Seguridad vial

Patrullas, boquillas y alcoholímetros para evitar el descontrol en la vuelta a la normalidad en Córdoba

Un conductor sopla el alcoholímetro en el control de la Policía Local.

Un conductor sopla el alcoholímetro en el control de la Policía Local. / Miguel Ángel Salas

La 01:00 de la noche y el primer sorprendido es un Mercedes blanco descapotable que lo conduce una pareja. Retira la boquilla del envoltorio, la coloca en el alcoholímetro y sopla ininterrumpidamente como bien le indica el agente. Tasa de 0,28 refleja la pantalla. Positivo y cara de circunstancia. Su compañera espera en el coche mientras se hace una segunda prueba que vuelve a darle 0,28. A pesar de haber superado la tasa de 0,25 que supone infracción, el margen de error de 0,05 establecido por ley lo deja sin sanción después de un buen rato esperando fuera de su vehículo. Por muy poco se libra de la multa mientras, con una sonrisa de alivio, se marcha y comenta que "están bien este tipo de cosas porque el coche no se debe coger cuando uno bebe". 

Es su compañera quien retira el Mercedes del control de alcoholemia y drogas que montó la Policía Local en la avenida de Cervantes. Un oficial, tres coches patrulla, un jefe de turno y una furgoneta de atestados se encargan de velar por la seguridad vial de una Córdoba que ha vuelto a la normalidad. Salir de fiesta vuelve a ser posible. Pubs, terrazas y discotecas hasta arriba. Descontrol y ambiente festivo en las calles que los agentes de seguridad quieren evitar que se propague a las carreteras en la catalogada por el Cuerpo como la "nueva pandemia" de accidentes de tráfico cometidos por conductores que van bajo los efectos de alcohol o drogas.

Con ese objetivo iluminaban toda la vía con luces policiales que son todo un temor para muchos vehículos. Los conductores no querían soplar, pero no pudieron evitarlo. Algunos aparcaban al comienzo de la avenida atemorizados. Pero no se libraron de hacer el test porque la Policía Local se conoce todas las estrategias. Entre aquellos "listos", como los llamó uno de los agentes, ninguno dio más de lo permitido. Sin infracciones, aunque la mayoría había bebido un poco. Y es que, la inseguridad de no saber qué porcentaje te puede dar un test después de las típicas dos cervezas que cualquiera se toma al salir de trabajar o incitado por la atracción del viernes noche puede ser muy traicionera y obligarte a tirar de picardía para no tener que soplar.

Hasta en dirección contraria para aparcar se metió una moto por una de las calles perpendiculares a la avenida. Era un chaval posiblemente menor de edad que retiró la boquilla con rostro de susto. Sin embargo, era solo eso, pánico ante la imponente presencia de la ley, porque el chaval dio 0,0. Había conductores que no habían bebido nada como este niño y otros que rozaban la infracción. 0,23 mostró el alcoholímetro a un joven motero. Le temblaba incluso la voz. Esta sorpresa le había pillado desprevenido en la que iba a ser su noche. A la segunda prueba dio 0,22. Sus amigos también dieron positivo, por lo que la moto se quedó aparcada en la avenida y los chicos continuaron con su juerga nocturna.

Si hubiese superado los 0,25 perdería cuatro puntos del carnet y una multa de 500 euros. Casi nada. A partir de 0,5 miligramos de alcohol por litro de aire respirado la multa asciende a 1.000 euros y seis puntos menos. Esa infracción fue la que se llevó otro de los conductores al que, sin duda, peor le fue la noche. Sin saber cómo reaccionar, cabizbajo y maldiciendo su suerte, un camarero recién salido de trabajar que no paraba de excusarse ante los agentes dio una tasa de 0,62. De un lado a otro se paseaba a lo largo del control. Andaba desolado y con el teléfono en mano buscando desesperadamente a alguien que le recogiese el coche, ya que su estado de embriaguez no se lo permitía.

Pasados los minutos repitió la prueba y su nivel de alcohol no bajó. De nuevo el margen de error evitó que se metiese en un lío todavía más gordo. Porque de haber dado 0,65 se hubiese considerado infracción penal y eso conlleva arresto y juicio rápido posterior. Esas cañitas de después de cerrar el bar le salieron muy caras. Y eso que alegaba que apenas había bebido. Pero la Policía Local está acostumbrada a que los conductores intenten mentirles. El alcoholímetro no engaña.

Control de la Policía Local en la avenida Cervantes. Control de la Policía Local en la avenida Cervantes.

Control de la Policía Local en la avenida Cervantes. / Miguel Ángel Salas

Beber también le pasó factura a otro conductor de unos 50 años que, además de dar 0,38 en el test de alcoholemia, no había pasado la ITV a su coche. Doble infracción de la que no pudo escapar y, con manos cruzadas y rostro serio, sin separase de los agentes y mientras mantenía el ticket de la multa en la mano, maldijo su suerte y esa última cerveza que debía haberle sobrado.

¿Me tengo que bajar de la moto? Preguntaba una chica al agente que aproximaba el alcoholímetro a su compañero que era quien conducía. Para algunos era su primer control. "Siga, siga, no pare...", toda la noche las mismas indicaciones. Eran muchos los que incluso celebraban el resultado negativo. Cinco chicas en un Peugeot 308 rojo festejaban entra aplausos y risas el 0,0 que dio la conductora. La fiesta podía continuar para ellas. Hubo quien, para volver a casa, pasó antes por el control y pidió a los agentes que les hiciera la prueba para poder coger el coche con seguridad.

La noche no fue tan bien para los tres jóvenes que iban en un Audi A5 rojo. El conductor se bajó del deportivo para someterse a una segunda prueba. Había dado 0,40. Pasaban los minutos y en el coche los dos jóvenes mantenían la calma. Aburridos, preguntaban a los agentes si podían pagar la multa allí mismo. Sabían que su amigo no iba a dar negativo al segundo intento. Y efectivamente fue así. 0,39 reflejó la prueba, papel de la multa en mano y volante para el copiloto de vuelta a casa o para seguir con una fiesta venida a menos.

Un control de alcoholemia en pleno Centro es vistoso para todos. Algunos que pasaron al lado buscando un lugar donde tomarse una copa susurraban entre ellos. "Vaya nochecita para esos", o "esta noche nos volvemos en taxi", eran algunas de los comentarios que se podían escuchar. Y es que, lo importante de estas actuaciones no es recaudar dinero, sino "concienciar", como manifestó el oficial de policía allí presente.

Dieron las 02:10 de la noche y la Policía Local se retiró de la avenida Cervantes. Balance de tres infracciones administrativas en el primer control de la noche. A eso de las 4:00 se trasladaron a otra ubicación. Ya son menos lo vehículos que circulan por las carreteras de la capital, pero existe más probabilidad de que sus conductores hayan consumido alcohol. Los pubs cierran y aquellos que vayan a regresar de la fiesta en coche deberán pensárselo dos veces antes de coger el volante. 

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