Córdoba

El callejero entra en campaña

  • Con un balance discreto, al cogobierno no le queda más remedio que sacar pecho  de la memoria histórica, aunque ni siquiera en esto se ponen de acuerdo PSOE e IU

Alba Doblas, Pedro García y sindicalistas de CCOO, en la calle Manuel Rubia.

Alba Doblas, Pedro García y sindicalistas de CCOO, en la calle Manuel Rubia. / Juan Ayala

Esta semana y la que viene y seguramente hasta mayo o hasta junio o quién sabe si de manera indefinida -porque esta parece la campaña interminable- vamos a escuchar a nuestros políticos hablar del interés general, de lo preocupados que están por lo problemas de sus vecinos, de todos los proyectos que se van a desbloquear de la noche a la mañana.

Seguramente, la mayoría ya se habrá dado cuenta de que todo esto hay que cogerlo con alfileres. Que en campaña nuestros políticos prometen por encima de sus posibilidades y la política al final lo mancha todo, incluso la inocencia de quien todavía sigue creyendo en unas siglas.

Viene todo esto a cuento del cambio de callejero, un asunto que nació con polémica desde el principio y que sigue siendo arma arrojadiza entre partidos, en este caso entre los miembros del equipo de gobierno, PSOE e IU. 

Estamos en campaña y ya se sabe que hay que sacar pecho de lo mucho o poco que se haya hecho. Con un grado de ejecución de proyectos bastante discreto, con cero iniciativas nuevas puestas en marcha, con cien millones en la caja sin gastar y un atasco en la gestión que ya no es problema de los recortes impuestos por el Gobierno central, a este equipo de gobierno solo le queda apelar a la estrategia con la que empezó: los gestos. Y, en este caso, la memoria histórica, que se ha convertido en eje central de la política cuando lo deseable es que fuera algo ya superado. Pero ahora que vuelven los extremos y, aunque resulte triste, utilizar la memoria histórica para captar votos es un caramelo muy goloso al que es difícil renunciar. 

El cambio de una quincena de calles del callejero de la ciudad ha sido uno de los leiv motiv del cogobierno, como ya se ha dicho, aunque todos los pasos que se han dado en marcha han estado marcados, qué curioso, por las campañas electorales. Fue en pleno proceso de los comicios andaluces, en diciembre, cuando se aprobó de manera definitiva en la Gerencia Municipal de Urbanismo la modificación del nombre de las vías. Desde entonces, no se sabe muy bien por qué aún no se había procedido al cambio de los rótulos. Y ha sido ahora,  justo en la campaña de las elecciones generales, cuando se han cambiado dos.

Y aunque ya lo hemos contado aquí, vamos a recordarlo. Se han cambiado dos (Manuel Rubia, antes Fernando Fernández, y Ana Claro, antes Poeta Antonio Arévalo) porque la teniente de alcalde de Participación, Alba Doblas, llamó a Movilidad y les pidió como favor que al menos esas las cambiara, según la versión que el edil de Movilidad, Andrés Pino, dio a este periódico. Y el cambio se hizo justo un día antes de que IU fuera allí a sacar pecho.

Por el momento no se sabe cuándo y cómo se seguirá rotulando calles. Nadie se atreve a dar un plazo. Es el PSOE el que tiene reticencias, lógicamente, que de manera pública evita decir lo que se dice en privado: que no se van a cambiar más calles. Porque una cosa son las exhumaciones en el cementerio de la Salud, un acto de justicia en el que todo el mundo está de acuerdo, o los homenajes a los funcionarios y políticos asesinados durante el franquismo que una foto con el azulejo de Foro Romano en Cruz Conde

Aquí la cosa cambia y, además del interés general, hay que pensar en cuántos votos puede costar. Porque –y aquí nadie se salva– ya se encargará el adversario político de prometer la vuelta a la normalidad en el callejero si finalmente llega ese momento.

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