Comestibles Risquez: frutas y dulces en familia desde los 80

Comercios con historia

El comercio fue creado por Antonia Risquez en el barrio de Santa Rosa

Roberto Manuel Peluqueros: herencia, artesanía y cambios desde hace casi 50 años

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José Félix Risquez, propietario de Comestibles Risquez, en Santa Rosa / Rocío Aguilar

Comestibles Risquez se encuentra ubicado en la calle Comandante Velázquez número 8, en el barrio de Santa Rosa, y entre sus metros cuadrados guarda horas de historias y cambios en el barrio. Hoy, es su segunda generación quien levanta la persiana cada día, siempre con una sonrisa y atendiendo a la clientela de la manera más cercana posible. José Félix Risquez, como se llama su gerente, lleva más de tres décadas detrás de aquel mostrador, y es consciente que negocios como este ya quedan muy pocos en la ciudad.

"Este comercio lo fundó mi madre, Antonia Risquez, en 1979, y estuvo al frente unos 15 años. Me he criado aquí porque cuando abrió la tienda yo tenía siete años, así que llevo toda la vida", describe, al tiempo que añade que fue hace unos treinta años cuando se casó y decidió quedarse con el negocio que conocía como la palpa de su mano. En sus primeros años, el comercio vendía comestibles, aunque la fruta, uno de los atractivos actuales del negocio, llegó años más tarde. "La fruta la introduje yo con 19 años, cuando llegué de la mili. Antes, en el comercio se vendía muchísimo puesto que no había grandes superficies", relata Risquez.

La puesta en marcha de la tienda no fue algo hecho al azar, sino que, de alguna manera, era una idea que viajaba por la mente de la fundadora desde hacía ya unos años antes. "Sus padres tenían un negocio y ella siempre había estado cerca de este tipo de emprendimientos. Por eso, decidió crear la tienda y le fue muy bien", señala con orgullo Félix, quien recuerda que su madre ha trabajado mucho en el local. Además, cuenta que su padre era albañil y que cuando acababa su jornada iba a la tienda a ayudar a cerrar a su madre.

Desde esta tienda, sus propietarios también han visto evolucionar el barrio de Santa Rosa. Por empleo, hace casi 50 años la calle Comandante Velázquez "era todo un solar y el primer bloque que se hizo en esta calle fue este", anota. A pesar de ello, su madre no puso reparos y decidió comprar el local, que mide unos 68 metros cuadrados y cuenta con un espacio dedicado a la trastienda.

A pesar de este casi medio siglo de vida, una de las cosas que no ha cambiado es su horario de apertura, ya que José Félix suele abrir de lunes a sábado para atender a su clientela de la mejor forma posible, tal y como aprendió de su madre. "Tengo mucha relación con ellos y también muchísima confianza; eso es bueno para el negocio. Aquí el 70% de personas que viene suelen ser veteranas porque la gente joven está más acostumbrada a las grandes superficies. Por su parte, los mayores son más afines a los negocios pequeños; esto es como una gran familia", resalta.

José Felix Risquez organizando los dulces

Detrás de estos pequeños comercios, hay mucho trabajo que, a veces, no se aprecia. Prueba de ello es que José Félix, según relata, se levanta a las 04:30 cada día, compra la fruta y luego vuelve a la tienda para montar los puestos. Es a partir de las 08:30 cuando comienzan a llegar los primeros clientes.

Además de la fruta, en esta tienda de Santa Rosa también se pueden comprar exquisitas chacinas como chorizo y morcilla, además de legumbres a granel. Y al llegar las navidades, la variedad de productos se amplía con la puesta a la venta de roscos fritos, pestiños y también magdalenas.

De locales comerciales a apartamentos

Tiendas de este tipo que nacieron llenas de ilusión hace casi cinco décadas y que fueron un pilar para su clientela y también para el barrio, viven actualmente con el miedo a saber si van a poder sobrevivir por la expansión de las grandes superficies, la venta online y los nuevos gustos culinarios. Es más, este comerciante de Santa Rosa reconoce que actualmente tener un negocio de estas características es "muy sacrificado".

Risquez no tiene reparos en reconocer que "en el pequeño comercio no se ve futuro" y vaticina que solo quedarán algunas porque "muchos cerrarán". Como ejemplo, destacada que hay muchos locales que en su día fueron tiendas como la suya que se están quedando vacíos o que se están convirtiendo en apartamentos.

A pesar de ello, hace un llamamiento a los más jóvenes para que compren en las pequeñas tiendas del barrio, las de toda la vida por varios motivos. Entre ellos, el trato familiar que ofrecen "una confianza que no puedes encontrar en grandes superficies. Yo creo que es bonito lo que es un comercio de este tipo".

Dado lo sacrificado de esta profesión, José Félix que prefiere que sus hijas se dediquen a otra cosa porque en la tienda "hay que echar muchas horas. A mí me gusta que esto es mío, es un vínculo muy bonito, por eso, sigo aquí. Llevo toda mi vida en estas cuatro paredes".

Por el momento, no ha pensado en cerrar en la tienda y avanza que "a corto plazo, seguiré aquí para complacer a mis clientes, que son muy buenos, aunque muchos de ellos ya han fallecido".

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