Córdoba

"Nuestras casas embellecen el monumento omeya"

  • Varios grupos de turistas van a pie hasta el yacimiento

Cuando hace siete años José Luque, un residente de Las Pitas, vendió su piso del Parque Azahara y se mudó a una casa de Las Pitas, no era consciente de la polémica que se le avecinaba: "Los problemas todavía no habían empezado, porque aquello fue antes del 2003. El Ayuntamiento me impuso una multa de 60.000 euros que luego se quedó en 6.000. Pagué y ya está. Como yo, muchos", relataba ayer mientras jaleaba consignas por un megáfono. "Mi familia vive fuera de ordenación como otras tantas. Pagamos como cualquiera y lo que pedimos es que el Ayuntamiento nos dé autorización para traer el agua, no que nos pague la obra", dijo Luque, que reside en una casa de 120 metros cuadrados.

A la vivienda de María Ángeles Rosa, que reside en Las Pitas desde el 96, tampoco llega el agua: "Cuando ponemos la lavadora, la ropa sale asquerosa, se le va el color", lamentaba ayer esta vecina que cada dos días tiene que ir a una fuente a por agua potable. "Cuando nos mudamos aquí, el Ayuntamiento nos exigió que nos empadronáramos para darnos agua y luz", recordó. El suministro hídrico todavía no ha llegado: "Nos prometieron que nos iban a dar este servicio y todavía no lo tenemos. Son unos chaqueteros".

Como María Ángeles, José Bueno tampoco ha tenido que pagar multas por edificar junto a la ciudad palatina. Su vivienda, construida en el 94, fue una de las primeras: "La luz la tenemos desde hace diez años y el teléfono también. Hemos llegado al extremo de manifestarnos porque abrimos los grifos y sale un olor malísimo. Cualquier día puede ocurrir alguna intoxicación grave", advirtió mientras sostenía una pancarta en mitad de la vía que da acceso a Medina Azahara.

Pero el problema de las parcelaciones irregulares no es particular de Córdoba. En Valladolid también proliferan las casas sin licencia. "Y en toda España", lamentó una turista vallisoletana que no pudo acceder en taxi al monumento. "En la oficina de turismo no nos han advertido de que no se podía llegar. Y el taxista tampoco sabía nada", dijo la turista. Como ella, otros grupos de visitantes se dieron de bruces con la protesta. Al menos tres autobuses de extranjeros optaron por apearse y recorrer a pie los dos kilómetros cuesta arriba hasta el yacimiento. Unos animaron a los manifestantes; otros, en cambio, se limitaron a agachar la cabeza. Una familia alemana procedente de la ciudad de Colonia, en vehículo particular, prefirió acceder a la ciudad omeya desde la carretera de Trassierra, con el problema de que esta ruta alternativa no aparecía en su GPS.

"Nuestras casas embellecen el monumento omeya y no estamos dispuestos a negociar para irnos a otro sitio", advirtió un propietario de la Gorgoja II con una pancarta en la mano. Como ésta, ayer se escucharon otras razones rocambolescas a pie de carretera, como que el BIC invadió las parcelas, como que "la Comunidad Económica Europea debería tomar cartas en el asunto". Los cortes de carretera, y sus motivos, continuarán durante todo el mes de octubre.

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