Subbética

Desescalada: Lucena vive un arranque de la fase 1 inseguro y tenue

Calle Juan Palma García, de Lucena

Calle Juan Palma García, de Lucena / Manuel González

La superficie diáfana de la Plaza Nueva de Lucena constataba, desde primera hora de este lunes, la prolongación del cierre de bares, cafeterías y pastelerías. Las sillas y las mesas conservaban la misma apariencia –ordenadamente apiladas- que han respetado durante dos largos meses.

La uniforme configuración del centro clásico del municipio lucentino ratificaba que los requisitos estipulados por el Gobierno en esta fase 1 de la desescalada para el sector de la hostelería, en el primer nivel de la eliminación de restricciones, son considerados insuficientes por estos empresarios, al plantear una compleja reanudación de la actividad.

La entrega de la comida en la puerta de los locales y el reparto a domicilio perduran como el único formato que, a ciertos negocios de este ámbito, les reporta viabilidad y rentabilidad. Reticencias y temores compartidos por los gerentes de los cinco hoteles que tampoco han abordado el retorno al alojamiento ordinario de huéspedes.

Este segundo lunes de mayo ha conllevado un incremento ostensible del flujo de personas en las principales calles de Lucena. Un alto porcentaje de los ciudadanos caminaban provistos de mascarillas e, incluso, algunos de los que obviaban esta recomendación sanitaria eran interpelados por la razón de su actitud.

Las entidades bancarias, los establecimientos de primera necesidad o de reparaciones y las ferreterías han concitado, en su exterior, a un mayor número de clientes que, progresivamente, se acumulaban, guardando oportunamente, salvo contadas excepciones, las medidas de necesidad. Y también, inapelablemente, se han repetido las habituales colas, por ejemplo, en el exterior del templo de Santiago Apóstol, porque los voluntarios de Cáritas efectuaban la distribución semanal de alimentos.

En contraposición, las imágenes más repetidas y habituales en la reapertura de los comercios mostraban a sus responsables o empleados higienizando, desinfectando y limpiando a conciencia suelos, exteriores, escaparates o luminosos. Un panorama homogéneo, únicamente discutido por la presencia de algunos indecisos ciudadanos que se decidían a acceder a determinadas tiendas de ropa.

El Centro Comercial Abierto insiste en cuantificar en un porcentaje cercano al 100% el número de sus asociados que ha retomado el funcionamiento. Las fórmulas elegidas son diversas: emplazamiento a la cita previa, recepción de público solo en un tramo del día o atención por teléfono.

Otra instantánea demasiado visible en este incierto retorno a una nueva realidad, adherida a los cristales de locales situados en zonas céntricas, se componía de carteles con las terminantes y elocuentes inscripciones de se alquila o se vende. Porque tras la crisis sanitaria tocará hacer frente a la económica, con consecuencias que ya se empiezan a notar a pie de calle.

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