Balance de trasplantes en Córdoba

Francisco y Catalina, unidos más allá de la sangre

Catalina y Francisco Berzosa.

Catalina y Francisco Berzosa. / Juan Ayala

Catalina y Francisco Berzosa ahora están unidos más allá de la sangre. Los problemas de estómago, el cansancio excesivo y un desvanecimiento encendieron las alarmas en la familia de Francisco hace ya más de siete años. En el Servicio de Nefrología del Hospital Reina Sofía le diagnosticaron una rara enfermedad genética conocida como Sindrome de Alport, una patología renal hereditaria que sólo portan las mujeres y únicamente pueden ser transferidas a los hijos varones.

Francisco convivió con la enfermedad y los estragos que hacía en su salud desde aquel momento, pero a sus 45 años y apenas irrumpió la pandemia en Córdoba, sus médicos le informaron de que el tratamiento definitivo para su patología pasaba por el trasplante con el objetivo principal de evitar la diálisis. 

Sus hermanas, Catalina, Ana y Sara, se ofrecieron sin dudarlo a ser sus donantes, a "ceder una parte de sí mismas por amor". Sin embargo, se trata de un proceso complejo, que pasa por muchos estudios para determinar quién de las tres es la mejor opción para cambiar la vida de su hermano. 

La familia fue atendida por Marisa Huera, la responsable de donantes vivos en el Reina Sofía, "llegaron tres hermanas con la misma ilusión e intensidad en querer donar el riñón y se ha seleccionado a la más idónea según su historia clínica", explica la profesional sanitaria. 

Ana, la hermana mayor, tenía patologías que suponían que iba a necesitar su riñón más adelante, y Sara, la menor, todavía está en estudios por otra patología de la que puede sufrir en unos años, según ha explicado la nefróloga. Fue Catalina, de 47 años, la seleccionada para devolver la calidad de vida a su hermano y darle una segunda oportunidad.

"No lo dudé ni un momento, sin dudarlo y sin pensarlo", expresa Catalina con lágrimas en los ojos, junto a su hermano, a pesar de saber que "el riñón no le dura para toda la vida, sé que no es definitivo, que dentro de unos años puede necesitar otro órgano, pero le estoy regalando vivir con normalidad y poder disfrutar de él y, como no, que con el nuevo riñón recupera la ilusión y la calidad de vida que la enfermedad le había quitado durante mucho tiempo”. El 12 de julio de 2021, Francisco recibió el riñón de su hermana. La recuperación ha sido lenta pero hoy, seis meses después, disfruta de su día a día gracias a este gesto de infinita generosidad.

Y es que, según explica la responsable de donantes vivos, la vida media del trasplante renal es de unos 10 años, "esperamos que Francisco tenga mucha vida y que no sea pronto cuando necesite un nuevo riñón", ha expresado.

Y es que su vida ha cambiado en cuestión de meses. "Antes de que me diagnosticaron sufría de mareos, no tenía buena capacidad digestiva,  todo lo que comía me sentaba mal, sentía mucho cansancio y malestar en el cuerpo y todo eso ha ido desapareciendo poco a poco". Su vida, asegura, "ha mejorado prácticamente el 100%".

"Fue sorpresa quién sería mi donante", expresa Francisco, visiblemente emocionado por contar su historia. "Se presentaron en casa con una caja y un mensaje que ponía: soy tu donante y solo pude sentir una mezcla de alegría, tristeza, ganas de llorar y sentimientos muy fuertes, fue muy emotivo", cuenta. 

Pero no solo cambia la vida del receptor, sino también la del donante, y por ello los sanitarios del Reina Sofía hacen un estudio completo para determinar que la persona donante no va a necesitar el órgano más adelante, cambian algunos hábitos de salud, como la pérdida de peso en algunos casos. 

"De salud estoy perfecta, estuve dos meses de baja y ya me incorporé a mi trabajo, llevo una vida normal, no hay que pensárselo, el resultado es satisfactorio", asegura Catalina, que ha invitado a los cordobeses y familias que se encuentran en una situación similar a donar para regalar vida. 

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