De la calle Chaparro a Juan Tocino
Una decena de recintos componen el itinerario que aúna los patios de Santa Marina y San Agustín, un recorrido que desde primeras horas de la jornada está repleto de largas colas.
Santa Marina es un reguero de gente desde primeras horas de la mañana. Una larga cola se agolpa a las puertas de Marroquíes, 6 a la espera de que abra esa pequeña ciudad dentro de la ciudad, la típica casa de vecinos de toda la vida, un multipremiado recinto que siempre ha utilizado los premios para invertir en mejoras. "Se nos va todo en mantenimiento; este año hemos pintado e invertido en flores", detalla Carmen Álvarez. Además de conservar espléndidos, como de costumbre, todos los geranios, han incluido surfinias, hortensias, enredaderas... "y hasta un glicinia nueva", que conforman un mar de plantas entre puertas teñidas de azul. "Mirad, esta planta se llama la espina de Cristo, porque con una como esta se hizo la corona que le pusieron a Jesús", explica Carlos Bravo a sus alumnos del colegio de El Carmen.
Largas colas esperan también a las puertas de Chaparro, 3 para ser recibidas por un zaguán en el que se expone una obra infográfica del artista Pepe Lara. Todos somos gente, lleva por título. Dentro, Lola García y Antonia León reciben a los visitantes que se adentran en este inmueble que comparten cinco familias. "Este año hemos cambiado el color de las paredes, de azul a arena, y hemos colocado platos nuevos, además de incluir plantas sembradas en latas, como antiguamente", explica Lola. El recinto, en el que son singulares su arriate central y su fuente con arco y en el que sobresalen, entre otras flores, un rosal de pitiminí, una gran costilla de adán y un conjunto de magníficos geranios, tiene plantas nuevas con nombres raros. "Un nephente, por ejemplo, y en la mesa que hay junto a la fuente hemos incorporado plantas acuáticas", insiste Lola. También le han dado un tratamiento de color amarronado a las losas que componen el suelo, "para darle más viveza", señala.
Tanta viveza como la que transmiten los niños del colegio de El Carmen a las puertas de Tafures, 2, deseando entrar a contemplar esta pequeña joya en la que Francis Serrano ha realizado un homenaje a aquella manera de plantar a la antigua usanza en latas y en la que ha dedicado "un rincón al agua, con cántaros de mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos rodeando la fuente mozárabe", relata. Tafures, 2 es ese patio cordobés chiquito que adorna el callejón, como cantaba Ramón Medina, en el que destaca la iluminación de candiles. Esa iluminación vista a través del ventanal desde el que se contempla la calle "le da al patio un toque de magia en cada uno de los rincones", relata.
A pocos metros, Juana Romero custodia en Zarco, 15 un bello patio levantado sobre un garaje en el que se pueden encontrar desde flores traídas de la localidad belga de Brujas y de tierras francesas, hasta singulares helechos, geranios chinos o herveras. Todo ello entre elementos no menos singulares como un pequeño cañón. Tan singulares como la máquina de escribir de 1902, el ventilador que parece sacado de una película de cine negro o la máquina de coser de más de un siglo de vida que forman parte de la decoración que María Isabel Navajas ha incluido en su patio, el de Parras, 5, recinto cuyo techo corredizo lo convierte en un gran salón de la casa en el que reina una gran costilla de adán "que el pasado año consiguió el premio especial del jardín botánico", tal y como la propia María Isabel recuerda. "Estamos teniendo estos días muchísimas visitas de excursiones y de turistas extranjeros que vienen buscando este patio en concreto. En 2008, una televisión alemana filmó aquí y en Parras, 6 e Isabel II, un documental en el que se mostraba desde cómo se preparaban los patios hasta la Fiesta y, por ejemplo, este año han llegado turistas procedentes de Francia que, tras ver el documental, querían conocer el patio", detalla.
Turistas como los alicantinos Luisa Fernanda Miquel y Victorino Garrigós, quienes se muestran hipnotizados por la clásica belleza de Parras, 6, que atesora, gracias a los esfuerzos de Rosario Cantillo, mucha tradición en sus pilares, arcos de ladrillo visto y galerías de madera. "Inevitable no fijarse en ese bello pozo de metal y en esa esparraguera", relata una de las octogenarias que acompaña al matrimonio alicantino y que junto a ellos entra en Parras, 8, el hogar de Francisco Martín y Milagros Aznar, una casa que fue cuartel, convento y escuela y donde reina un majestuoso laurel que plantó el padre de Milagros. "Este año destacaría también la planta del sol, la impresionante almedinilla de la escalera y el galán de flor blanca y morada que riega de fragancia el patio", comenta Milagros. "Es impresionante la de gente que estamos recibiendo. A las diez de la noche de ayer, a la hora de cerrar, había en el patio unas 50 ó 60 personas", cuenta.
Tan impresionante como la cola que se acumula a las puertas de Ocaña, 19, la casa de origen cervantino de Ricardo González y Toñi Lucena, donde destacan elementos como sus galerías similares a las de la Posada del Potro, su pilón romano o sus columnas árabes; o la cantidad de gente que recibe Pastora, 2, el hogar de Rafael Barón, en el que hay elementos judíos, árabes cristianos y romanos. "Recomiendo que quien visite este patio intente captar todo lo que hay en él dejándose abandonar a los sentidos", resalta el propio Rafael. Como hay que dejar también abandonarse a los sentidos en Juan Tocino, 3, la casa de Leonor Camorra y Antonio Pérez, en la que "este año presentamos como novedad los adornos del testero de la piscina, con seis jardineras y dos damas juanas, además de los clematíes o la inmensa vegetación que hemos colocado en la peana de la palmera, con geranios, petunias y helechos", comenta Antonio.
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