Sergio de Lope. Saxofonista y flautista flamenco

“El flamenco conecta muy rápido con las personas porque viene de la memoria”

  • El músico prieguense ha logrado crear un sello propio junto a su banda con un estilo basado en la innovación partiendo desde la tradición que ha plasmado ya en dos discos

El flautista flamenco Sergio de Lope posa con su flauta travesera.

El flautista flamenco Sergio de Lope posa con su flauta travesera. / Laura Martín

Sergio de Lope (Priego de Córdoba, 1985) es uno de los máximos representantes de la flauta flamenca en la actualidad. A pesar de su juventud, ha logrado formar una banda estable con la que ha creado un sello propio. No en vano, su música fue reconocida en 2017 con el Filón Minero del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión. Aunque comenzó sus estudios en el Conservatorio con el saxofón, fue la flauta la que lo introdujo de lleno en el flamenco.

En 2015 publicó su primer disco, A night in Utrera, y en la actualidad está girando con Ser de luz, en el que hace una reinterpretación de los palos flamencos y cuya presentación ha tenido que posponer por la crisis del coronavirus. Sin embargo, este verano él y su banda han podido seguir con sus conciertos, que los están llevando por varias provincias de España.

–¿Cómo ha sido la vuelta a los escenarios después del confinamiento?

–Ya hemos pasado por Antequera, Cartagena, Cabo de Gata, Córdoba y Priego y luego cerramos el verano en Montilla y Valladolid. Doy gracias porque hay compañeros que lo están pasando bastante mal, de aquí a final de año no tienen nada. La situación es complicada.

–¿Cómo está viviendo la nueva normalidad?

–Sin miedo, pero con responsabilidad. Tengo una cosa clara, que no se nos puede olvidar vivir, y yo quiero vivir y estoy viviendo. Hay mucha gente que no puede hacerlo, como compañeros que se han tenido que meter en otros trabajos y dejar su carrera artística. El destrozo social es inmenso. Lo que está pasando va a hacer mella y dentro de unas generaciones ese dolor en la memoria colectiva seguirá ahí. Por otra parte, soy muy optimista y creo que va a venir un mundo mucho mejor y que todo esto que está pasando es porque está habiendo un despertar.

"Somos una generación que viene del flamenco, es nuestro acento a la hora de comunicarnos”

– ¿Qué previsión tiene para el lanzamiento de Ser de luz?

–Me gustaría que la presentación fuera en diciembre y el estreno en enero en Madrid, pero a ver, porque toda la industria está parada. Por otra parte, quiero sacar el disco cuando la sociedad esté preparada para recibir la información. Ahora mismo hay mucho caos y está todo muy focalizado en el mismo tema, así que hay poco espacio para otros que no son prioritarios a día de hoy. Hay que tener paciencia y esperar el momento adecuado para lanzarlo. Tenemos muchas ganas porque llevamos un año con el disco grabado, pero hay que adaptarse.

–¿De dónde surge este trabajo?

–Más o menos está centrado en coger los palos tradicionales del flamenco y hacer una reinterpretación a todos los niveles, armónico, melódico y rítmico. Se trata de dar la vuelta a la tortilla para ir de la tradición a la evolución. Nace de mi experiencia personal con la meditación y la energía. Creo que la música es una herramienta muy potente para hacer sentir bien a las personas. Los griegos ya la veían como una catarsis homeopática, una forma de sanación incluso a nivel físico. Luego, yo llevo con la misma banda siete años y después de tanto tiempo juntos hemos creado un sonido, un concepto. La verdad es que ahora mola cuando lo ves desde la distancia y te das cuenta de que tenemos nuestro sello.

–¿Cómo fueron los comienzos en solitario?

–Fue en 2013, cuando me fui a Sevilla a vivir de tocar. En plena crisis no se me ocurre otra cosa que querer ser músico. Al principio esperaba a que me llamaran para acompañar a otros artistas, pero al final tiré con mi proyecto personal para adelante por una cuestión de necesidad porque no me podía quedar en mi casa esperando. La situación era complicada y en los cuadros flamencos lo primero que recortaban era los instrumentos para dejar solo la guitarra y el cante. De ahí nació todo. Ya me he metido de lleno y la verdad es que va bien, con mucho trabajo.

Sergio de Lope, en el Casco Histórico. Sergio de Lope, en el Casco Histórico.

Sergio de Lope, en el Casco Histórico.

–¿Cómo llegó al flamenco y, sobre todo, por qué eligió la flauta travesera como instrumento?

–Yo tenía 12 años y estaba en el Conservatorio, pero a mí la música clásica me gustaba escucharla, pero no tocarla porque sentía como que tenía unas esposas puestas. Entonces conocí a un guitarrista flamenco, Luis Víctor Pérez, que es profesor, y me enseñó lo que era el flamenco. Me puso un disco de Vicente Amigo, no se me olvidará. Eso fue lo primero de flamenco que escuché conscientemente. Primero me metí con el saxofón y cuando tenía 16 años esa misma persona me infundió ganas para que cogiera la flauta. Nadie de mi familia es flamenco y soy de Priego de Córdoba, que no es un pueblo muy flamenco. Es decir, yo no tengo denominación de origen, pero tampoco creo en ellas, sino en el sentir de cada persona. Luego estudié Magisterio en Córdoba por tranquilizar a la familia e hice Flamencología en el Conservatorio Superior. Ahí fue donde conocí a la banda. El que existan instituciones como los conservatorios y que el flamenco haya entrado en ellas ha fomentado que personas de diferentes sitios geográficos, pero con inquietudes similares, puedan ponerlas en común y se creen cosas. Salvando la diferencia, es como lo que ocurría con la Residencia de Estudiantes de Madrid. Al terminar el Conservatorio me fui a Sevilla, luego a Madrid y ahora vivo en Granada.

–También has acompañado a grandes figuras del flamenco…

–A Farruquito, Chano Domínguez, José Antonio Rodríguez, Dani Navarro… He aprendido mucho de ellos, pero llegó un momento en el que tenía temas compuestos y decidí probar con mi proyecto. Siempre me lo he autogestionado yo todo, que esa es una parte que nadie ve. Parece que solo es estudiar y ponerse encima del escenario, pero yo he tenido que ser también mi propio mánager porque esa figura ya apenas existe. Ahora hay comisionistas. Desde primeros de año tengo una oficina, pero al final uno siempre tiene que estar encina del negocio.

–¿Qué aceptación ha tenido en el mundo del flamenco? Hace un tipo de música bastante innovadora, aunque la flauta flamenca tenga precursores como Jorge Pardo.

–A nosotros nos han abierto las puertas de todos los sitios. La controversia de Rosalía sobre si es o no es flamenco no la hemos vivido. Hemos ido a muchas peñas flamencas a tocar para gente a la que le gusta la tradición y les ha gustado. A veces dicen: “habéis hecho una cosa muy rara, pero suena a flamenco”. Eso los bloquea. Es verdad que este segundo disco es muy rupturista con lo que hemos hecho hasta ahora e incluso con la escuela de Jorge Pardo y la vieja tradición. Hemos metido batería, guitarra eléctrica y hacemos coros, así que está planteado de otra manera que vamos a probar este verano.

"A día de hoy hay gente que aún se sorprende de que con la flauta se pueda hacer flamenco”

–¿Entonces nunca ha notado reticencias?

– Nunca. Nosotros somos de una generación que viene del flamenco, que ha nacido en el flamenco para hacer esto directamente. Yo no soy de música clásica y he cogido la flauta para tocar flamenco. Yo directamente cogí la flauta para tocar flamenco. Eso no pasaba al principio. Jorge Pardo, Chano Domínguez y esta gente venían del jazz. Nuestra generación directamente ha nacido en el flamenco y eso lo cambia todo porque lo controlamos y a la hora de hacer música partimos de ahí. Nuestro acento a la hora de comunicarnos con el mundo es flamenco. Yo me puedo poner a tocar fados, pero al final el acento se me va a notar.

–¿De qué fuentes ha bebido Sergio de Lope?

–De la Fuente del Rey de Priego, que el agua está muy rica (ríe). Jazz, world music y flamenco. Es curioso porque en mi casa no se escuchaba flamenco, sino a Ana Belén, a Serrat, a Sabina... Con 12 años fui a mi primer concierto y fue de Ana Belén en Vista Alegre. Después vi conciertos de jazz y también descubrí a Pedro Guerra. Luego, mis grandes referentes a la hora de plantear este proyecto han sido Paco de Lucía y Enrique Morente. Paco en la forma del grupo, porque en el flamenco no hay muchas bandas, sino que los artistas van rotando mucho. Paco lo tenía claro y se tiró 20 años girando con el mismo sexteto. Luego, de Enrique me gusta cómo planteaba el arte y cómo afrontaba el flamenco. Era un conocedor absoluto de la tradición, pero se tiró a la piscina y le dio estatus cultural. El cante cuesta un poco más que salga de las fronteras de España y Enrique lo hizo. Ha familiarizado el flamenco con otros ámbitos de la cultura, como la poesía o el arte. Él era cultureta y el flamenco estaba denostado, se pensaban que era de las bajas capas, y le dio la categoría que se merece.

–Ha tocado por medio mundo. ¿Cómo recibe el público su música y cómo ven desde fuera el flamenco en general?

–Sin prejuicios, con libertad, con amor. España es un país increíble, pero tiene muchos prejuicios. Eso tiene una parte positiva y otra negativa. La negativa es que nos autodestruimos porque somos muy críticos con nosotros mismos, pero eso nos hace estar muy alerta, esforzarnos más. Fuera la gente se vuelve loca con el flamenco y se siente identificada. Al final, al ser una música de raíz, que viene desde la memoria, conecta muy rápido con las personas, igual que la música celta, árabe o hindú. Las escuchas y te mueve algo. Somos materia y estamos encarnados, pero nuestra alma tendrá memoria.

Sergio de Lope, tocando su flauta en la calleja de la Luna. Sergio de Lope, tocando su flauta en la calleja de la Luna.

Sergio de Lope, tocando su flauta en la calleja de la Luna. / Laura Martín

–En 2017 ganó el Filón del Festival de Las Minas. ¿Qué ha supuesto este premio? ¿Cómo recuerda esos días?

–Para mí fue un reconocimiento al camino que llevaba andando hasta ese momento. Lo pasé un poco regular y con el tiempo me he dado cuenta de por qué. Competir con el arte es muy feo; la música está para compartirla. Aunque no vayas con la mentalidad de competir, al final tienes esa presión. Además, yo iba a ganar, no a probar. He hecho mucho deporte y tengo esa mentalidad. Reconozco la labor de los concursos;sirven y a mucha gente la ayudan a posicionarse, pero tienen esa parte negativa de competir. Yo tengo muchos amigos en La Unión, estoy súper agradecido y aprendí mucho. En esta ocasión ha habido muchas cosas positivas.

–¿Fue su lanzamiento definitivo?

–Fue un apoyo más porque al final los premios hay que defenderlos artísticamente y logísticamente; es decir, llamando, moviéndote… Que ganes el premio de La Unión no te soluciona la vida si no te mueves porque esto al final también es un negocio. Hay que crear, pero también hay que estar pendiente del tema empresarial porque sino no llegas a ningún sitio. A mí no me ha quedado más remedio que aprender. Hay muchos espectáculos que se estrenan y ya no se vuelven a hacer.

–¿Le ha servido la licenciatura de Flamencología a la hora de la práctica?

–Me ha servido porque en el Conservatorio conocí a las personas que forman la banda. He aprendido porque he estado con maestros, pero a nivel práctico la salida laboral casi no existe; si te dan una beca o eres rico puedes investigar, o hay una bolsa de trabajo en la que hay solo tres plazas. Lo lógico sería que las asignaturas teóricas de la especialidad de Flamenco las dieran los flamencólogos, pero no es así, las dan los propios guitarristas. Es una carrera muy nueva y desde las instituciones no saben afrontarla.

"Tradición y evolución son dos conceptos que van de la mano; el uno no puede existir sin el otro”

–Luego fue autodidacta porque en el Conservatorio no hay flauta flamenca…

–Estuve escuchando discos de Paco de Lucía y Jorge Pardo a tope y lo sacaba de oído. Cogí un método de flauta para ver cómo funcionaba y le eché muchas horas. Como me gustaba, no pesaba, y casi que me salía de manera natural.

–¿Ha tenido alguna vez que justificar que lo que hace con la flauta es flamenco?

–A día de hoy hay gente que aún se sorprende de que con la flauta se pueda hacer flamenco. Ya han tenido tiempo de recibir la información, pero lo que ocurre es que este tipo de música no recibe la misma atención que otras. Además no hay tanto presupuesto. Si lo hubiera se gastarían el dinero en agencias de comunicación. Yo veo que no llega la información a la gente. En mi caso, he dado mil conciertos y hay gente que va porque quiere ver flamenco, no a Sergio de Lope porque no me conocen. Sin embargo, salen flipando. Es decir, la información no llega y es una pena.

– ¿Ha debatido muchas veces sobre la pureza del flamenco?

–La pureza no existe. Como dice el maestro Faustino Núñez, la música ni se crea ni se destruye, se transforma. El flamenco es lo más impuro que existe. Tradición y evolución para mí son dos conceptos que van de la mano; el uno no puede existir sin el otro. Si no existe evolución lo otro no se llamaría tradición. Y si no hay tradición, no se puede evolucionar.

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