Crisis económica

Las colas del hambre en Córdoba: Prolibertas duplica la atención a personas vulnerables por la pandemia

  • La fundación da de comer a 165 personas a la semana, el pico más alto registrado desde el 2008

Colas para recoger alimentos en Córdoba.

Colas para recoger alimentos en Córdoba. / Lolo Agredano

Hernán llega a las puertas de la fundación Prolibertas todos los días a mediodía desde hace dos meses. En la calle Sagunto hace cola junto a más de un centenar de personas para recibir el almuerzo diario, lo único que tiene para comer. Esa es la imagen de las las llamadas colas del hambre en Córdoba, que han aumentado significativamente tras el estallido de la pandemia, allá por el mes de marzo. 

La situación del coronavirus ha hecho mella en la economía de personas como Hernán, que asegura que con su edad, 60 años, conseguir un trabajo es cada vez más complicado. Al menos 165 personas han sido atendidas en la última semana por la Fundación Prolibertas y el comedor social de los Trinitarios, casi el doble de lo atendido hace un año, cuando se registró un repunte de personas solicitando los almuerzos y también muchas más que durante la crisis del 2008. 

Desde el patio de este centro de la Fundación Prolibertas se reparte la comida siguiendo un sistema mixto. Para las personas sin hogar han habilitado un espacio donde pueden comer, mientras que el resto de los usuarios se lleva la comida a casa, según explica el delegado de la Fundación Prolibertas en Córdoba, Eduardo García. 

Según García, la demanda ha crecido en un 50% desde finales del año pasado. La fundación registró la mayor demanda durante la crisis del año 2008, cuando asistían a 110 personas diarias como máximo, ese es el punto más grave que han experimentado en 30 años, hasta que llegó el coronavirus y cambió la realidad. "Por lo que estamos viendo, esta crisis será peor que la del 2008 y 2009, aunque ahora tenemos más recursos para la atención", asegura García.

Las realidades se mezclan en esa cola diaria. Ya no solo asisten personas sin hogar con sus pertenencias al hombro o migrantes sin recursos, también lo hacen jóvenes y familias que perdieron el trabajo con la llegada del coronavirus o que aún se sostienen con un expediente de regulación de empleo temporal, que no les da para cubrir todos los gastos. De lunes a sábado reparten almuerzos y un bocadillo para la cena, mientras que los domingos otra entidad se encarga del reparto de bocadillos a estos mismos usuarios. 

El Programa de Atención a Familias de Prolibertas surgió a raíz de la crisis del 2008, pero fue a finales del año 2019 cuando el proyecto cambió de la entrega de alimentos a actividades más promocionales y educativas para guiar a las familias en la búsqueda de otros objetivos. La pandemia ha obligado a la fundación a retomar esta atención y en la última semana han entregado bolsas de comida y otros productos a 18 familias, que aglutinan unas 55 personas beneficiarias cada semana. Según la trabajadora social del programa, Laura Martínez, esta atención podría incrementarse hasta las 70 personas en las próximas semanas, en coordinación con los Servicios Sociales. 

"Eran tantas las familias que venían pidiendo alimentos que nos vimos obligados a tener que recuperar el programa a partir del mes de marzo". La previsión para el año que viene es continuar con este programa, "lo vamos a tener que mantener", lamenta García. 

Preparación de los almuerzos Preparación de los almuerzos

Preparación de los almuerzos / Lolo Agredano

El goteo de necesidad no se detiene. Se duplican las colas, pero también se duplica la solidaridad de la gente. Las personas entran y salen de las instalaciones, unos llegan con bolsas de donaciones y otros salen con ropa, calzado o comida para llevar a sus hogares, como una puerta giratoria entre la solidaridad y la necesidad

Entre 11 empleados y unos 30 voluntarios se encargan de seleccionar los productos, armar paquetes equilibrados para todas las familias, la preparación de los almuerzos, la logística de los recursos que ofrecen en el Centro de Día e incluso de darle una segunda vida a la ropa que llega en mejor estado a través de su tienda física, Libertienda. 

El gasto de la fundación se ha disparado tras las medidas de limpieza, desinfección y compra de materiales sanitarios, además las instalaciones se han quedado pequeñas con el alza en la demanda de los servicios, denuncia Eduardo García. 

Familias recogiendo los alimentos. Familias recogiendo los alimentos.

Familias recogiendo los alimentos. / Lolo Agredano

Además de las subvenciones de la Junta y el Ayuntamiento, el comedor de los Trinitarios recibe donaciones de particulares pero también de empresas como la Fundación Magtel, supermercados Más y Más, el Banco de Alimentos, Fundación Mapfre, Mahou San Miguel, Bomberos Unidos sin Fronteras y panaderías artesanales. Los colegios también colaborarán en la campaña de Navidad con una recogida de productos. 

Las colas del hambre también se ven reflejadas en los datos del Banco de Alimentos Medina Azahara de Córdoba, que ya ha atendido a más de 40.000 personas vulnerables en lo que va de año a causa de la crisis económica derivada de la pandemia. Esto significa que la institución casi ha duplicado el número de personas atendidas en todo el año 2019, que cerró con 25.000 beneficiados a través de los distintos programas de la institución.

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