Córdoba

Condenados a cinco años los jóvenes que quemaron vivo a un indigente

  • El juzgado impone a los menores la misma pena que solicitaba la Fiscalía como autores de delitos de asesinato, contra la integridad moral y una falta de maltrato

"Ya está, ya lo hemos matado. Somos asesinos". Con esta frialdad difundieron sus fechorías los tres menores que quemaron vivo a un indigente en Lucena y lo grabaron con un teléfono móvil mientras moría el pasado 19 de octubre. El juez los condena ahora por delitos de asesinato, contra la integridad moral y por una falta de maltrato a cinco años de internamiento y a dos años de libertad vigilada, la misma pena que pedía la Fiscalía de Menores. La sentencia considera probado que los tres jóvenes y otros chavales de su entorno insultaban a la víctima y se burlaban de él debido a que padecía una enfermedad y se encontraba disminuido como consecuencia de un accidente.

Uno de aquellos episodios vejatorios se produjo el 18 de octubre, un día antes del asesinato. Los tres menores, acompañados por una chica mayor de edad que se encuentra en prisión preventiva -Sara-, se encontraron con su víctima en el paseo de Rojas, y allí empezaron "a increparle con insultos y burlas, propinándole guantazos y patadas en la cabeza, mientras la agresión era grabada por uno de los chavales". Como la víctima no podía huir debido a su minusvalía, empezó a insultarlos y una de estas frases -"Me cago en tus muertos"- le afectó "mucho" a la chica, ya que su madre había fallecido tan sólo un mes antes. Así que los jóvenes decidieron darle un escarmiento.

La sentencia considera probado que, sobre las 08:00 del día siguiente, los menores acudieron a la casa de Sara, donde decidieron que aquel mismo día acabarían con la vida de la víctima y que la forma de hacerlo sería quemándolo. La joven, que guardaba una botella de disolvente porque recientemente había pintado su casa, les sugirió la posibilidad de rociarlo con el líquido y después prenderle fuego.

Cuando los tres menores se aseguraron de que su objetivo se encontraba en casa, volvieron al domicilio de Sara y, desde la calle, le gritaron "que les diera eso". La joven les lanzó por la ventana la botella y, en torno a las 10:00, llegaron al domicilio de la víctima. Mientras que uno de los menores permanecía en el exterior en actitud vigilante, otro arrojó el disolvente sobre las piernas del hombre y seguidamente le prendió fuego con un mechero, de manera que al instante se envolvió en llamas. Toda la escena fue grabada por el tercer menor con un teléfono móvil. Cuando los jóvenes volvieron a la casa de Sara, le dijeron: "Ya está, ya lo hemos matado. Somos asesinos". Una vecina del fallecido que vio a la pandilla huir llamó a la Policía, que finalmente los detuvo.

Durante la vista oral, celebrada la semana pasada, los acusados reconocieron que insultaban a la víctima y le pegaban, aunque aseguraron que su intención era "asustarlo por haberse metido con ellos" y que no tenían intención de acabar con su vida. Los menores, de hecho, narraron ante el juez que echaron el disolvente sobre el escalón de entrada al domicilio, pero el fuego se extendió y alcanzó al hombre. A pesar de este relato, la sentencia insiste en que los datos probatorios "llevan a alcanzar la convicción en la línea sustentada por el Ministerio Fiscal", es decir, que los jóvenes tenían la intención de acabar con la vida del hombre.

El juez llega a esta conclusión no sólo por las contradicciones que los menores mostraron, sino por las grabaciones que guardaban en sus ordenadores y sus móviles. La resolución pone como ejemplo una cinta que arroja la "evidencia" de que los encartados "insultan, humillan y pegan con ciertas dosis de crueldad al indigente al que luego mataron". En la grabación se oye cómo los jóvenes le dicen que "van a experimentar con animales y que es la hora de la muerte". La sentencia concluye que los testimonios apuntan a que "iban siempre los tres menores imputados, y que la participación de los tres era la misma".

La inspección ocular realizada por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía en el lugar del crimen también llega a la conclusión de que la muerte no fue accidental. Según la resolución, los equipos policiales constataron que el fuego "necesariamente" se tuvo que aplicar sobre el cuerpo de la víctima, no sólo por haber hallado restos de disolvente en sus ropas, sino porque no hay vestigios que demuestren que el líquido inflamable se aplicara sobre el rellano de la casa, tal y como afirmaron los menores durante su declaración. El juez argumenta, además, que los jóvenes borraron la grabación del móvil porque mostraba una cara "bien distinta" a su versión, "plena de crueldad y de indolencia".

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