Poder, querer y deber

La Sal de los días

¿Saben los socialistas qué hacer para quedarse con los votos de IU y con quien prefirió abstenerse por el desencanto con la izquierda? · ¿Puede ocurrir que vuelva el mal fario del PSOE, que tantas veces ha seguido el camino incorrecto en el momento justo? · ¿Seguirá funcionando la máquina de quemar políticos?

La ejecutiva del PSOE, reunida para analizar los resultados de las europeas.
La ejecutiva del PSOE, reunida para analizar los resultados de las europeas.

EL PSOE de Córdoba tiene la proverbial capacidad de tropezar diez veces en la misma piedra, de que se le dispare la pistola propia en el pie, de tomar la decisión incorrecta en el momento justo. Lo suyo en la capital no es atribuible a los hados, al mal fario. No. Se trata de una histórica aversión por tomar el camino correcto, por ignorar las señales de humo que le llegan desde el electorado, por buscar una cosa y hallar justo la contraria. Por ser conservador cuando llegaba el momento del cambio y por ser impaciente cuando lo que tocaba era la constancia. Por llegar a acuerdos cuando se debe andar solo, y seguir solo cuando se ha de pactar.

Los socialistas cordobeses se encuentran ahora en esos cruces de caminos que proporciona la historia. La salida de Rosa Aguilar -al PSOE- ha dejado a IU en una situación de orfandad que la figura de Andrés Ocaña no ha llenado. Los socialistas tienen esa oportunidad estratégica de revertir la rareza de Córdoba, una ciudad donde la Transición ha marcado una impronta que dura ya 30 años. En pocas palabras, ganar no está a su alcance pero sí puede dar el sorpasso, adelantar a la fuerza hegemónica de la izquierda, aunque con los papeles invertidos. Por el centro político.

A MEDIO PLAZO

Eso de que quedan dos años para las elecciones para las municipales no le vale al PSOE. El actual estado de las cosas le obliga, más que a ningún partido, a desarrollar la más larga de las precampañas, la más agresiva. Es quien más tiene que ganar si se atisba el medio plazo y si toma las decisiones correctas abriendo el camino a una Alcaldía socialista. No en dos años (parte de un suelo electoral muy, muy bajo), ni en seis. Sin fecha exacta. Antes o después.

Uno de los mayores errores del PSOE ha sido su falta de constancia. Básicamente, su pecado electoral ha consistido en quemar personas valiosas -en presente o en futuro- para la vida política de la ciudad por razones más bien endebles. Los más veteranos recuerdan el caso Bjorkman, desplazado por la dirección en un error morrocotudo. El penúltimo, Antonio Hurtado. El último, por lo que parece, Rafael Blanco.

Cualquier observador de la vida municipal pudo seguir la irrupción en la vida municipal del ex director general de Deportes para los comicios del 2007. Es verdad que el partido -todo- estuvo detrás de la candidatura de Blanco y también es cierto que éste puso demasiado espacio entre él mismo y la realidad. Los resultados electorales supusieron un castigo excesivo para un partido que gobernaba en Madrid y Sevilla, que ganaba alcaldías en la provincia con candidaturas que disfrutaron de muchos menos recursos. La cura de humildad se notó, incluso, en la disposición personal. Más humana.

Lo que ha venido después ha sido un movimiento tectónico. La placa del partido se ha subido, poco a poco, en la municipal, generando terremotos de corta intensidad que han quedado de puertas adentro, comidilla de pasillo, chismes de cafetería. Cosa nostra. Públicamente, determinadas frases y gestos que salían de la sede socialista de la avenida del Aeropuerto y San Vicente (en Sevilla) denotaban la pérdida abrupta -y no explicada- de confianza. "Rafael Blanco tiene mucho trabajo hasta las próximas municipales", dicen que dijo el secretario provincial del PSOE, Juan Pablo Durán, ante el último comité provincial. Hasta las próximas municipales. Sólo hasta entonces.

DESCONFIANZA

El PSOE sabe que tiene un problema de falta de confianza en una parte del electorado. Demasiados vaivenes internos y externos, demasiados años de políticas indolentes en las instituciones que gobierna hacia la ciudad. Demasiado victimismo de la sociedad cordobesa, que tantas veces busca culpables donde no se encuentran. Demasiadas actitudes de ir sobrados conduciendo un 600. ¿Tiene el PSOE un plan para hacer algo al respecto? En concreto, ¿sabe cómo -y ahí está la clave- quedarse con los votos de quien apoyó a IU o, en su caso, se abstuvo?

Lo que ahora se propone es un cambio de referencias. Si las casas de apuestas admitieran ahora nombres para 2011, Rafael Blanco se pagaría cincuenta a uno. Como un Lucentino-Real Madrid. Tomar una decisión estratégica demasiado cerca de las elecciones o desestabilizar la gestión municipal por motivos puramente partidistas es dispararse de nuevo en el pie. Dejarse llevar por personalismos, tomar el camino incorrecto en el momento justo. Equivocarse de nombre, tropezar la undécima vez en la misma piedra. Está, entonces, quien puede pero no quiere y quien quiere pero no puede. Quien ni debe, ni puede. O quien no debe, aunque crea que pueda.

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