Urbanismo
  • La capital ha contado con tres planes generales de ordenación urbana que, desde mediados del pasado siglo, han sido la base de crecimiento de la ciudad que hoy conocemos

El diseño de la Córdoba moderna: cómo la ciudad llegó al siglo XXI

Una joven corre por el Vial Norte. Una joven corre por el Vial Norte.

Una joven corre por el Vial Norte. / Juan Ayala

Escrito por

· F. J. Cantador

Redactor

El último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Córdoba ha cumplido dos décadas. Un documento que ha cambiado urbanísticamente a la capital y que sigue aún hoy haciéndolo. No obstante, hubo dos planes anteriores, uno en 1958 y el otro en 1986, que junto con el actual han contribuido a diseñar la ciudad que hoy conocemos.

PGOU de 1958

Con anterioridad a la redacción del Plan General de 1958, la expansión periférica de la ciudad podía sintetizarse en cuatro grandes áreas: al oeste las barriadas junto a la fábrica Electromecánicas, el parque Cruz Conde, las casas unifamiliares de Ciudad Jardín y la zona al noroeste de ella; al norte las edificaciones residenciales en la Sierra; al este la barriada de Cañero, y al sur la de Fray Albino.

Tras la ley del suelo de 1956, Córdoba se dotó de su primer PGOU dos años más tarde. Bajo la dirección del arquitecto municipal José Rebollo se realizaron previsiones para una población de 350.000 habitantes, marcando las directrices de la ciudad durante las dos décadas siguientes.

Este plan hacía un reconocimiento de la potencialidad de los espacios tangenciales al Conjunto Histórico donde situaba los nuevos centros representativos de los poderes civiles e institucionales. Así, potenciaba el cinturón verde constituido por parques enlazados e incorporaba un proyecto en este sentido del año 1936, del eje este-oeste, con alguna modificación, aunque nunca llegó a fraguar.

Además, proponía drenar el Centro Histórico con el eje este-oeste que conecta la avenida Medina Azahara con la calle Abejar, ensanchando todas las calles que las unen y creando dos grandes plazas, una en el Ayuntamiento y otra en el Realejo, además de planear el ensanche de la Ronda de Isasa. Y desarrollaba una normativa específica para la zona histórico-artística, aunque muy reducida y se proponía salvar el Centro Histórico trasladando la travesía de la ciudad hacia el norte del mismo, paralelo al ferrocarril.

También establecía tres centros urbanos principales: Centro Religioso (entorno de la Mezquita), el Centro Municipal (en el corazón de la ciudad) y el Centro Estatal (en el eje norte-sur, en la avenida de la Victoria).

Las dos décadas posteriores se caracterizaron por un fuerte movimiento desarrollista haciendo que partes de este plan no se cumplieran y otras, sin embargo, se vieran sobrepasadas, sobre todo en lo referente a dotaciones y densidades.

Durante los años 60 y 70 las barriadas periféricas, surgidas en torno a los antiguos edificios extramuros, iglesias como las de San Cayetano o La Fuensanta, y factorías como Electromecánica, Carbonell o Asland, continuaron creciendo y vieron colmatarse buena parte de los espacios entre ellas: al este los polígonos de Levante y la Fuensanta-Santuario; el Sector Sur, entre la avenida de Cádiz y la carretera de Granada; y al norte las Moreras, Huerta de la Reina, Valdeolleros, Santa Rosa, el Naranjo, expansión de las Margaritas y el Brillante y el espléndido Parque Figueroa, una urbanización heredera del movimiento moderno diseñada por Rafael de la Hoz, inaugurada en 1970.

Esta corona de edificios redujo la presión de la demanda de vivienda pero marcó enormemente la dicotomía entre  el Casco Histórico y la nueva ciudad, cuya transición resultó difícil armonizar. Además, se realizaron nuevas barriadas sociales como las Moreras o las Palmeras, dando respuesta así a unanecesidad urgente de viviendas para las clases más desfavorecidas.

Vista panorámica de una zona del Parque Figueroa. Vista panorámica de una zona del Parque Figueroa.

Vista panorámica de una zona del Parque Figueroa. / Juan Ayala

PGOU de 1986

En los años 80 se decidió llevar una revisión del planeamiento enfocada a una defensa de la ciudad histórica y a coser los intersticios generados en la ciudad. Este plan tenía un carácter multidisciplinar e intentaba dar respuesta a todos los problemas que en las décadas previas se habían originando.

El desarrollo indiscriminado de algunas urbanizaciones, originando tramas urbanas desarticuladas provocando marginalidad y disfunciones en las comunicaciones, llevó a plantear estrategias que permitieran dar solución a estos nuevos fragmentos de ciudad, reconformando la estructura viaria cosiendo los nuevos desarrollos y completando los vacíos urbanos generados.

Se dio una gran importancia a la movilidad con un análisis de todas las vías de penetración a la ciudad fundamentales para entender la relación del centro de la capital con lo que llamaban zonas de influencia.

En relación al Centro Histórico, se detectó un abandono creciente de algunas áreas y la destrucción salvaje del parcelario. El plan establecía mecanismos para paralizar las operaciones especulativas que se estaban llevando a cabo hasta ese momento, incrementando los niveles de protección del caserío y proponiendo la redacción de planes especiales y estudios de detalle que resolvieran con la escala adecuada los problemas detectados.

El documento analizó el incipiente y desordenado crecimiento de edificaciones ilegales en el territorio, proponiendo medidas de disciplina urbanística que llegaron a reducir notablemente el desarrollo del mismo.

También realizó propuestas concretas para el desarrollo de planes específicos concernientes a los grandes problemas de la ciudad, como son el Plan Especial del Río y el Plan Renfe.

El PGOU de 1986 detectó el importante papel articulador que el río juega en la ciudad y la imperante necesidad de realizar nuevas propuestas que lo aproximaran a la misma, minimizando el impacto que la carretera nacional tenía en su transcurso por el sur del Conjunto Histórico. Se planteó un concurso de ideas para la ordenación de la margen del río, una vez que el cauce se había controlado mediante presas río arriba y la limpieza del agua mejoró gracias a la depuración de las aguas residuales de los núcleos urbanos.

Se planteó además el desarrollo de nuevos puentes y la concentración de nuevos equipamientos generales en sus márgenes que paliaran la escasez de los mismos en el Conjunto Histórico y transformaran el río en un nuevo foco de centralidad.

Se propuso la recuperación del Paseo de la Ribera disminuyendo drásticamente la circulación del tráfico, posibilitando el avance de los Jardines del Alcázar hasta la ribera del río y la recuperación de los molinos y azudas. Entre los objetivos destacaba el de la protección medioambiental de los Sotos de la Albolafia o desplazar el recinto ferial al Arenal. Como pieza clave destacaba la potenciación del eje monumental Torre de la Calahorra, Puente Romano y Puerta del Puente.

Mientras, el Plan Renfe tenía como objetivo fundamental el cosido de la ciudad hacia el norte de las vías férreas con el centro de la misma, convirtiendo los terrenos liberados tras el soterramiento del ferrocarril en el "elemento primario" de la integración de la capital. Todo ello enfatizando el importante papel que la estación, como nudo de comunicaciones estructurante, había jugado y seguiría jugando.

Los terrenos librados servirían para cerrar por el norte los grandes paseos de ronda perimetrales a la ciudad amurallada, iniciados en el siglo XIX con la Ribera, los jardines del La Victoria o el Campo de la Merced.

Se deprimió la línea de ferrocarril en una longitud de unos 3.700 metros mediante un túnel artificial que se vertebrará como una gran avenida peatonal, eliminando todos los pasos a nivel existentes permeabilizando la conexión entre las dos partes de ciudad.

Esta operación llevaba asociada la liberación de una gran superficie ocupada por instalaciones vinculadas al ferrocarril y que ahora podrían destinarse a otros usos, fundamentalmente residencial, permitiendo una mejora de gran calado en el urbanismo cordobés. Desde el Ayuntamiento se convocaron concursos abiertos para los edificios que conformarían la nueva fachada hacia el conjunto histórico.

Se aprovechó la excavación de las trincheras para construir un gran aparcamiento de borde que paliara las carencias de este equipamiento en la franja norte del centro urbano. La nueva estación coronaría la gran avenida peatonal, integrándose de forma racional en el entorno urbano.

Un hombre camina por la zona del Nuevo Zoco. Un hombre camina por la zona del Nuevo Zoco.

Un hombre camina por la zona del Nuevo Zoco. / Juan Ayala

PGOU de 2001

A finales del siglo XX la ciudad contaba con 351.000 habitantes y, tras la gran operación que supuso el Plan Renfe, se consideró, desde los sectores políticos y económicos, que las necesidades de la ciudad estaban agotadas, por lo que se hizo necesario iniciar la revisión del Plan General. En paralelo a este documento se desarrolló el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico, cuya aprobación es de 2003.

La revisión del PGOU aprobada en 2001 asumía la fuerte atomización del territorio e intentó compaginar la sostenibilidad del medio ambiente con el desarrollo de la ciudad.

Este nuevo documento intentaba enfrentar todas aquellas cuestiones dejadas de lado por planeamientos anteriores: "Son necesarias nuevas formas para nuevas funciones, nuevos equipamientos correctamente distribuidos, el análisis de nuevos modos de crecimiento o de no crecimiento (el vacío y el paisaje como sujeto del proyecto), el territorio de la periferia y del no urbanizable, las grandes infraestructuras territoriales…", rezaba.

Presentaba a Córdoba como elemento articulador del territorio en el eje del Guadalquivir entre el sur y el centro y norte de España, como centro logístico de Andalucía. En este aspecto el potencial del tren de alta velocidad jugaba un papel determinante. Planteaba soluciones a los nuevos desarrollos industriales y potenciaba la presencia de la Universidad en las nuevas áreas de la ciudad a Levante y Poniente.

Con el mismo, se  pretendía potenciar el papel del Centro Histórico, con propuestas encaminadas a su rehabilitación, cualificación y redinamización social y económica -el PGOU instaba a la redacción de un Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Córdoba-. Además, el río seguía manteniendo el protagonismo como eje vertebrador tanto del territorio como del centro de la ciudad.

Se proponían estrategias para la consolidación del modelo de crecimiento residencial por Poniente y la extensión de la ciudad por Levante hasta conectar con la Universidad. Se definían las ordenaciones que integraban las trazas naturales del territorio (tramas híbridas), buscando una mayor interrelación campo-ciudad. Se planteaban una serie de parques periurbanos para modular la transición entre núcleo urbano y rural.

Se buscaba el equilibrio entre las rentabilidades productivas de las actuaciones y las sociales que legitimaban las clasificaciones de suelo. Se hacía una previsión adecuada de infraestructuras, dotaciones y sistemas generales.

En cuanto al suelo no urbanizable, el PGOU se enfrentaba al problema de las parcelaciones ilegales a través de un completo estudio de impacto ambiental, diferenciando entre las que son reconducibles y las que son necesarias paralizar y erradicar. Establecía, en base al citado estudio de impacto, nuevos criterios de ordenación.

Con este documento, durante el siglo XXI han avanzado nuevas zonas de la ciudad en Poniente Sur -con el Nuevo Zoco-, Huerta de Santa Isabel y Turruñuelos o Arruzafa (PP-O1 Ciudad Jardín de Poniente 1).

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