Rumbo a la JMJ de Lisboa, desde Córdoba: "Allí uno se da cuenta de que la Iglesia está viva, que es grande y hay un futuro"
JMJ Lisboa 2023
Juan, Pablo y Gonzalo conversan con 'El Día' horas antes de poner rumbo a su peregrinación para la jornada mundial de la juventud
Unos 1.300 jóvenes cordobeses participarán en la JMJ de Lisboa
Roma, Toronto, Colonia, Madrid, Río de Janeiro, Cracovia o Panamá han sido antes lo que la próxima semana será Lisboa. Sedes de la JMJ, la jornada mundial para la juventud católica que inauguró el Papa Juan Pablo II -canonizado como patrón del evento-, transformada ahora en un festival que se mueve por el mundo de forma itinerante cada tres o cuatro años.
Millones de jóvenes se darán cita en la capital portuguesa del 1 al 6 de agosto. España, con más de 75.000, es el país que más personas aporta a la lista, de los que al menos 1.300 serán de la Diócesis de Córdoba. Aunque el camino, para más de 500 jóvenes, comienza este miércoles con parada en Aveiro, donde pasarán los días previos al encuentro.
Juan Reina, Pablo Vaquero y Gonzalo Izquierdo, tres amigos del grupo parroquial de Acción Católica que se reúne en la Iglesia de La Compañía, conversan con El Día demostrando unas hechuras de espiritualidad inusuales para alguien de su generación y reflexionando sobre la fe católica, la relación de los jóvenes con la Iglesia y sus expectativas para su primera JMJ juntos, a menos de 24 horas de poner rumbo hacia ella.
A pesar de que los tres han recibido una educación cristiana en casa y coinciden en la lógica del condicionante que eso ha tenido en ellos, "uno es cristiano porque Cristo ha salido a su encuentro", sostiene Juan. "Cuando uno es pequeño la fe que tiene es la de sus padres, pero conforme vas creciendo la fe va madurando, se te plantean dudas, tienes que discernir, y también es cierto que con el tiempo se convierte más en una decisión que en una emoción", explica.
En el caso de Gonzalo y Pablo confiesan haberse apoyado en la fe para superar malos momentos. "Ante las preocupaciones, rezo y consigo tranquilizarme, tengo un momento de reflexión que me ayuda a llevar problemas de una mejor forma", asegura Gonzalo. "Te ayuda en el día a día", añade Pablo.
"La fe lo que nos aporta es una esperanza de saber que no estamos solos y que Dios, que es todopoderoso, es nuestro amigo y nos quiere. Eso a uno le cambia la vida porque vives sabiendo que tu vida no termina y que tiene un propósito", continúa Juan.
Sin embargo, y aunque la JMJ reúna a millones de jóvenes en torno a Dios, planea una percepción generalizada sobre el desapego que existe hacia la fe por parte de la sociedad española y de las nuevas generaciones en particular. "Es cierto que a día de hoy la visión de muchos jóvenes es que la Iglesia es una cosa para abuelas, aunque en absoluto es así. Lo que yo veo a mi alrededor es que la felicidad es un deseo de todos y creo que muchos jóvenes tienen esa inquietud, pero no saben como llevarlo a cabo", argumenta Juan.
Al respecto, Gonzalo piensa que es fruto de que "hay jóvenes que no han tenido la ocasión de encontrar a la gente o la forma de acercarse al Señor. Para eso son importantes los grupos de catequesis y los amigos, que compartan la fe contigo, tus pensamientos y las actividades que hacemos". Pablo atisba que "hay padres que apuntan a sus niños a catequesis y a hacer la comunión como una actividad extraescolar más".
En este sentido, también abundan prejuicios hacia quienes deciden vivir de forma activa la fe católica. Desde "el que somos aburridos y que no salimos de fiesta" al "que nos privamos de hacer cosas por la religión", dicen antes de desmontarlos. "No nos privamos de hacer cosas, no se trata de eso, sino que es nuestra forma de ser felices", afirma Gonzalo. Además, "tampoco es cierto que no salgamos de fiesta: la gente no conoce las amistades y las experiencias", resuelve Pablo.
"La gente ve en la Iglesia límites cuando Dios lo que propone son pautas a través de la Iglesia para encontrar la felicidad", responde Juan. "Un cristiano es igual de libre o incluso más que otro que no lo sea de hacer lo que quiera. Somos libérrimos. Porque sabemos que la felicidad está ahí y la seguimos voluntariamente".
Las convivencias como la JMJ, el Camino de Santiago o la peregrinación a Guadalupe se traducen en "experiencias enriquecedoras" -definen- "porque, al fin y al cabo, todos los momentos de tu día se están centrando en Dios". "Cuando sientes a Dios con esa intensidad y lo estás compartiendo con amigos hace que se incremente aún más la fe y el interés en esto", subraya Gonzalo.
"Tanto para Santiago como para Guadalupe no tenía ningún propósito de encontrar nada, y sin embargo siempre acabo sacando algo que Dios me ha entregado en esa experiencia. En la JMJ lo que busco es dejarme impresionar por Dios porque él sabe que es lo mejor para mí y lo que más me conviene..., que no sé lo que es, pero seguro que será algo increíble"
"Lo que uno espera, Dios siempre lo supera", recita Juan como una especie de eslogan, y explica: "Una de las mejores cosas de este tipo de actividades es que hay muchos cristianos, que la Iglesia es algo actual y que aunque podamos desanimarnos en nuestro día a día porque la Iglesia está un poco abandonada y en el punto de mira, allí uno se da cuenta de que la Iglesia está viva y que hay una Iglesia muy grande. Uno se da cuenta de que hay un futuro", concluye.
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