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Este año se cumplen 35 años de la entrada de las mujeres en la Guardia Civil en España. De las 2.917 mujeres que aceptaron el reto de opositar al ingreso ese primer año, solo 197 consiguieron entrar. Todas las que lo intentaron, sin embargo, vinieron a romper con cada uno de los paradigmas, con cada una de las ideas que se tenían de una profesión que tradicionalmente se consideraba solo para hombres.
El 24 de febrero de 1989 España aprueba la plena incorporación de la mujer a todas las armas, cuerpos y escalas de las Fuerzas Armadas y ya el 23 de junio de ese mismo año la Academia de la Guardia Civil de Baeza (Jaén) fue testigo de la entrada de ellas en un cuerpo de seguridad que hasta ese momento estaba formado exclusivamente por hombres. Antes de ello, sí existió la figura de las matronas, mujeres que se encargaban de funciones básicas como hacer registros corporales y controles únicamente a personas de su mismo sexo. No llevaban armas, ni uniforme, ni emblemas de la Guardia Civil.
Para 2019 solo el 7,27% de los guardias civiles eran mujeres, 5.529 agentes femeninas y 70.477 masculinos, siendo este uno de los porcentajes más bajos dentro de los cuerpos de seguridad del Estado. En Córdoba, en la actualidad, hay 58 mujeres guardias civiles.
El reto es conseguir aumentar esa plantilla y atraer más mujeres al Cuerpo. La jefa del núcleo de servicio de la comandancia de Córdoba, Melisa Carmona Velasco, expresa que la Guardia Civil las necesita. "Es necesario ese potencial femenino y ese talento", que es requerido no solo para el día a día en la atención ciudadana, sino incluso para operaciones mucho más especificas, como puede ser la Operación Paso del Estrecho, donde hay una gran afluencia y tránsito de gente de Marruecos a España por la zona de Cádiz y Almería, un trabajo para el que hacen falta mujeres, indica, o para atender casos de violencia de género, donde la seguridad que brindan las agentes es en ocasiones requerida por las víctimas para contar sus historias.
Atraerlas no es tarea fácil y el Ministerio del Interior busca hacerlo tratando de rebajar la nota de entrada a las candidatas, una decisión que ya ha hecho saltar las alarmas dentro del Cuerpo y que algunas asociaciones y sindicatos consideran que "las minusvalora".
Hasta ahora, las pruebas para entrar a la Guardia Civil entre hombres y mujeres son las mismas, con una diferencia en el tiempo y marca de las pruebas físicas, como lo hacen las de de los atletas olímpicos, por ejemplo. ¿Es esto una ventaja? "yo considero que no", agrega Carmona, que explica que "físicamente y fisiológicamente somos diferentes" por lo que "antes no era justo, porque la mujer tenía que dedicar más horas y más esfuerzo" para conseguir el mismo objetivo.
Actualmente no hay mujeres generales. El mayor rango que ha alcanzado una mujer dentro de la Guardia Civil es el de teniente coronel. La forma de ascender es la misma para ambos sexos, aunque también hay puestos de libre designación. La principal razón, explica Carmona, es la edad. Hay que recordar que la incorporación de la mujer en la Guardia Civil fue hace apenas 35 años, por lo que la mayoría son bastante jóvenes.
Otra razón, como en la mayoría de las profesiones, es la conciliación, que sigue recayendo en la mujer. Melisa, por ejemplo, tiene una familia, dos hijos y un marido también guardia civil. Para ella, ha sido importante y ha escogido estar en unidades que le permitan tener un horario que coincida con el de sus hijos aunque admite que, de no ser madre probablemente estaría en una unidad "más operativa".
"La Guardia Civil es como la sociedad", expresa Melisa, que asegura que dentro del Cuerpo se lucha por derribar los mismos estereotipos por los que se lucha fuera, aunque "ya se ve normal que venga una mujer, como si viene un hombre" y esa normalización ha sido posible por el trabajo de las agentes, las que han llegado más lejos y las que han decidido quedarse al lado de la gente en Seguridad Ciudadana, en los pueblos.
Y es que se trata de un trabajo, además, que puede llegar a ser peligroso y para el que indiscutiblemente hay que tener vocación. "Aquí te juegas la vida por estar vestido de verde y ayudar a los ciudadanos", expresa Melisa, que ha vivido situaciones que han puesto en peligro su integridad, pero siempre con compañeros que "son tu ángel de la guarda".
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