Otoño se aproxima, vuelta al trabajo, época de reencuentros tras el largo verano… Y para #cometecordoba tiempo de recopilación de los ingredientes básicos del sabor de la ciudad. La influencia culinaria de las diversas culturas que han enriquecido nuestra cocina han aparecido en vuestras recetas, algunas sorprendiendo por ser desconocidas. No sólo influencia nazarí tiene Córdoba. Los romanos y fenicios aportaron también sus sabores, olores y costumbres. Prácticamente cada rincón de la provincia tiene un plato típico o un elixir de maridaje que da fama a su zona. Por mencionar algunos, de Rute su anís, de Almodóvar del Río, la croqueta; de Castro del Río, sus bollitos del día del Señor; de Los Pedroches sus embutidos.

Seguramente algo ha tenido que ver esta rica tradición culinaria para que Córdoba tenga un atleta paralímpico tan importante como Alfonso Cabello. En apenas unos días, recién llegado de los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, cumplirá 23 años. Su corta edad no hace lógica con su gran palmarés. Alfonso, triple campeón del Mundo de ciclismo en pista, oro olímpico, ha paseado el nombre de Córdoba por todos los rincones del globo. Demuestra día a día, noche a noche, que la capacidad de sufrimiento no entiende de discapacidades, sólo de trabajo, constancia e ilusión.

De hecho, lo que más extraña Alfonso Cabello de su Córdoba -después de la familia y amigos- es la comida. Con apenas 18 años, su nivel y logros deportivos hicieron que se marchara al CAR de Madrid. Alfonso, participante de las Paraolimpiadas 2016, exportará el ingrediente principal del sabor de Córdoba: la capacidad de hacer posible lo imposible a través del esfuerzo. Desde Río De Janeiro contaré su historia, su reto, así que prometo llevarle un salmorejo fresquito, medio bollito de Castro y alguna cosa más, aunque no podré ofrecerle mucho vino de Montilla-Moriles. Aunque es muy sano, lo dejaremos para cuando se vuelva a colgar una medalla y así recordaremos, brindando con un par de catavinos, cómo alimenta Córdoba a sus deportistas.