Política municipal

Los retos de Miguel y Rafael, los alcaldes más jóvenes de la provincia de Córdoba: la despoblación, el agua y la falta de conexiones

Miguel Granados y Rafael Pérez, alcaldes de Villanueva del Duque y Villaharta, respectivamente.

Miguel Granados y Rafael Pérez, alcaldes de Villanueva del Duque y Villaharta, respectivamente.

Una nueva hornada de jóvenes alcaldes se ha abierto paso en la provincia de Córdoba en las últimas elecciones municipales celebradas el pasado mayo. Algunos llevan toda su vida en sus pueblos y otros salieron a estudiar sus carreras para luego volver, pero todos tienen en común el gran amor y sentido de pertenencia a su tierra.

En esta nueva generación de regidores destacan especialmente los que han ganado los comicios en pequeños núcleos de la provincia, como es el caso de Rafael Pérez (PSOE) en Villaharta y Miguel Granados (PP) en Villanueva del Duque. Ambos municipios están situados en el Norte de Córdoba: el primero en el Valle del Guadiato y el segundo en Los Pedroches, dos zonas con problemáticas muy similares como la despoblación, la falta de comunicaciones y el agua.

Un paso al frente con 23 años

A punto de cumplir 23 años, Miguel Granados es el alcalde más joven de la provincia. A finales de 2018, se afilió al PP y comenzó a trabajar en Nuevas Generaciones mientras lo compaginaba con sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Eso sí, hasta este año no había entrado nunca en una lista de candidatura electoral. Es decir, en su primera vez en unos comicios ha sido elegido como alcalde de Villanueva del Duque, un municipio de 1.431 habitantes, según el censo de 2022.

Miguel se confiesa un "enamorado" de su pueblo y, aunque se hubiese "dedicado a otro tipo de trabajo, siempre hubiese buscado la manera de estar cerca y vivir" en él porque "me gusta todo: los vecinos, sus tradiciones, la forma de vida...". Villanueva del Duque es un lugar "en el que da gusto vivir", incide.

Miguel Granados, con el bastón de mando del Ayuntamiento y el escudo de Villanueva del Duque. Miguel Granados, con el bastón de mando del Ayuntamiento y el escudo de Villanueva del Duque.

Miguel Granados, con el bastón de mando del Ayuntamiento y el escudo de Villanueva del Duque.

Tiene "tantas ganas de que la gente joven se arraigue" en su pueblo que quería "hacerlo desde la Alcaldía", confiesa. En ese sentido, recuerda que el Norte de Córdoba "ha perdido 6.000 o 7.000 habitantes en la última década", por lo que es una de las zonas de Andalucía más afectadas por la despoblación. Esto enlaza con el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional en el campo. "Tendremos que luchar por ello e intentar retener a la población", asevera.

Además, en su mandato tendrá que afrontar otros problemas de gran relevancia: el más inmediato es la falta de agua potable, pero hay otras demandas históricas como la mejora de las infraestructuras y conexiones de la comarca por carretera y tren. "Estamos muy aislados en ese sentido", reconoce. 

Aparte, le gustaría que los jóvenes tuvieran "vías de futuro a nivel de vivienda y de empleo" y que cuando se hable de Villanueva del Duque se hable "por su pasado, por su presente y por su futuro".

A Miguel siempre le ha interesado la política municipal. "Desde chico, cualquier cosa que pasaba en mi pueblo, para bien o para mal, me afectaba", explica. Acabó el grado de Ciencias Políticas y coincidió con que la que había sido alcaldesa durante 20 años, Marisa Medina, decidió no presentarse más. En ese momento, entre varios candidatos salió elegido él.

Aunque su padre ha estado afiliado al PP, en su familia "no ha habido un interés de meterse en política", así que ha sido Miguel el primero que ha dado el paso. Ahora solo piensa en "ayudar" a su pueblo, ya sea "por cuatro años o por 20".

Siendo tan joven, uno de sus miedos era que las personas mayores dudaran de él, sin embargo, durante la campaña y cuando fue elegido alcalde le "han dicho mucho que es bueno que la gente joven dé el paso". En general, en el equipo de gobierno son "todos muy jóvenes", lo que ha sido "un respiro porque significa que los jóvenes queremos apostar por los pueblos y luchar por ellos".

El sucesor que aprendió del mejor maestro

Dentro de esa generación de jóvenes que han apostado por quedarse en sus municipios está Rafael López, alcalde de Villaharta, un pequeño núcleo de 632 habitantes, según el censo de 2022. Acaba de cumplir 30 años y -como en el caso de Miguel- su predecesor, Alfonso Expósito, tenía una gran experiencia en política ya que llevaba 28 años como alcalde.

Rafael Pérez, en su despacho de Alcaldía de Villaharta. Rafael Pérez, en su despacho de Alcaldía de Villaharta.

Rafael Pérez, en su despacho de Alcaldía de Villaharta.

Rafael -que es graduado en Magisterio en la rama de Educación Física- ha estado seis años de concejal llevando Cultura y Deportes y en la última legislatura también fue teniente de alcalde. Expósito se jubiló, el partido (el PSOE) le propuso que fuera el candidato y "tiramos para adelante". "Llegar aquí cuesta, pero cuento con él (en referencia a Alfonso), es un apoyo más para mí y para el Ayuntamiento", asegura.

Como en el caso de otros regidores del Norte, el objetivo es "asentar a toda la población", pero para ello tienen que batallar por "tener unas buenas conexiones y más potencia eléctrica" porque son "dos de las herramientas fundamentales para conseguir crear empleo". Esto ayudaría no solo a que los habitantes no se vayan, sino que podría atraer población de otros lugares.

Cuando hace seis años le ofrecieron entrar en política, aceptó simplemente porque le gusta el deporte y estaba implicado en gran parte de las actividades que se desarrollaban en el pueblo. Con el paso de los años le han dado "esta oportunidad y aquí estamos luchando cada día".

"Es un cambio que ahora mismo la gente está asimilando, pero creo que les gusta el nuevo equipo de gobierno y saben que estamos aquí para luchar por ellos", destaca Rafael. 

En su caso, también tiene un gran sentido de pertenencia a su tierra. De hecho, cuando estudió el grado de Magisterio en Córdoba, iba y venía a diario a su pueblo. "Desde el primer momento sabía que no me iba a ir a vivir a Córdoba, así que me saqué mi carné de conducir para poder regresar a casa", resalta. "Me gusta tanto mi pueblo que para mí no era una paliza", puntualiza.

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