Urbanismo revisa las últimas casas bajas de Ciudad Jardín

Inicia una reforma del PGOU para dar uniformidad a la calle Siete de Mayo, permitiendo más altura en los extremos y propiciando una renovación casi integral

La Gerencia Municipal de Urbanismo presentó ayer en sociedad la reforma del Plan General de Ordenación Urbana que pretende dotar de cierta uniformidad la última manzana de casas bajas del barrio de Ciudad Jardín, las dos manzanas de viviendas baratas creadas a partir de 1939 entre las calles Siete de Mayo e Infanta Doña María y que ya estaban levantadas cuando el barrio actual era campo, huerta, caminos y obras. El presidente de la Gerencia de Urbanismo, Luis Martín, y el jefe del servicio de Planificación del organismo autónomo, el arquitecto Luis Valdelomar, explicaron ayer las trazas de un documento que afecta a unos 6.800 metros cuadrados en la que el principal propietario es la Fundación San Rafael, entidad benéfica de construcción que originariamente fue un patronato militar.

El problema de estas dos manzanas es de imagen y de adaptación a los tiempos que corren. El abandono de algunas viviendas originó su demolición durante los años 80 aunque ahora se considere como una zona revalorizada. Además, en una misma manzana conviven viviendas unifamiliares de dos plantas con patio trasero establecidas en hilera con bloques al uso, de planta baja más seis pisos de altura, realizados bajo la ordenanza de manzana cerrada, que es como se edificó media Córdoba a partir del Plan General de 1958. El nuevo diseño urbanístico, realizado como consecuencia del choque entre el PGOU y la ley urbanística andaluza en vigor, reconoce los edificios en altura salvo el ubicado en la esquina con Felipe II y establece una zona de transición en altura, de forma que se permitirá un escalonamiento en ambos extremos desde las tres plantas hasta los siete pisos de los edificios más altos de la zona. La situación más peculiar se encuentra en la zona central de la parcela, en la esquina con Felipe II, donde se encuentra un edificio en altura. Según el Plan General, en esa zona tendría que haber una casa baja al modo de una colonia tradicional popular, que es como el PGOU calificó y protegió a las viviendas modestas de barriadas populares que se fabricaron en serie, como son las del Campo de la Verdad. Ese fuera de ordenación es similar a la situación en la que se encuentran, por ejemplo, todas las plantas altas del Paseo de la Victoria. No deberían estar ahí pero están. La situación es que se permite el uso de esas viviendas e incluso su reforma interior para garantizar la salubridad y el ornato. Eso implica que dicho edificio no desaparecería a no ser que ocurriese una situación extrema.

Desde Urbanismo, se entiende que la reforma planteada debe ayudar a una revisión rápida de esta parte de Ciudad Jardín. Actualmente, dice el documento de innovación, las dos manzanas de Siete de Mayo presentan una imagen "suburbial", impropia de la ciudad. La configuración definitiva debe servir, en un plazo máximo de cuatro años, para que empiecen a cerrarse proyectos como consecuencia del interés del mercado en una zona ubicada en un barrio muy popular donde la demanda de vivienda es alta. La Fundación San Rafael es quien ha animado este cambio del Plan General porque sigue siendo propietaria de la mayor parte de casas unifamiliares y solares de la zona. El informe lanzado por la Gerencia de Urbanismo, que tardará en torno a medio año en tramitarse totalmente puesto que precisa de una exigente tramitación administrativa, establece medidas para la viabilidad de las parcelas, que cuentan con un frontal un tanto exiguo, unos siete metros. Para ello, la ordenanza permite una ocupación casi total de la parcela respetando la alineación, los patios interiores (que seguirán siendo cerrados y privados). Para las unifamiliares pareadas, se plantean viviendas de unos 125 metros cuadrados mientras que para los bloques de nueva planta se establecen unos parámetros de unos 80 metros cuadrados por vivienda, aunque eso depende específicamente de los intereses del promotor. Parte de los bloques se podrán construir en zonas actualmente ocupadas por viviendas unifamiliares a cuyos propietarios, literalmente, se le ha multiplicado la edificabilidad al permitir que una casa de dos plantas sea un bloque de siete.

En realidad, se trata de un ámbito de actuación muy reducido para lo que se despacha actualmente en urbanismo. En total, el proyecto afecta a unas 80 viviendas, descontando los bloques existentes, que son suelo urbano directo. En las casas bajas, se plantea la posibilidad de una reconstrucción con una ordenanza de nueva redacción que establece la conservación de la tipología. Esa norma establece reglas de construcción de forma que lo que se construya en el futuro tenga una apariencia similar, en aspectos como los huecos de las fachadas, similar a lo que ahora existe. Todo el proceso se tendrá que realizar con financiación privada y, según el estudio de Urbanismo, precisará una inversión superior a los cinco millones de euros.

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