Alergias alimentarias: reacción a un mundo demasiado limpio
Salud
En Córdoba hay entre 15.000 y 16.000 personas que sufren rechazo a la ingesta de ciertos alimentos, los más comunes en niños son el huevo y la leche, en adultos, frutos secos y marisco
Durante esta semana, se ha celebrado la Semana Mundial de la Alergia. En Córdoba, las alergias más comunes son las respiratorias. El polen del olivo o el del plátano de sombra son los que causan la mayoría de alergias en la provincia. También están muy presentes las alergias a los medicamentos (penicilina, aspirina, ibuprofeno...) y hay quienes no pueden si quiera probar ciertos alimentos.
En Córdoba hay entre 15.000 y 16.000 personas cuyo organismo reacciona ante ciertas sustancias que contienen los alimentos y que, en condiciones normales, no son peligrosas. Así lo expone la alergóloga del Hospital Universitario Reina Sofía Vanesa Sáiz, que reconoce que no es un número exacto porque no existen estudios específicos. Sáiz explica además que dentro de esta cifra se incluyen desde casos leves, “que cursan con síndrome de alergia oral o síndrome polen-alimentos” (tipo específico de reacción alimentaria leve, picazón en boca y garganta que ocurre en pacientes con sensibilización primaria a polen) y “cuadros sistémicos”, esto es, anafilaxias.
Las alergias a ciertos alimentos están muy presentes en pacientes con patologías atópicas, según la alergóloga del hospital cordobés, es decir, en personas con dermatitis, asma y rinitis. Sáiz advierte de que “se trata de un importante problema de salud pública” en el que no sólo aumenta la prevalencia, sino la complejidad de la alergia.
Además existe un hecho constatado: las alergias están más presentes en países en economías desarrolladas. Esta misma afirmación la hace el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Quirónsalud Córdoba, Ignacio García. El especialista apunta que existen varias teorías al respecto. Por un lado, está el desarrollo de los cultivos intensivos, del uso de plaguicidas, de los invernaderos. Se utilizan métodos para hacer a las plantas mucho más resistentes y se crean, apunta García, alimentos “más alergénicos”.
Por otro lado está la que se conoce como hipótesis de la higiene. En este punto, el alergólogo del Quirónsalud añade que la mayor prevalencia de alergias no se da únicamente entre los países más desarrollados, sino que existen diferencias entre la población del mundo rural y los que viven en las ciudades, siendo los segundos más propensos a sufrir estas patologías.
El sistema inmune debe desarrollarse de manera normal y, para ello, debe convivir con las infecciones. Sin embargo, en una sociedad “hiperprotectora”, añade García, el sistema inmune “no se desarrolla” por lo que “tiene que emplearse en algo”. De ahí que el sistema inmune se focalice en cosas inocuas y que no son dañinas, como el polen, los hongos o ciertas proteínas de los alimentos.
Las alergias alimentarias, por otro lado, tienen una alta tasa de resolución en la infancia. Así lo detalla la doctora Sáiz, que apunta hacia la leche y el huevo como las alergias más comunes en niños, pero que suelen desaparecer más adelante. Sin embargo, hay algunas más persistentes, como a los frutos secos, ciertos pescados o el marisco. Otras alergias a los alimentos aparecen ya en la edad adulta y como apunta la especialista del Reina Sofía suelen hacerlo “a través del tracto respiratorio con un alérgeno de reacción cruzada”.
En cualquier caso, los alimentos que causan la mayoría de las reacciones alérgicas significativas incluyen cacahuete, nueces, pescados, mariscos, leche, huevo, trigo, soja y semillas. En niños es común la alergia a la leche, el huevo, el trigo y la soja.
Los tratamientos
Pero, ¿existen tratamientos para las alergias a alimentos? La terapia estándar, obviamente, es evitar estrictamente el alérgeno. Pero tanto Sáiz como García aportan varias claves. El especialista del Quirónsalud Córdoba aporta, por un lado, un hecho: en niños la alergia puede evolucionar de tal manera que si se tiene una reacción a determinada edad y se deja de ingerir dicho alimento, al ser tan plásticos, pueden crecer y haber desarrollado tolerancias a los mismos.
También, en el caso de las alergias a huevo y leche en niños, se están realizando protocolos de inducción de tolerancia oral específica al alimentos (SOTI), “con resultados prometedores”, apunta Sáiz. Sobre ello también habla García, quien explica que tras el diagnóstico y un seguimiento diferente según el paciente, con una administración controlada y supervisada por personal sanitario, es posible revertir la alergia, lo que podría significar que un paciente pudiera tomar un alimento prohibido para él sin ningún tipo de problema.
También existe una vacuna oral para aquellos pacientes que tienen síntomas severos con alimentos vegetales que puede atenuar o suprimir la aparición de reacciones graves y mejorar la calidad de los pacientes, que está disminuida al tener que evitar ciertos alimentos de por vida.
Por otra parte, Sáiz detalla que “dado que la alergia alimentaria se debe a un defecto en los mecanismos de tolerancia inmune modulados por la función y estructura de la microbiota intestinal, el microbioma intestinal ha sido un objetivo para estrategias preventivas innovadoras”.
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