Vuelta al colegio

Las familias de Córdoba acuden al Defensor del Menor para que se permita la "flexibilidad educativa"

Vuelta al colegio el pasado curso.

Vuelta al colegio el pasado curso. / El Día

Queda justo un mes para la vuelta al cole, y la incertidumbre provocada por la crisis sanitaria sigue siendo máxima sobre la eficacia de la medidas planificadas por la Junta para evitar que el covid-19 entre en las aulas. La delegada provincial de Educación en Córdoba, Inmaculada Troncoso, detalló este lunes que los colegios se reforzarán con 305 docentes y que cada mes se suministrarán 400.000 mascarillas y 38.000 litros de gel hidroalcohólico a los colegios cordobeses.

Para muchos padres, sin embargo, el debate es otro: la idoneidad o no de que los alumnos regresen a las aulas por el temor existente. Más allá de las asociaciones oficiales de madres y padres, agrupadas en FAPA-Ágora, cientos de familias empiezan a movilizarse por grupos de Facebook (uno de ellos lleva por nombre Vuelta al cole: Familias que buscan soluciones en época de pandemia), redes sociales y a través de grupos de Whatsapp. Y, precisamente, a través de estos canales, ha surgido la iniciativa de enviar un escrito al Defensor del Menor en Andalucía para que tome parte.

La petición principal es que Educación permita un plan de flexibilidad educativa, que permitiría a aquellas familias que lo deseen elegir la opción de educación a distancia, lo que supondría "asumir el compromiso de implicarse en la educación de sus hijos junto a los decentes". Para ello, la Administración tendría que establecer "los controles necesarios" para asegurar que los menores "están siendo educados como establece el currículo", tal y como consta en el escrito que ya consta en poder del Defensor del Menor, Jesús Maeztu, quien precisamente ya ha abierto una actuación de oficio.

Como exponen las familias en su escrito, la opción de flexibilidad educativa sería "factible" para todas las partes implicadas. Por un lado, para las familias que deseen la educación a distancia; por otro, "favorecería" a los niños que no tuvieran más opciones que acudir al colegio por circunstancias familiares, pues el número de menores sería menor y, por tanto, el riesgo también sería más bajo. Por último, razonan estas familias, también a los centros educativos y a su personal "les sería mucho más fácil llevar a cabo los mecanismos para minimizar la transmisión del virus".

La flexibilidad educativa no se contempla en el plan de la Consejería para el nuevo curso, que arranca el 10 de septiembre. La delegada en Córdoba, Inmaculada Troncoso, incidió este lunes de hecho en que, "si algo ha quedado patente durante el confinamiento, ha sido la necesidad de presencialidad". "Es imprescindible, porque es la única y mejor manera de prevenir desigualdades y porque el contacto entre alumno y profesor enriquece en todos los sentidos. Es necesario recuperar la docencia directa", explicó.

Y, para tranquilizar a las familias, puso como ejemplo las "pruebas de fuego" que se han desarrollado en meses pasados, como la Selectividad, en la que participaron 4.000 alumnos y 240 profesionales sin que se produjeran contagios, o el programa de refuerzo estival, con 794 alumnos y 147 docentes en 25 centros, también sin problemas.

Preocupación por la situación en Infantil

Estas palabras, sin embargo, no han tranquilizado a los padres, como puede comprobarse en los grupos de Facebook cordobeses que han proliferado en los últimos días y que ya aglutinan a cientos de personas. En el escrito remitido al Defensor del Pueblo, los progenitores inciden por ejemplo en que los niños volverían al colegio sin cumplir la distancia mínima de separación de un metro y medio. "No puede llevarse a cabo si no disminuye la ratio y se adecúan las instalaciones, algo que no se ha realizado en todos los colegios de Andalucía", recalcan.

Las familias llaman especialmente la atención sobre los niños de Infantil, los más pequeños. Según sus cálculos, y de acuerdo a las recomendaciones de las administraciones sanitarias, deberían lavarse las manos, al menos, unas diez veces durante 50 segundos en el horario escolar. Y han hecho un cálculo. Para que esto se produzca, un profesor que tenga a cargo a 25 pequeños debería dedicar tres horas y medio al día, de las cinco de la jornada, al lavado de manos. "¿Puede llevarse a cabo esa medida? Y, si no se cumple, ¿no supone un riesgo importante para la salud?", plantean.

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