Educación
  • Un trabajo de investigación convertido en documental recupera la memoria histórica de un centro por el que pasaron desde Góngora a Cervantes y que puede considerarse como el primero de la ciudad en instaurar la enseñanza reglada

El colegio de La Compañía: la primera institución educativa moderna de Córdoba

Unas alumnas entran en el colegio. Unas alumnas entran en el colegio.

Unas alumnas entran en el colegio. / Juan Ayala

Escrito por

· F. J. Cantador

Redactor

"El Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús, en la actualidad Reales Escuelas la Inmaculada, es la historia de la educación en Córdoba, la primera verdadera institución educativa de la ciudad, en el sentido moderno del término", sentencia Giuseppe Palmieri, profesor del centro y director, junto a Emilio Muñoz, de un documental "con el que hemos querido devolver al colegio al lugar que le corresponde en la historia". Ese documental, en el que han buceado en la historia de la institución, lleva por título 1553-2021. De Colegio de Santa Catalina a Reales Escuelas La Inmaculada.

Palmieri detalla que a lo largo de las décadas, diferentes órdenes religiosas –jesuitas, maristas, escolapios- se sucedieron por las dependencias del Colegio de la Plaza de la Compañía, "cada una de ellas animada y orientada en su gran labor educativa por los preceptos de sus fundadores y de las figuras más carismáticas de cada orden". El director del documental sostiene que "este y otros motivos han podido ir influir en una posible y progresiva difuminación, en la memoria colectiva e incluso en la percepción de los mismos docentes, de los rasgos identitarios de aquel proyecto educativo primigenio" que inauguró su camino en 1553 como Colegio-Escuela de Santa Catalina de la Compañía de Jesús para convertirse, en el último cuarto del siglo XVIII en las Reales Escuelas de Primeras Letras -conocidas en Córdoba como las Escuelas del Deán-, y posteriormente en las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción y San Francisco Javier.

La puesta en marcha, antes que el documental, del Proyecto de Investigación y Puesta en Valor del Patrimonio e Identidad de las Reales Escuelas La Inmaculada, detalla Palmieri, surgió de la necesidad de potenciar "la recuperación de la imagen y el prestigio de la institución educativa que, con casi cinco siglos de historia, puede ostentar la primacía cronológica entre los centros educativos de cualquier orden y nivel en Córdoba, y evitar al mismo tiempo la posibilidad de que, de forma paulatina, los valores fundamentales de la institución puedan ir cayendo en el olvido o en la irrelevancia, tal y como ha ido ocurriendo en otras antiguas y blasonadas instituciones de nuestra geografía", defiende.

Giuseppe Palmieri presenta el dodumental Giuseppe Palmieri presenta el dodumental

Giuseppe Palmieri presenta el dodumental / El Día

Palmieri apunta que, en realidad, los primeros trabajos de investigación, llevados a cabo por la profesora María Gracia Arias en los archivos históricos del colegio, tuvieron comienzo en el año 2018 y se vieron reflejados en una memoria que sintetizaba algunos de los aspectos sobresalientes de la historia de la institución, "entre otros, su valor y función social como primer centro de enseñanza gratuito en Córdoba y como lugar de trabajo o formación para algunas de las figuras de mayor relieve de la literatura española y universal".

En el año 2020 comenzó un trabajo de investigación más profundo, en archivos externos, repositorios científicos y bibliotecas universitarias, "pudiendo contar con el apoyo de numerosos investigadores. Entre ellos cabe mencionar a Wenceslao Soto Artuñedo (que nos recibió en el Archivo de la Curia General de los jesuitas en Roma), Juan Aranda Doncel, Francisco Montes Tubío, Sebastián de la Obra Sierra y Fernando Penco Valenzuela", que, desde distintos enfoques disciplinarios, habían investigado la historia de la institución o hechos históricos relacionados, de una forma u otra, con la misma.

En el documental queda claro que el proyecto de un colegio en Córdoba empezó a configurarse a mediados del siglo XVI, "en una época en la cual la instrucción brilla por su ausencia y el analfabetismo difuso, junto con la superstición y las habladurías populares merman el crecimiento y la estabilidad socioeconómica de la población". Palmieri insiste en que es una época de grandes cambios, con una sociedad dividida cuyos fuertes contrastes internos a menudo desembocaron en violencias y abusos, justificados por el linaje o la pertenencia a distintos grupos sociales –como es el caso de los judeoconversos y de sus descendientes- que son objeto de sospecha y rechazo, prácticamente en todos los ámbitos de la sociedad, de la política y de la economía.

Palmieri detalla que en el proceso de constitución del primer colegio de Córdoba se vieron implicados, de forma directa, figuras históricas "de tan gran envergadura, renombre universal y carisma", como son la del Doctor de la Iglesia Universal San Juan de Ávila –que con sus discípulos, llevaba un tiempo promocionando la instrucción en aldeas y pueblos de Andalucía-, de San Francisco de Borja o del mismo San Ignacio de Loyola".

Detalle de la escalera imperial del colegio. Detalle de la escalera imperial del colegio.

Detalle de la escalera imperial del colegio. / El Día

"Son indicios irrefutables de la importancia del proyecto y del enorme valor social del mismo, más aún si tenemos en cuenta las circunstancias socioeconómicas que caracterizaron la época en la que los hechos tuvieron lugar", sentencia. Palmieri explica que el sueño compartido entre el Maestro Ávila y una recién fundada Compañía de Jesús encontró apoyo y patrocinio en dos miembros de la familia de los Fernández de Córdoba: "por un lado, doña Catalina Fernández de Córdoba, II marquesa de Priego, cuyo hijo Antonio se había hecho jesuita, y otro pariente de otra rama de la familia, el deán Juan Fernández de Córdoba y Zúñiga, señor de Rute e hijo de los condes de Cabra".

Palmieri explica que el deán Juan Fernández de Córdoba es un personaje emblemático de la Córdoba renacentista. "En pleno Concilio de Trento, pensó aprovechar la reorganización de la iglesia y optó a una cátedra cardenalicia. Se convirtió en protector incondicional de los jesuitas en la ciudad y a través de una donación otorgada en 1554, entregó a la Compañía de Jesús su palacio –en la actual Plaza de la Compañía-, rentas y otros bienes (libros, ajuar litúrgico, etcétera) para que el proyecto de colegio se pueda llevar a cabo", añade.

Por otra parte, prosigue, el mismo Juan de Ávila había obtenido del Ayuntamiento el compromiso de financiar una parte de los gastos para que el colegio se abriera a todas las capas sociales, alejando del proyecto educativo cualquier connotación elitista. En el otoño de 1553 empezarían las clases, en vía provisional en una de las Casas del Agua ubicadas en los alrededores de la Catedral –en la actual localización del Restaurante el Bandolero, según mantiene el historiador Wenceslao Soto- para trasladarse un año después en las instalaciones definitiva de la plaza de la Compañía, donde hoy, casi cinco siglo después, "entre muchas vicisitudes", el colegio sigue funcionando.

"Hablaríamos pues del primer colegio concertado de Andalucía, donde la Compañía de Jesús es la institución educativa y el Ayuntamiento garantiza el sustento de aquellos primeros 18 profesores jesuitas que inauguraron la andadura, en nuestra ciudad, de una primera experiencia educativa que, utilizando una expresión de nuestros tiempos, podemos definirla como reglada", sostiene.

Inscripción que recuerda la fundación del colegio de la Inmaculada. Inscripción que recuerda la fundación del colegio de la Inmaculada.

Inscripción que recuerda la fundación del colegio de la Inmaculada. / El Día

"No hablamos de un despacho parroquial para enseñar las bases del latín y de la gramática o de preceptores particulares cuyos métodos de enseñanza carecían de enfoque pedagógico, sino de una institución para toda las capas sociales, con exámenes de acceso para el alumnado que desde el primer día se dividiría por niveles y competencias y de una metodología educativa clara, basada en los principios de la ratio studiorum –en castellano plan de estudios-, una visión de la educación como un programa de vida centrado en el conocimiento experiencial, el diálogo y la comunicación educativa entre maestros y estudiantes. Su objetivo es la formación completa del hombre libre, promover su dignidad como persona mediante el pleno desarrollo intelectual, moral y religioso", apunta Palmieri, quien añade que el método educativo tuvo tal éxito que solo cien años después de la fundación del colegio los jesuitas tenían ya 444 escuelas.

El Colegio de Santa Catalina en Córdoba –nombre elegido, según algunos por la especial devoción del deán Juan Fernández de Córdoba hacia la Santa, según otros para homenajear a su patrocinadora, la marquesa doña Catalina-  es un referente en toda Andalucía, tanto en lo que se refiere a la calidad de la enseñanza -pudiendo otorgar incluso títulos universitarios gracias a una bula del papa Gregorio XIII, promulgada expresamente para convalidar los títulos de Santa Catalina-, como en lo relacionado con su carácter abierto y universal, que permitió el acceso a la cultura y al conocimiento a jóvenes de cualquier clase y procedencia, obviando o suavizando incluso las estrictas normas que los Estatutos de Limpieza de Sangre impusieron en los territorios pertenecientes a la Corona Española.

Palmieri destaca que por sus aulas pasaron entre muchos otros personajes de renombre, los padres Martín de Roa y Pedro Pablo de Acevedo, como docentes del centro, o Juan de Rufo, Luis de Góngora y –según concluyen a partir de datos fehacientes, la enorme mayoría de historiadores y cervantistas que han afrontado el tema- el mismo Miguel de Cervantes, cuyos primeros pasos en el aprendizaje de las letras  se dieron precisamente en las aulas del Colegio de Santa Catalina.

"Hablamos pues de una institución pionera y prestigiosa –la arquitectura del edificio y la presencia de una joya como es su famosa escalera imperial lo ponen de manifiesto- que desde sus comienzos desempeñó un papel de primer orden en la educación y en el desarrollo de la sociedad cordobesa y andaluza, inaugurando un concepto de apertura, tolerancia y enseñanza para todos, a través de una metodología vanguardista que supera por primera vez en la historia moderna el concepto de instrucción –entendida como transmisión de contenidos-, en favor de una práctica educativa integral, pensada para plasmar a las nuevas generaciones a partir de virtudes y valores humanos", relata Palmieri.

Entrevista a Francisco Penco en el documental. Entrevista a Francisco Penco en el documental.

Entrevista a Francisco Penco en el documental. / El Día

Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el colegio de Santa Catalina no murió, sino que generó nueva vida, tal y como detalla Palmieri. Francisco Javier Fernández de Córdoba, otro deán de la misma estirpe que el primero, pidió a Carlos III el edificio que había sido colegio de los jesuitas, con la intención de fundar una Obra Pía y abrir escuelas gratuitas para niños y niñas en Córdoba capital. Las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción, como centro gratuito de primera enseñanza, representan –según las expresiones utilizadas por los investigadores involucrados en el trabajo de investigación y puesta en valor que el documental resume y pretende difundir- “…la auténtica columna vertebral de la educación en Córdoba” y “un verdadero baluarte de la educación de la cultura y de la educación cordobesa y andaluza”.

"Evidentemente, no podemos sentirnos ajenos a los objetivos que desde el principio de su historia convierten este colegio en un referente y, tal y como lo hizo el fundador, Francisco Javier Fernández de Córdoba, a finales del siglo XVIII después de la expulsión de los jesuitas, recogemos el testigo para que las Reales Escuelas La Inmaculada sigan siendo ese referente de calidad, como siempre lo fueron desde sus comienzos como Colegio de Santa Catalina", sostiene Palmieri.

"Es la oportunidad –única- de reconciliar las distintas etapas históricas de una institución que ha de entenderse como un único gran proyecto educativo al servicio de la sociedad. Nuestra labor de investigación se ha desarrollado también a través de un acercamiento global al patrimonio de las Reales Escuelas La Inmaculada donde, aun siendo conscientes del indudable valor histórico artístico que tiene el patrimonio material que el centro atesora, lo que más nos importa es recuperar y dar a conocer los aspectos y contenidos inmateriales, el legado intangible de una Institución educativa que ha de entenderse como patrimonio común para la ciudad de Córdoba y para Andalucía". añade.

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