La Fábrica de los Sellos: un trabajo muy minucioso y con muchos adelantos
Comercios con historia
Manuel López ha sabido adaptarse a los cambios en el sector desde que hace más de 35 años comenzara a trabajar en un oficio que le enseñó su padre
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Manuel López se esmera en su mostrador atendiendo a los clientes que llegan a la Fábrica de los Sellos. En su establecimiento guarda un taller con diferentes herramientas, tanto innovadoras como las más meticulosas del mercado. Es en la avenida de Cádiz donde pasa las horas de trabajo en un oficio muy minucioso que ha ido cambiando con el paso del tiempo. Son ya más de 35 años en el oficio y la forma de hablar de él demuestra su desempeño como comerciante en cada encargo.
Encuadernación de libros para particulares, encargos para empresas, sellos para las facturas, copas bordadas... Son solo algunos de los servicios que ofrece Manuel en su comercio, aunque sus labores son muy difíciles de analizar. El mundo de la encuadernación y los sellos es un sector muy singular, donde cada trabajo parece una especie de obra de arte, en el cual los avances se siguen haciendo presentes desde 1988, aunque antes tenía otro nombre.
La elección de este proyecto no fue al azar, fue heredado de su padre, quien le enseñó el oficio. "Yo me dedico a la encuadernación desde el principio. Al cabo de los años comencé en la fabricación de los sellos de caucho. Mi padre era de una empresa de las artes gráficas, él sabía el oficio. Mi hermano mayor empezó y yo he seguido adelante con ello", destaca al recordar su incursión en este sector.
Los avances en los negocios como este se han hecho cada vez más tangibles, también en la forma de desarrollar cada actividad. "Antes, íbamos por puestos de prensa y librerías entregando la encuadernación, eso era todos los sábados", describe Manuel mientras enumera los barrios de la ciudad donde repartía sus encargos y daba sus primeros pasos de la mano de sus familiares.
"Los sellos son los que se utilizan en las facturas, aunque no son lo que se utilizaban antes", recuerda. "Antes había un mango de madera, ya han salido los automáticos que tienen su tinta incorporada, solo tienes que marcar y ya sale el sello. Por otra parte, sobre la encuadernación, ya no hay tantas enciclopedias, ya es muy raro que te llegue alguien. Ahora, me traen más libros para restaurarlos, o algún libro para hacerle su pasta", narra. Para resumir, en su comercio, los clientes buscan la restauración de aquellos ejemplares tan queridos por ellos.
Al ser fabricante, Manuel le trabaja a diferentes empresas: imprentas, papelerías, copisterías... La mayor parte de su clientela es de fuera en la provincia. "Tienes que irte modernizando; aunque la encuadernación sigue igual, pero los sellos sí han cambiado", apunta.
Refiere que la agilidad en el desarrollo del trabajo se ha vuelto más rápida y dinámica. "Antiguamente, nosotros componíamos, hacíamos el molde, le fundíamos el caucho... ahora es con una máquina láser, se utiliza caucho, pero va más rápido", diferencia. "En esta parte tenemos los sellos, anteriormente, eran de madera, pero ahora pasamos a los automáticos sin mojar el sello, también tengo guillotina, manual y automática", describe, mientras pasea por su taller y recuerda que antes tardabas horas en hacer un sello.
De herramientas variadas hasta máquinas láser
"Compramos este local en el 1988 y lo que hicimos era modernizar los sellos, pasamos al ordenador, se hacía una matriz y se fundía el caucho. Después invertimos en una máquina láser, que no solo la he comprado en los sellos, ahora grabo en madera, en cristal para las copas, placas de buzón", enumera.
Cuando llega un libro a su taller, él lo revisa, le quita las grapas y "se le hace una raja, luego pasamos al telar, una hora después de coserlo, se recorta, se hace la pasta y, si va grabación, también. Para hacer un libro, y que quede bien, puede llevar dos o tres horas. Cuando lo coses tienes que meterlo en la prensa, ahí sí que hay que dejarlo un tiempo", describe.
Manuel no cree que este tipo de comercio tan singular pueda pasar a la siguiente generación, ya que sus descendientes han escogido otro camino laboral. "Llegará el momento de mi jubilación y lo dejaré. De aquí a nueve años, no sé si habrá para hacer sellos", refiere, aunque actualmente tiene trabajo y dedicación por restaurar esas piezas que tan bien lucen en las librerías.
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