Ruth Ortiz acude a la Audiencia Provincial para ver la sesión, pero fuera de la sala de vistasEl amor de una madre a su hijo

La madre de los menores accede y sale de la Audiencia Provincial por una puerta lateral La abuela materna besa al acusado antes y después de negarse a prestar declaración Bretón le dedica a cada uno de sus familiares un gesto

Ruth Ortiz sale por la puerta trasera de la sede judicial.
G. N. J. / G. N. J.

22 de junio 2013 - 01:00

Ruth Ortiz, la madre de los niños desaparecidos el 8 de octubre de 2011, acudió ayer de imprevisto a los juzgados para presenciar en directo la declaración de los miembros de la familia de José Bretón. Ruth no quiso entrar en la sala de vistas y prefirió vivir este momento con más tranquilidad en la consulta del Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA) habilitada en la Audiencia.

La madre de Ruth y José pudo ver en directo a través de un monitor el transcurso de la sesión y cómo los miembros directos de la familia paterna se acogieron a su derecho a no declarar, así como las declaraciones de los cuñados del acusado, Rafael y Leticia.

Minutos después de que el presidente de la sala diese por concluida la sesión, Ruth Ortiz abandonó los juzgados por el mismo sitio por el que accedió por la mañana: una puerta trasera. Con paso ligero se subió a un vehículo acompañada de un familiar para regresar de nuevo a Huelva. Los medios de comunicación desplazados hasta la capital cordobesa para dar cobertura del juicio finalmente se quedaron sin escuchar unas palabras de Ruth Ortiz para saber cómo ella había vivido el transcurso de la jornada.

José Bretón cambió ayer su rictus impenetrable cuando vio aparecer a su madre, Antonia, entrar por la puerta de la sala de vistas. En sus labios se dibujó una leve sonrisa y no dudó en levantarse de su asiento, custodiado por dos agentes, para recibirla con dos besos. En la sala todos observaban la escena en la que Antonia le mostró su amor de madre, a pesar de que el lugar era una sala de vistas en la que se juzga a su hijo por el supuesto asesinato de sus nietos.

Antonia entró erguida, saludó a su hijo y se sentó en la silla unos escasos segundos. "No voy a declarar", dijo la madre de José Bretón, acogiéndose así a su derecho. Pero, los dos besos de la entrada le supieron a poco volviendo de nuevo a dirigirse a su hijo antes de abandonar la sala. Bretón, como buen hijo, de nuevo la recibió con los brazos abiertos, llegando a susurrarle unas palabras.

El acusado también estuvo muy atento a la entrada de su padre, Bartolomé, que con muchas dificultades consiguió subir los dos pequeños escalones para sentarse en la silla situada frente al juez. Bretón llegó hasta a levantarse para ayuda a su padre y le pidió a una de las funcionarias que lo sujetase después de sufrir un leve traspiés. Bartolomé repitió la misma escena que su mujer. "No voy a declarar más", dijo con voz seria.

Tras el matrimonio era el turno de los hermanos del imputado. Catalina fue la siguiente. Su hermano no la perdió de vista en los escasos diez segundos que permaneció en sala y también quiso tener un gesto con ella. A la salida cruzaron las miradas como símbolo de afecto y de confianza.

El turno de los familiares paternos lo cerró Rafael. Con la cabeza gacha se sentó ante el juez, dijo que no quería declarar e inmediatamente se levantó. Pero su conducta al abandonar la sala fue diferente a la de sus familiares. Él prefirió no mirar a su hermano, pese a que éste esperaba ese momento con la mano preparada para despedirse de él. Incluso, llegó a hacer un leve movimiento. Pero, Rafael ya estaba fuera.

Con sus cuñados Bretón cambió su actitud. A veces con los ojos clavados en ellos y otras con la mirada perdida, escuchó sus declaraciones, sin venirse abajo en ningún momento. El acusado no compartió las lágrimas que su cuñado José no pudo reprimir en numerosas ocasiones. Para el testigo fue especialmente complicado hablar de sus sobrinos o de la última vez que los vio en la mañana del 8 de octubre. Durante las tres horas que duró su declaración, el esposo de Catalina no soltó el paquete de pañuelos, llegando a utilizarlos cada vez que se emocionaba. La funcionaria también le dio una botella de agua para que se calmara.

Bretón calcó su comportamiento ante el testimonio de Leticia, la mujer de Rafael. La cuñada no se escondió a la hora de decir que había presenciado cómo Bretón gritaba a su mujer y a sus familiares más cercanos. Una actitud que con ella nunca adoptó, puesto que nunca compartió una relación estrecha con su cuñado.

Leticia aprovechó su testimonio para dar cuenta al tribunal popular y al magistrado del "calvario" que su familia ha vivido desde que la desaparición de los niños. Incluso, llegó a decir que ojalá los huesos de la hoguera se hubieran encontrado muchos meses antes, para evitar la presión a la que ella, su pareja y sus hijos se han visto sometidos.

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