"He visto 'Quo Vadis' cinco o seis veces; todo era falso, pero me encantaba"

Clementina Rojas se define como "una ama de casa que busca la Historia", una inquietud que comenzó en su juventud

EL Museo Arqueológico no es un recinto frío con visitantes que lo recorren y no vuelven. También con amigos, agrupados en una asociación encargada de organizar y de dar calor a todo lo que tiene que ver con este tesoro histórico y artístico.

-¿Cómo es posible hacerse amigo de las piedras con lo difícil que resulta a veces serlo de los humanos?

-A mí siempre me ha fascinado la arqueología porque tenía un profesor de inglés que era arqueólogo, en Sevilla, y con 16 años nos metió el veneno de la arqueología. Me pareció que no eran piedras, sino la apertura a un mundo pasado, fascinante, desconocido. Las piedras te van dando la clave de saber lo que pasó.

-¿Las piedras nos hablan?

-Sí, nos hablan, por eso hay que salvarlas y ocuparse de ellas.

-Pero usted no estudió nada relacionado con la historia o la arqueología.

-Nada de eso. Por esas cosas de la vida yo estaba en un internado en Madrid con las monjas. Lo pasé fatal porque los internados de los años 50 y 60 eran terribles. Quise ir al instituto y mi padre no me dejó y me hizo escoger entre el internado y la casa. Así que, en cuanto pude, volví a casa. Cuando acabé el bachillerato regresé a mi casa pero seguí con la afición a la arqueología, leyendo muchos libros sobe el tema, interesándome por las excavaciones, por lo que se descubría. Cuando después llegué a Córdoba, porque yo soy de Sevilla, la profesora de arqueología Pilar León, que fue compañera mía de colegio, me dijo que había una asociación de amigos del Museo Arqueológico y que si yo me quería ocupar de ella para que hubiera un grupo de gente, civiles, que ayudaran al museo.

-A las monjas no les sentaría bien que a usted le gustara ver hombres desnudos aunque fuesen de piedra.

-Pues no, todo lo contrario. Yo estaba en el colegio del Sagrado Corazón de Chamartín, en Madrid, y teníamos una magnífica profesora de arte y literatura que me condujo a que cultivase mi pasión por la arqueología.

-¿Cuando llegó a Córdoba ya existía la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico?

-La asociación la fundó Beatriz Gavilán, que es una arqueóloga que ahora trabaja en Huelva y que fue la que excavó en Zuheros la Cueva de los Murciélagos. Cuando ella se fue a Huelva, fue cuando Pilar León me lo propuso. Los amigos de los museos son asociaciones civiles, pequeños mecenas con una mínima cuota de 35 euros al año que ayudan a los museos con su trabajo. Es un movimiento muy anglosajón. Por ejemplo, el Prado tiene unos 10.000 amigos y en la Tate Modern de Londres hay 70.000. Creo que en España estamos acostumbrados a que los museos sean algo del Gobierno pero debe haber un movimiento civil de implicación, de proteger tu patrimonio, de ayudar. Los amigos no pueden interferir en el museo, en mandar. Estamos al servicio del museo, sólo queremos ayudar en lo posible a su difusión.

-¿Cuántos asociados hay?

-Únicamente 186, poca gente para lo que debe ser la arqueología de Córdoba. Los Amigos del Museo del Prado, por ejemplo, entran gratis en su museo, pero nosotros estamos estudiando con la ampliación qué podemos hacer. Hay otra asociación en Córdoba de amigos de los museos en general y colaboramos mucho con ellos, tienen unos 200.

-¿Hay en España otros museos arqueológicos con amigos?

-Sí, por ejemplo en La Coruña, o el de Arte Romano de Mérida, que es una envidia porque tiene 1.500 socios. Cuando programan algún viaje siempre llenan los autobuses, tienen una respuesta grande, su Mérida romana para ellos es importantísima.

-¿Qué tal es la ampliación, el nuevo edificio? Las piedras están muy limpitas...

-Creo que ha sido un gran trabajo. Es un proyecto que arranca hace muchísimos años porque ya las casas que había aquí las compró Ana María Vicent, la antigua directora del museo, muchas veces de su propio dinero y luego se lo daba el Ministerio. Ha sido un trabajo muy importante, porque se encontró debajo el Teatro Romano y hubo que modificar el proyecto y ha sido un gran trabajo por parte de su directora, Lola Baena, que ha estado batallando junto a los arquitectos, junto con el Ministerio, que es el propietario del museo, aunque la gestión es de la Junta. Se han restaurado muchas piezas que en el discurso museístico de ahora se ven como nuevas. Espero que ahora, cuando se lleve a cabo la segunda fase, tengamos el mejor museo arqueológico de España.

-Ustedes colaboran e incluso organizan actividades en el Museo.

-Proponemos alguna al museo, a la persona encargada de difusión. Ahora hay unas conferencias muy interesantes que se acaban en diciembre, combinadas con visitas y con la colaboración de la UCO y la Gerencia de Urbanismo.

-¿En qué consisten?

-El problema de la Gerencia es que Córdoba se enterara de lo que se ha hecho en materia arqueológica y por eso entramos nosotros en el proyecto. Ayudamos a difundir. No consiste sólo en excavar, sino que luego hay que divulgar y explicar las cosas. Ha habido una respuesta enorme y la gente que ha ido está encantada.

-¿Qué le satisface más cuando vienen grupos, los grupos de mayores que aprenden algo que no pudieron hacer en otro tiempo o los grupos de niños que a veces vienen obligados y salen satisfechos de conocer algo nuevo?

-Creo que todos, porque ese descubrimiento por la gente que no ha tenido acceso a cultura, como asociaciones de mujeres de los barrios que vienen y que nunca han visto una cosa así y se quedan con la boca abierta. Creo que llenar a la gente de cultura es muy importante, pero también a los niños. Recuerdo como con 16 años me enganchó la Arqueología. Creo que es importantísimo hacer ver a los niños que en el futuro serán ellos los que gestionen esa riqueza tan grande que tiene la ciudad. No la gestionarán bien si no conocen lo que hay detrás de las piedras de la ciudad.

-Usted nada tiene que ver con el Museo Arqueológico por estudios o profesión con los museos. ¿Es ése el tipo de implicación que hace falta?

-Exactamente, ese tipo de implicación es el que los ciudadanos debemos tener. La gente piensa en los mecenas, porque, por ejemplo, Mérida tiene mecenas en empresas, 15 ó 20 que dan dinero para la difusión. Esos son los grandes mecenas, pero el que se apunta a los amigos de los museos, con sus 35 euros, es un mecenas importantísimo que contribuye a nuestro patrimonio. De los museos debe pensarse que eso es de todos, que el museo no es del Gobierno, no es de la Junta, es nuestro y como tal debemos de ayudar a las autoridades que los gestionan para difundirlo.

-También colaboran con el concurso de relatos del Museo que ha llegado a tal nivel que rondan los 200 relatos compitiendo cada año.

-Este año hemos dado del dinero de la Asociación el tercer premio. Nuestro dinero revierte de nuevo al museo. Ésa es nuestra función, que el dinero revierta en beneficio del museo. Mi ideal sería poder traer conferenciantes de primera línea, hacer cursos para que vengan a hablarnos de la Córdoba antigua.

-¿Los cordobeses conocen lo necesario su Museo Arqueológico?

-Con la ampliación y el programa ha habido un gran aumento de visitas, pero creo que debería de aumentarse aún más. Creo que Córdoba aún vive de espaldas a la Arqueología y a su museo.

-¿Cuál es su pieza favorita del museo?

-La toracata, sin duda.

-Vaya, le gustan los hombre fuertes.

-Sí, sí, me gusta porque es una pieza de primer orden, y, segundo, porque es una pieza que sería copia de la que habría hecha por Augusto en Roma, sólo que en Roma no quedaría nada. Aparte de la factura, que ha sido de un escultor fantástico, hay que agradecer el trabajo de Lola Baena para que acabase en el Museo, porque fueron cinco años de negociación con las monjas y gracias a ella y las autoridades está ahora aquí. La pieza me gusta también por esa cosa que tiene de unión con Roma y ver lo importante que era Córdoba en época romana. Otra cosa que me fascina son las inscripciones mortuorias tan bonitas que hay en el museo, de los gladiadores, de muchos griegos, que da idea de que debía haber aquí una gran colonia griega...

-Es decir, que entra en el museo y se pone a soñar.

-Sí, sí...

-No le hacen falta las películas de romanos.

-Yo era muy aficionada, Quo Vadis me la vi 5 ó 6 veces. Entonces no había televisión y los fines de semana cuando salía del internado y en vacaciones tomaba cursos intensivos de cine de romanos.

-Las películas de romanos o peplum parece que hicieron mucho por la arqueología.

-Eran películas que me encantaban porque revivía lo que era la vida romana, pero en mi caso no fueron ellas las que empujaron mi afición. Los arqueólogos dicen que la película más fiel a ese mundo ha sido la de Gladiator, pero me ha gustado menos que Quo Vadis, que era todo falso.

-¿A qué aspiran los Amigos del Museo?

-Los Amigos del Museo, hablo en representación de la asociación, aspiramos a doblar el número de socios para poder hacer más actividades. Queremos que se llene el museo porque aunque se dice que no se deben llenar los museos con vistas masivas, nunca se puede coartar que la gente debe conocer su pasado. Ángel Ventura nos dijo que las cuatro piedras que quedan de decoración en los restos del Teatro Romano son exactamente iguales que las que hay en el teatro de Afrodidias en Turquía, por eso se ha podido identificar. Ese tipo de cosas debemos conocerlas todos.

-La arqueología parece asunto de intriga. ¿Le gustan las novelas de intriga?

-Mucho, me he leído todas las de John Le Carré, de joven las de Agatha Christie. Leo también muchas de actualidad, por ejemplo del Mossad, que te quedas con la boca abierta con las cosas del servicio secreto israelí. No piensas que puedan existir ese tipo de intrigas en las que están inmersos.

-¿Tienen algún carnet los socios con el que poder presumir?

-Tenemos un carnet de la Federación Española de Amigos de los Museos, que cada dos años da un carnet y junto con el nuestro hay una lista de museos estatales que son gratis. Así que todo el que se apunte tiene además beneficios.

-También sé que a los colaboradores a veces les dan un regalito.

-Un socio nuestro, Manuel Gómez Luna, un orfebre que Córdoba no se merece porque es un artista grandioso, los hace en cera y luego en plata. Son piezas maravillosas, representaciones por ejemplo de una almena de Medina Azahara, o del cervatillo, o nuestro favorito, el oscilum.

-¿Cómo se definiría usted?

-Como una ama de casa que busca la Historia.

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