Marquesa de Guadalcázar y primera académica de la Lengua

María Isidra Quintana de Guzmán y de la Cerda fue la primera mujer con el grado universitario de Doctora en España y estuvo muy vinculada a la provincia cordobesa

Marquesa de Guadalcázar y primera académica de la Lengua
Pilar Bartolomé

03 de enero 2017 - 02:34

Aunque muy ligada a Córdoba, María Isidra Quintana de Guzmán nació en Madrid el 31 de octubre de 1767; era hija del conde de Oñate y de la condesa de Paredes. Fue bautizada en la iglesia de San Ginés con 73 nombres, como era usual en la nobleza de la época. En el siglo XVIII, en el que los estudios estaban vedados a las mujeres, su educación corrió a cargo de Antonio Almarza. Los conocimientos de la joven se desarrollaron ampliamente y comenzó a ser conocida y admirada en los salones madrileños, donde eran frecuentes las reuniones, con asiduos contertulios como los escritores Moratín, Cadalso, Quintana, Álvarez Cienfuegos, Jovellanos, así como, entre otros nobles, el propio conde de Floridablanca. La biblioteca familiar era conocida como una de las mejores de toda la Corte.

La Real Academia de la Lengua Española la nombró miembro Honorario el día 2 de noviembre de 1784, cuando contaba María Isidra tan sólo 17 años. Siendo la primera mujer que accedía al tal mérito.

Su padre solicitó a Floridablanca le fuera concedido el permiso del Rey para poder examinarse del doctorado en Filosofía y Letra Humanas en la Universidad de Alcalá de Henares. El 20 de abril de 1785, el rey otorgó su permiso. La prueba se desarrolló los días 4 y 5 de junio de 1785 en la iglesia del Colegio Máximo de Jesuitas. Se examinó de los idiomas griego, latín, francés, italiano y castellano; de Retórica, Mitología, Geometría, Geografía, Filosofía General, Lógica, Ontosofía, Psicología, Física General, Física Particular, Tratado sobre los Animales y los Vegetales, Sistemas del Orbe, la Esfera Armilar y Ética. El día 6 fue nombrada Doctora y Catedrática Honoraria de Filosofía Moderna, así como examinadora de cursantes filósofos. Disertó sobre un punto de Menandro, glosando su frase "no hay patrimonio más precioso que la sabiduría". Su tesina en latín -llamada Animus hominis est espiritualis- en la capilla universitaria de San Ildefonso fue muy aplaudida. En el acto se suprimió el abrazo que el rector y los doctores debían darle en señal de fraternidad, se supone que por motivos de "decencia".

La institución acuñó una moneda en su honor, al mismo tiempo que era nombrada Dama de la Reina y de su Real Orden, obteniendo la banda de la Orden de damas nobles de María Luisa. En 1785 ingresó en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y en 1786 en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. El Rey, conocedor del deseo de muchas damas de pertenecer a esta Sociedad, crea una Junta de Damas con actividades paralelas a la de Caballeros dentro de la Matritense, abriendo así el camino a las demás. En ésta ejerció como secretaria, elaboró un reglamento para la creación de una escuela de bordados para niñas pobres y participó todo lo que pudo en las actividades de dicha Sociedad. El mérito de Doña María Isidra debe atribuirse seguramente a su mente superdotada y ha de considerarse en el contexto de la España Ilustrada.

En la época, las opciones para las mujeres nobles eran el matrimonio o el convento. No se contemplaba ninguna otra posibilidad. Así, contrajo matrimonio el 9 de septiembre de 1789 con Rafael Alfonso de Sousa, XIII Marqués de Guadalcázar y de Hinojares, Grande de España y gentil hombre de Cámara de su Majestad, cuyo mayorazgo se hallaba en Córdoba.

La Doctora de Alcalá dedicaría el resto de su vida a su familia. Tuvo cuatro hijos: Magdalena, Luisa Rafaela, Rafael María e Isidro. Su fallecimiento se produjo en Córdoba a los 35 años en 1803 en el palacio que la familia poseía en la Puerta del Rincón. Con posterioridad a la Guerra Civil, el antiguo palacio fue utilizado como sede de Falange y en los años sesenta su solar ocupado por una moderna urbanización.

Sería enterrada en la parroquial de Santa Marina de Aguas Santas, solemnemente y en secreto de madrugada, como era su deseo. En su presbiterio aún se conserva una lápida laudatoria evocando su memoria.

Fue la Real Academia de la Lengua Española la que en 1784 por unanimidad nombrará la primera académica honoraria, María Isidra Guzmán. No obstante, sería necesario esperar casi dos siglos a que Marguerite Yourcenar -en 1980- fuera la primera en su homóloga francesa. Tras su doctorado en la universidad, tuvo que pasar un siglo hasta que Martina Castells Ballespí recibiera en Madrid el grado de doctora en Medicina, en 1882.

El Ayuntamiento de Guadalcázar y el Área de Patrimonio de la Diputación cordobesa rindieron público homenaje a esta dama en la conmemoración de los 200 años de su fallecimiento, erigiendo un monumento en su honor y creando un premio literario con su nombre.

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