40 aniversario del programa de trasplante renal del Reina Sofía

“Pasé de depender de una máquina a llevar una vida totalmente normal”

  • María Dolores Ayllón recibió un injerto de riñón en 2005 tras ocho años de diálisis

  • Durante el tratamiento conoció a su marido, que ha sido retransplantado

María Dolores Ayllón y su marido José Carlos, ambos trasplantados de riñón.

María Dolores Ayllón y su marido José Carlos, ambos trasplantados de riñón. / Juan Ayala

María Dolores Ayllón ha vivido el mundo de los trasplantes desde diferentes perspectivas: como paciente, como familiar y como parte de la asociación Alcer. Sus problemas renales estaban asociados a un reflujo vesicoureteral que al parecer padecía desde su nacimiento, pero empezó a darle problemas cuando tenía 20 años. Padecía infecciones de repetición, fiebre y tensión alta, por lo que le hicieron un estudio del que salió el diagnóstico.

Una operación ayudó a contener este problema durante un tiempo. Fue en 1998 cuando su función renal “se deterioró del todo y tuve que entrar en diálisis”. Con ese tratamiento estuvo casi ocho años, desde abril del 98 hasta finales de 2005, cuando llegó un riñón compatible para ella. Entonces tenía 36 años.

La diálisis implica estar “enganchada” a una máquina tres veces a la semana, mucho cansancio y seguir muchas restriccciones, sobre todo líquidas y alimentarias;pero a pesar de todas las dificultades, María Dolores lo llevó bien.

"Tenía muchas ganas de que llegara aunque en ese momento tienes sentimientos encontrados"

En total, recibió cinco llamadas del Hospital Reina Sofía por un posible riñón, pero las cuatro primeras no fue para ella porque había otras personas más compatibles. “La quinta fue mi llamada”, señala. Acababa de llegar de diálisis, estaba cenando, sonó el teléfono y fue al hospital para que le realizaran las pruebas pertinentes. A las 02:00 le confirmaron que uno de los riñones que habían llegado era para ella.

“Tenía muchas ganas –reconoce– porque eran ocho años de diálisis y eso pesaba mucho, aunque en ese momento tienes sentimientos encontrados porque a la vez sabes que es una operación de envergadura”. A pesar de que su riñón tardó “un poco en arrancar”, la recuperación fue bien. Los primeros 20 días tuvo que estar aislada, algo que para ella “no fue un problema porque estaba concienciada para todo eso y sabía lo que conllevaba el trasplante”. En este sentido, María Dolores alaba al Servicio de Nefrología del Reina Sofía, que para ella es “excepcional” y siempre le ha dado “mucha confianza; nunca he tenido miedo de ponerme en sus manos”.

En este tiempo ha estado vinculada a la Asociación para la lucha contra las enfermedades renales (Alcer), donde ha pasado por varias etapas. Cuando estaba en diálisis entró como vocal para motivar a jóvenes –sobre todo con problemas familiares– a través de diversas actividades. Luego fue tesorera y más tarde presidenta durante cuatro años.

La vida de esta cordobesa sufrió un “cambio radical” tras la intervención:de llevar una dieta muy estricta y “depender de una máquina a llevar una vida totalmente normal”.María Dolores anima a la donación porque llegada la muerte, “los órganos no sirven y a otras personas pueden darle vida y calidad de vida”. Por esa solidaridad da “gracias a los donantes y a sus familias”.

Además, da esas gracias por partida doble porque se da la circunstancia de que su marido, José Carlos, está trasplantado de riñón por dos veces. La enfermedad los unió ya que se conocieron cuando María Dolores estaba en diálisis y han vivido juntos todo lo que conlleva la espera de un injerto renal, la recuperación y la nueva vida que empieza después de este proceso. Primero como amigos y luego como pareja.

Ella esperaba un órgano y él ya había sido trasplantado en 2001. Sin embargo, después de 16 años José Carlos tuvo un rechazo crónico y tuvo que volver a diálisis. En junio del pasado año volvió a recibir otro riñón en el Reina Sofía. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios