Córdoba

Neumonía: Síntomas y prevención ante la amenaza del invierno

  • La incidencia de esta enfermedad pulmonar es mayor en periodos de cambio de estación y escasez de lluvias, como ocurre en la actualidad

Las personas mayores constituyen uno de los grupos de riesgo.

Las personas mayores constituyen uno de los grupos de riesgo.

Con llegada del frío todos los años se encienden las alarmas por la venida de resfriados y otras enfermedades vinculadas sobre todo al aparato respiratorio. Entre ellas está la neumonía, una inflamación del tejido pulmonar provocada generalmente por el contagio de un agente infeccioso que puede ser un virus como el de la gripe, bacterias como el neumococo o más infrecuentemente por hongos. Existe otro tipo no infeccioso, aunque es mucho menos frecuente.

La gravedad y el curso de esta patología dependerá del estado de salud previo al contagio que tuviera el paciente y, en consecuencia, también su supervivencia y el entorno en el que se produzca. Las causas que pueden favorecer el desarrollo de una neumonía son de lo más variopintas.

Por otra parte, también influyen los factores ambientales y climáticos. El jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Reina Sofía, Francisco Santos, expone que su incidencia es mayor en periodos de cambio estacional y de escasez de lluvia, como está ocurriendo este otoño, en el que el número de ingresos por esta causa solo en la unidad que dirige puede suponer entre el 25% y el 30% de los pacientes hospitalizados.

Quién puede contraerla

Las también llamadas pulmonías pueden afectar a cualquier persona, de cualquier grupo de edad y en cualquier entorno, no obstante existen grupos de mayor riesgo. Santos explica que entre ellos están las personas en las edades extremas de la vida ya que su sistema inmunológico está o bien inmaduro, como niños prematuros o muy pequeños, o con función deficitaria a causa de la edad avanzada.

Otros grupos son el de los enfermos crónicos (diabetes, tumores malignos, anemias crónicas insuficiencia cardiaca, renal o hepática ...), el de las personas con alteración anatómica de los pulmones (EPOC o enfisema pulmonar, fibrosis quística...) o las que tienen el sistema inmunológico muy debilitado debido a tumores, quimioterapia o tratamientos crónicos con corticoides o inmunosupresores.

A esto hay que añadir otros grupos poblacionales como las personas que padecen o acaban de padecer un proceso gripal, las que tienen enfermedades digestivas como reflujo gastroesofágico o trabajadores expuestos (profesionales sanitarios o personal de residencias de mayores) no vacunados. Otros factores de riesgo son el consumo abusivo de alcohol, de tabaco y las alteraciones graves del estado nutricional.

Una mención especial merecen los pacientes con hospitalización prolongada, aunque sea por causa no respiratoria y más si el ingreso es en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o si precisan de conexión a un respirador.

El doctor Francisco Santos, jefe del Servicio de Neumología del Reina Sofía. El doctor Francisco Santos, jefe del Servicio de Neumología del Reina Sofía.

El doctor Francisco Santos, jefe del Servicio de Neumología del Reina Sofía. / Laura Martín

Cuáles son los síntomas

El doctor Santos recuerda que la persona que desarrolla una neumonía suele tener fiebre, malestar general, tos y producción de esputo espeso, verdoso o marrón y a veces con sangre. “Por afectación próxima a la pleura, que es un órgano muy sensible, pueden presentar dolor torácico localizado en el costado que aumenta con la tos o los movimientos respiratorios”, apunta.

Si la neumonía es extensa y afecta a una parte importante del tejido pulmonar puede producirse insuficiencia respiratoria, lo que se manifiesta con dificultad para respirar, respiración corta y acelerada, taquicardia e incluso un color azulado en la piel (más notable en labios o dedos de las manos). Las pulmonías graves provocan “deterioro sensorial, el paciente puede estar estuporoso, con tensiones bajas o orinando poco, lo que revela un fallo cardiaco, renal o multiorgánico debido al proceso”.

Qué consecuencias tiene

Normalmente esta enfermedad suele responder a los tratamientos antibióticos, ya que en la mayoría de las ocasiones está causada por las bacterias. Sin embargo, Santos resalta que en los pacientes con enfermedades debilitantes, edad muy avanzada o cuando las neumonías son adquiridas en el hospital, el curso puede ser con frecuencia desfavorable ya que pueden evolucionar hacia una infección diseminada por vía sanguínea (sepsis), una insuficiencia respiratoria o incluso la muerte. Otras personas desarrollan complicaciones como la infección del espacio pleural (pleuritis) con formación de pus en el mismo, lo que requiere que el cirujano inserte un drenaje para su eliminación.

El director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) de Neumonía advierte de que en algunas ocasiones, sobre todo en las que la enfermedad se produce por aspiración de saliva o contenido gástrico infectado (neumonías aspirativas), se puede desarrollar necrosis del tejido pulmonar con formación de abscesos “que no solo prolongan la enfermedad más del tiempo habitual, sino que pueden curar con secuelas, es decir, dejando cicatrices en las zonas de los pulmones afectadas”.

Una enfermera inyecta una vacuna de la gripe. Una enfermera inyecta una vacuna de la gripe.

Una enfermera inyecta una vacuna de la gripe. / Juan Ayala

Formas de prevención

En los grupos de riesgo la inmunización con vacuna antigripal y antineumocócica puede prevenir un buen número de neumonías, aunque no todas ya que los microorganismos patógenos que la causan son muy variados. La antigripal está indicada en personas que tienen riesgo de padecer un proceso gripal grave, complicado o incluso mortal y de transmitir el virus a su entorno.

Por su parte, la antineumocócica está indicada en mayores de 65 años con enfermedades crónicas debilitantes como EPOC, cardiopatías, enfermedades crónicas del hígado o del riñón, enfermedades hematológicas (linfomas, leucemia, anemia falciforme), alcohólicos, personas a las que se ha extirpado el bazo o que residen en instituciones cerradas o residencias.

El doctor Santos señala que la eficacia de la vacuna antigripal ronda el 50%, pero incluso en los casos en los que la persona inmunizada llegue a contraer el virus, la vacuna suele atenuar los síntomas y reduce el riesgo de complicaciones. Por su parte, antineumocócica “reduce de forma muy notable el desarrollo de infección invasora o grave debida a este microorganismo, sobre todo en personas de edad avanzada”.

El diagnóstico

El jefe de Neumología del Reina Sofía indica que cuando el paciente con los síntomas característicos (tos, malestar general, fiebre y dolor torácico) acude a su médico, este puede detectar más datos con una simple exploración física “que pondrá de manifiesto ruidos pulmonares anómalos a la auscultación”.

Además, “una analítica de sangre con signos de infección (elevación de las cifras de leucocitos) y la presencia de señales características en la radiografía de tórax bastarán para confirmar el diagnóstico e iniciar de inmediato el tratamiento antibiótico acorde con el grupo de riesgo en que se incluya el individuo”. En este sentido, el doctor puntualiza que cuanto más precoz sea el tratamiento, “mejor pronóstico tendremos de cara a una evolución favorable y hacia la curación”.

Ingresos en el Reina Sofía

El especialista del hospital cordobés explica que muchos pacientes con la enfermedad en un grado leve o sin factores de riesgo se van de alta a domicilio desde Urgencias o tras una estancia corta en Observación. Otros, dependiendo de sus circunstancias y enfermedades de base, pueden ingresar no solo en Neumología, sino en Medicina Interna, en la UCI o en Oncología Médica, entre otras unidades.

Los especialistas han comprobado que el número de pacientes con pulmonía ha aumentado en los últimos años, “lo cual es lógico si tenemos en cuenta que asistimos a un envejecimiento progresivo de la población, que alcanza edades avanzadas padeciendo, en mayor o menor medida, enfermedades crónicas que favorecen las neumonías”, concluye Santos.

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