Cruz Roja da Vida a los mayores: "Ellos son ángeles con cruces rojas en la espalda"

Cruz Roja se convierte en aliada de los mayores, siendo el "respiro" que necesitan en estos largos días de verano

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Isabel y Miguel
Isabel y Miguel / Miguel Ángel Salas

Ellos son “sus intérpretes, sus manos, sus pies”. Dice Miguel González, voluntario de Cruz Roja, que la vida es circular, que llegas a este mundo sin saber caminar y te vas de la misma forma, que llegas sin saber comunicarte, y que te vas con dificultades para hacerlo.

Como él defiende, la vida es así y en este ciclo tienes que atravesar muchas paradas, en algunas estás acompañado, en otros la soledad no es buen aliado. Aunque tienes que pensar que siempre puede ver alguien que te saque una sonrisa al llamar al porterillo, incluso, si no te encuentras en tu mejor momento.

El proyecto VIDA lleva dos años en la oficina provincial de Córdoba de Cruz Roja y está funcionando muy bien, según cuenta la responsable María Torralbo. El proyecto trabaja con personas mayores con problemas de autonomías. La iniciativa es acogida por personas que normalmente luchan con más adversidades y que normalmente su autonomía está fracturada.

Para ellos es un regalo propiamente dicho, una ventana a la vida. Como describen desde la delegación, casi todos los usuarios son mujeres de unos 70 a 90 años, algunas con enfermedades, con problemas económicos. Pero lo que nunca les falta nunca es la positividad. Esta iniciativa les completa, les ayuda a no despegarse de su casa, ese bien tan preciado y qué tantos recuerdos han amasado durante años.

María indica que con esta iniciativa no suplen la Ley de Dependencia, "sino que es un apoyo más para nuestros mayores". Además de que estos usuarios no tengan que abandonar su casa aunque no se valen por ellos mismos, el proyecto les ayuda a conectarse con su barrio y buscar la compañía en iguales de su alrededor.

Miguel llegando al voluntariado
Miguel llegando al voluntariado / Miguel Ángel Salas

Ser voluntario en Cruz Roja es ser lo que se describe al principio, interprete, brazos, pies y, también ese guiño a la fiesta, a las sonrisas, a ese momento de ternura, comprensión y compañía. Desde Cruz Roja ayudan a los mayores a realizar trámites, buscar y gestionar ayudas. A veces, incluso, Cruz Roja se alía con otras asociaciones para completar la misión: "acompañar al 100% a nuestros mayores referentes porque algún día muchos estarán en sus pieles".

Nos emociona porque tenemos muchas personas con enfermedades crónicas y con problemas económicos", comenta María. Uno de los puntos donde más hace hincapié es en el acompañamiento emocional, una forma de comunicación que trasciende desde hablar del día a comentar cómo gestionar sus momentos de enfermedad. Para la responsable de Cruz Roja el verano es una etapa mala, "una etapa en la que la salud emocional de los abuelitos, y la de todos, se siente un pelín alterada". Un momento estival donde estas personas se sienten agobiadas de estar siempre en casa, hasta que alguien llama a la puerta.

Hoy por la puerta entra Miguel. Él tiene 67 años y fue comercial hasta que se jubiló hace dos años. “Vi a un vecino mío que hacía estas gestiones y yo estaba pendiente de mi jubilación y me interesaba participar en estas cosas. Vi a los mayores y me gustó mucho y me lo paso genial con ellos y con ellas. Ellas suelen estar solitas, pero son muy agradecidas. Ellas son abiertas. Son personas muy necesitadas, cuando llega alguien con buena fe. A mí me han autorizado ir hasta a Hacienda, ya que a quien me autorizó desplazarse le cuesta un mundo, estamos para ayudarle. El ser humano es el animal más vulnerable que hay, tenemos muy poco tiempo de estabilidad. Es un arco de principio y fin que es igual”, defiende. Hoy al montar en la furgoneta, Miguel pronuncia unas palabras preciosas: “Vamos a alegrarle el día a Isabel”. Y a ello se dirige. El Día de Córdoba lo acompaña.

Isabel tiene unos 70 años y está esperando tras la puerta, a su lado su perrita, Duna, le trastea los pie. Cuando entramos con Miguel en la vivienda, Isabel no para de lanzar piropos. Está contenta. Para ella es el mejor momento del día. En ocasiones repite sin cansarse que quiere que se quede más tiempo. Además, bromea y pregunta sobre los amores, ya que los que hoy la acompañan lucen una juventud más pronunciada, aquella, la suya que ella también nos recuerda.

Miguel e Isabel del proyecto VIDA
Miguel e Isabel del proyecto VIDA / Miguel Ángel Salas

Isabel le explica a Miguel todas las ayudas que piensa que le vendrían bien, pero sin venirse abajo. La positividad que irradia atraviesa cualquier pasillo, puesto que ella no ha tenido un camino fácil. En su mesita, una libreta, casi completa, donde lee un escrito dirigiéndose a esos "ángeles sin alas", que llevan una cruz roja en la espalda. Isabel narra a la perfección, le encanta escribir y charlar.

No ha tenido una vida fácil, pero su forma de seguir luchando la hace aún más fuerte. Mira con cariño las cremas que Miguel le ha traído, porque son buenas para sus piernas, y para el resto del cuerpo. También, le ha llevado sopas de letras, un recurso que la entretiene y que hace su mente se entrene. Isabel sonríe y le dice que lo quiere, aunque hoy nos quiere a todos los que estamos en esa casa.

A Salas, el fotógrafo, le deja que le haga fotos en cualquier parte. A una servidora le aconseja sobre los amores, ya que, para ella, soy "muy bonita". Nos invita a quedarnos, porque esos minutos para ella son un respiro. Ahora, Isabel además de ser madre de cinco hijos y abuela de dos nietos, es "familiar postizo", como ella dice, de una redactora y de un fotógrafo. Ella, al igual que a todos los usuarios que ayuda esta entidad, seguirá necesitando ayuda, pero esos “ángeles” se buscaran las vueltas para que nunca le falte un plato en la mesa y un ungüento para sus piernas.

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