El alma de quienes sufrieron el cáncer
María Cañas Voluntaria e impulsora en Córdoba de la AECC se convirtió en la referencia de los enfermos oncológicos y de sus familiares, para los que siempre tuvo un gesto de cariño
María Cañas nació en Montoro el 27 de octubre de 1934, a las puertas de una guerra que obligó a sus padres -José Cañas y Catalina Pavón-, abiertamente republicanos, a huir hacia Jaén una trágica noche. Salió antes que sus empleados para preparar la llegada de éstos y sus familias, con los medios necesarios para alojarlos. Sin embargo, la camioneta en que José partió con su mujer, su hermana y sus tres hijos nunca llegó a su destino. Dicen que pudo ser una emboscada o sólo un accidente, pero lo cierto es que el vehículo cayó por un barranco, pudiendo saltar de ella todos los ocupantes salvo el propio José.
A ella la salvó su madre protegiéndola con su propio cuerpo. Fue así como la encontraron, entre los brazos de su madre, que había muerto al despeñarse. María y sus dos hermanos tuvieron que ser separados. Mientras ellos fueron acogidos por familiares de Córdoba y Carmona, María se quedó con su tía en Montoro, donde transcurriría su postguerra, con un sentimiento de soledad que le haría poseer una sensibilidad extrema ante los que sufrían. María vivió junto a su marido José Espino. Se trasladaron a vivir al barrio del sector Sur en Córdoba, donde, a base de trabajo, fueron prosperando hasta situarse en una posición económica desahogada; tuvieron tres hijas y un hijo. Sin embargo, aún no habrían llegado los dos grandes varapalos de su vida. María vivió unos años ingratos y la suya fue una de las primeras separaciones legales de nuestra ciudad, por lo que supuso un escándalo en su día y la incomprensión por parte de mucha gente. Sin embargo, para ella eso no supuso ningún trauma, lo que nunca superó fue perder a su compañero.
Mas tarde aparecería en su vida la terrible palabra cáncer y las perspectivas cuando la operaron de un tumor de mama no eran buenas. Pero el cáncer que le iba a quitar la vida, lo que hizo fue darle una verdadera razón para vivir. Recién operada de una enfermedad que consideraban muy peligrosa, escondió bajo sus ropas sondas y catéteres antes de arreglarse para ofrecer buen aspecto y animar a una mujer que lloraba en una habitación contigua a la suya, tras una intervención quirúrgica.
Intervino en programas de televisión en los que prestó su testimonio. Es donde María cuenta cómo se marcaba pequeñas metas para seguir luchando contra la enfermedad paso a paso. Olvidó su propia enfermedad cuando tenía que dar ánimo, esperanza y fuerza a quienes luchaban por superarla. María fue valentía manteniendo en todo momento su postura crítica sin amedrentarse por el poder o la autoridad de aquellos a quienes se enfrentaba para defender lo que ella consideraba justo.
Al final fue la hepatitis que le habían contagiado durante una de sus operaciones la que se la llevó, cuando ya estaba demasiado cansada para seguir luchando. María había batallado desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) por mejorar las condiciones de vida de los enfermos. Fue una de las fundadoras de la AECC en Córdoba. Fue impulsora del programa Vivir Como Antes, dirigido a mujeres mastectomizadas, poniendo en marcha los talleres de teatro, baile flamenco. Se responsabilizó junto a la coordinadora de voluntariado del piso que la AECC ponía a disposición de los familiares de enfermos oncológicos que no tenían donde alojarse durante su estancia en el hospital. Fue la persona más idónea para coordinar las Juntas Locales de la Provincia de Córdoba, dado que era querida y respetada por cada una de ella. Voluntaria del hospital, aportó su testimonio a todos los que acudieron desorientados en busca de su apoyo.
En el barrio del Sector Sur, la recordarán siempre, pues tuvo una gran sensibilidad hacia aquellos que sufrían. Una mujer abnegada, supeditada a los demás, que tuvo una postura crítica sin que el poder o la autoridad la intimidaran. La AECC y la ciudad de Córdoba le rindieron un homenaje cuando se le otorgó una calle, el Paseo de la Voluntaria María Cañas, que cruza el Paseo de la Victoria a la altura de la calle Concepción. Cañas es la primera voluntaria de la AECC a la que se le otorga una calle y se trata de un reconocimiento, de un "acto de justicia", por la bondad, generosidad y entrega que había demostrado y enseñado a los que la rodeaban. La AECC cuenta actualmente también con un servicio para los enfermos de cáncer y de sus familiares, Infocáncer, un consultorio online y un teléfono gratuito, 9000100036, que está disponible 24 horas durante los siete días de la semana, para que puedan hacer cualquier consulta y donde un equipo de voluntarios y profesionales ofrecerán información, apoyo, ayuda o asesoramiento. Hoy en día muchos hombres y mujeres que han superado el cáncer llevan a cabo un voluntariado testimonial en los hospitales que permite a los que se enfrenta a la enfermedad recobrar la esperanza. María Cañas murió 26 de mayo de 2001, luchó hasta el último momento contra la enfermedad, pasando por momentos difíciles y nunca se rindió. Ninguno ha olvidado la sonrisa que siempre estaba dibujada en su cara y su mirada alegre, pensando siempre en los demás.
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