Además de más envejecida, Córdoba está cada vez más vacía. La provincia acumula ya una década perdiendo habitantes, pues ni siquiera el flujo migratorio positivo puede frenar la salida hacia otros lugares de los propios cordobeses y, sobre todo, el acuciado descenso de la natalidad, que sigue la tónica general de los tiempos actuales. La última actualización del censo, publicada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), deja la población en 776.582 vecinos, cifras similares a las registradas en torno a 2005.

Por aquel entonces, Córdoba vivía una etapa de crecimiento pleno. Tras tocar suelo en el inicio de 1981 (721.446 habitantes), comenzó a despegar hasta superar las 800.000 personas a mediados de 2010 y fijar su tope año y medio después, al comienzo de 2012 con 802.717. Pero a partir de ahí, la caída no parece tener freno. En la última década, con la crisis económica haciendo mella –al margen de la reducción drástica de nacimientos–, la provincia ha perdido 26.135 vecinos, a una media de casi 2.500 por año que, de momento, este 2022 rompería por poco, pues el descenso en el primer semestre es de solo 1.095.

Con todo, la situación de Córdoba, que solo comparte Jaén dentro de la comunidad andaluza –son las únicas que no crecen en este último balance–, contrasta con la tónica general tanto de la región como del país. De hecho, según los datos publicados por el INE, la población aumentó en España en 182.141 personas en la primera mitad de 2022 y se situó en 47.615.034 habitantes a 1 de julio. Es el valor máximo de la serie histórica y tiene como base el saldo migratorio positivo, que logró contrarrestar el saldo vegetativo negativo (más muertes que nacimientos).

Un punto, este último, que no ha tenido ese mismo efecto en la provincia, a pesar de que la llegada de extranjeros ha seguido creciendo en los primeros seis meses del presente ejercicio tras la apertura nuevamente de las fronteras tras la pandemia del Covid: 1.232 personas. Pero la pérdida de población nacional es casi el doble (2.326) en este periodo y se acerca a los 4.000 en el último año, desde el 1 de julio del pasado 2021 (los migrantes se incrementaron en la segunda mitad del pasado año en 40 personas).

Por cierto, que entre los habitantes de Córdoba llegados del extranjero, predominan básicamente los procedentes de otros países de Europa, con casi 12.000 de los algo menos de 28.000. Luego destacan los sudamericanos (5.444 personas), seguidos de los africanos, con algo menos de 5.000, y los centroamericanos y caribeños, que son casi 3.000 en la provincia; asiáticos (1.992) son el último grupo de relevancia, dado que de América del Norte no llegan a 500 habitantes y el censo de los naturales de Oceanía o apátridas es testimonial.

A nivel nacional, entre las principales nacionalidades, los mayores incrementos en el primer semestre del año se dieron entre la población colombiana (60.142 personas más), ucraniana (48.396 más) y venezolana (31.703 más). Y los mayores descensos en la de Rumanía (11.751 personas menos), Reino Unido (–8.381) y China (–5.058). En términos relativos, los mayores crecimientos fueron para los nacionales de Ucrania (45,8%), Perú (20,1%) y Colombia (19,1%), y las mayores caídas se dieron entre los nacionales de Ecuador (–2,8%), Reino Unido (–2,7%) y China (–2,6%).

En definitiva, el saldo migratorio de España con el exterior fue positivo en 258.547 personas en la primera mitad de 2022. Este saldo fue mucho mayor al del primer semestre de 2021. Estos datos mantienen la tendencia creciente observada hasta 2019, que se vio afectada los años 2020 y 2021 por el Covid-19. Un total de 478.990 personas procedentes del extranjero establecieron su residencia en nuestro país (un 137,9% más que en el primer semestre de 2021). Por su parte, 220.443 personas abandonaron España con destino a algún país extranjero (un 11,7% más).