ventaja de vivir en un barrio con este es que es un barrio muy cercano, es como un pueblo. Hay gente que se ha mudado y sigue viniendo, y es casi como un trato familiar", reflexiona Holgado.
Aunque la mayor parte de la población se ha quedado con las labores superficiales de este tipo de establecimiento, es cierto que las farmacias tienen muchas tareas que, a veces, pasan desapercibidas. "Mi abuela se jubiló hace pocos años, antes del covid se dedicaba a tareas administrativas, gran parte de una población desconoce lo que se hace en una farmacia", opina el farmacéutico.
Antes de Federico Holgado, fue su padre quien cogió el relevo de su abuela, así que las tres generaciones llegaron a coincidir en el establecimiento: “A mí siempre me ha gustado la parte química y biológica, y pensé que si tenía un carácter sanitario marcada era útil para ayudar en la salud de los demás. La farmacia comunitaria me parecía más interesante, además en mi barrio. Cuando yo era pequeño, ellos jugaban contigo y ahora soy yo quien es preguntado por su medicación y quien resuelve sus dudas. Somos un sanitario de elección, aquí viene quien quiere”.
Valdeolleros, un barrio de cambios
Este negocio ha vivido muchos años notables durante su larga vida. “Durante un tiempo que estuvieron construyeron el edificio, tuvieron que afincar la farmacia en el edificio de enfrente. Luego, hicieron la plaza de Valdeolleros. Normalmente, las farmacias se han llamado con los nombres de los titulares. Todos los negocios han cambiado mucho, antes tenías una especie de caja registradora…”, comienza Federico mientras recuerda detalles técnicos de este establecimiento.
Aunque lo que no ha cambiado ha sido la misión de estos lugares: “Es clara. Somos un primer centro sanitario al que acuden los vecinos para buscar soluciones. Antes no podías encontrar ambulatorios en muchos sitios, pero sí una farmacia, porque el modelo de guardia obliga a que exista un establecimiento de este tipo en unos kilómetros determinados”, relata Holgado dándole el valor adecuado a las farmacias.
Tres generaciones guiadas por Dolores Díaz, cuya misión principal es cuidar de sus vecinos. Hoy, Federico Holgado junto a Araceli, Marcelo o Álvaro siguen velando por la salud de su barrio.
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