La Acrópolis de Ategua, una colina que guarda el pasado indígena de Córdoba
Cultura
Las recientes obras de conservación podrían confirmar que se trata de una de las construcciones más antiguas, en alzado, que se conservan en la provincia
Cuando se observa la imagen general de los restos que ha dejado la ciudad milenaria de Ategua, ubicada en la actualidad en el entorno de la barriada cordobesa de Santa Cruz, resulta llamativo ver dentro del recinto una masa arquitectónica que se eleva sobre el plano de la ciudad. Se trata de una acrópolis que confiere al conjunto arqueológico una gran personalidad. A lo largo del tiempo, nunca fue destruida, las diferentes culturas la utilizaron y la hicieron suya, de modo que guarda toda la historia de la ciudad.
La antigüedad de esta colina artificial se desconocía hasta que últimos estudios de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía han podido constatarla y el enclave ha adquirido singularidad en Andalucía, señala Camino Fuertes, arqueóloga coordinadora en este yacimiento declarado Bien de Interés Cultural en 2004.
“Ategua es un sitio por descubrir”, manifiesta Fuertes. “Lo que supone una enorme responsabilidad porque se comienza a abrir en un lugar en el que todo hasta el momento está guardado, protegido por la tierra”. Ategua es “como un joyero”, en palabras de Fuertes, porque las diferentes culturas han ido respetando el patrimonio, incluso cuando llegaron los romanos. De forma que en este cerro “está perfectamente preservada la historia de Córdoba, desde los orígenes de la ocupación del enclave, que se remonta -por lo que sabemos hasta el momento- al II milenio a. C., hasta el siglo XV, cuando la ciudad se abandona de forma definitiva”, explica la arqueóloga.
La acrópolis es uno de los principales hitos monumentales que se conservan de esta ciudad primitiva. Se trata de una colina artificial que “se decide construir en un momento en que el sitio pasa a adquirir importancia estratégica, seguramente vinculada al control del territorio de este enclave”, indica Fuertes. Desde su cima se otea muy bien el territorio del entorno, llegando a alcanzar hasta 20 kilómetros de perspectiva, e incluso, en días claros se vislumbran las cumbres de Sierra Nevada.
Unas recientes obras de conservación para evitar el desplome de la acrópolis, las cuales iban acompañada de trabajos arqueológicos, han permitido “obtener datos cronológicos a través de algunos elementos cerámicos encontrados”, explica Fuertes. Los restos de cerámica han podido confirmar que la acrópolis se construye entre los siglos VIII y VI a.C. Por tanto, se trata de “un edificio muy antiguo, tal vez en el momento final de la Edad del Bronce, tal vez del inicio de la época ibérica”, precisa la arqueóloga.
Por el momento no se ha podido concretar más dentro de este periodo de datación “porque se ha encontrado poca cerámica y el monumento es enorme”, puntualiza Fuertes. No obstante, si se constata que es del siglo VIII a.C. “tendríamos una de las construcciones más antiguas, en alzado, que se conservan en la provincia de Córdoba” señala la arqueóloga.
Al mismo tiempo, llama atención la técnica de construcción hallada, porque “es completamente distinta a lo que estamos acostumbrados”, añade Fuertes. La estructura interna de la acrópolis -explica- está hecha a base de “cajones de piedra que se adosan unos a otros de manera escalonada y que en conjunto consiguen formar una enorme mole arquitectónica de más de nueve metros de altura”.
¿Cuál ha sido la función de la acrópolis?
La monumentalidad de la colina y su cronología inducen a pensar, citando a Fuertes “que nos encontramos ante una acrópolis construida para levantar sobre ésta edificios de carácter público o religioso de los que, por el momento, no tenemos ni una sola prueba de su existencia”. Aunque, subraya la arqueóloga, “si hoy, los restos que quedan impresionan, en su momento de esplendor su singularidad debió trascender los límites de esta ciudad”.
La acrópolis se fue reutilizando hasta el siglo XII, cuando se construyó una gran fortaleza en época almohade y se levantó la torre del homenaje. De forma que una vez más, queda de manifiesto que este monumento no solo se hizo para poder ver desde su cumbre, sino también para ser vistos.
Por el momento en la acrópolis se ha excavado 30 metros y quedan otros 30 más. “Estos trabajos arqueológicos nos permitirá conocerla con más precisión”, señala Fuertes, porque hay muchas cuestiones sin resolver como el uso de este espacio en momentos previos a su construcción, muchos detalles de su funcionalidad y posteriores reutilizaciones o transformaciones, así como las razones de su abandono y derrumbe definitivo.
“Retomar las excavaciones en este espacio nos permitirá dar respuesta a todas las preguntas que nos hacemos sobre el yacimiento y que no podemos responder aún con los datos que contamos”, resalta Fuertes.
Reactivación de las excavaciones y últimos hallazgos
En 2019 la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico puso en marcha un plan general de investigación, mantenimiento y adecuación al público del yacimiento de Ategua. El plan cuenta con partidas presupuestarias anuales a lo largo de cuatro años. Ha permitido retomar las excavaciones, que no se realizaban desde 2004. Al mismo tiempo, por primera vez, el yacimiento se ha abierto al público a través de un programa de visitas.
El calendario está establecido durante fechas concretas como son las Jornadas Europeas de Patrimonio, las Jornadas Europeas de arqueología, el Ciclo de Kalendas, el Córdoba en Púrpura y para conmemorar la efeméride que recuerda su rendición ante las tropas de César en febrero de 45 a.C. De igual forma, durante el año 2020 el yacimiento estuvo "abierto por obras" y el público pudo presenciar en directo los trabajos arqueológicos.
Hay otros últimos hallazgos importantes sobre la trama urbana y sus edificios interiores. El trazado urbano de la ciudad se conocía con anterioridad, gracias a una prospección geofísica que había puesto de manifiesto la existencia de hasta 76 caminos y 59 manzanas urbanísticas. Las excavaciones de estos últimos años han conseguido localizar el cruce de las calles principales norte-sur con la calle este-oeste, y en ese ángulo se ha descubierto una panadería, un habitáculo con elementos claves como la base de un molino, el horno y la mesa para hacer el pan.
En la panadería se han encontrado restos del combustible que se usaba, huesos de aceituna, madera de olivo, y posiblemente encina. Además, se ha conseguido obtener la especie de trigo (trigo duro) que se utilizaba para hacer el pan en Ategua. De forma que por ahora se conoce casi al completo el procedimiento para hacer el pan en el siglo II., aunque las investigaciones continúan.
Otro último hallazgo ha sido comprobar que en efecto -como también indicaba la prospección geofísica- existe un muro circular, que “posiblemente corresponda a un edificio de espectáculo, que en Roma son teatros o anfiteatros”, precisa la arqueóloga. Al mismo tiempo, un trabajo destacable de los últimos años ha sido el avance sobre la consolidación de todas las estructuras de excavaciones y estudios de décadas anteriores. Por ejemplo, sobre las Termas “excavadas con anterioridad, hemos ampliado su conocimiento”, informa Fuertes.
“Si de aquí a unos años seguimos trabajamos vamos a conseguir ver esa gran joya que es este yacimiento cordobés”, asegura Fuertes. Ciudades romanas conocemos muchas en Andalucía, pero “la acrópolis es única”, subraya la investigadora. Ategua, en definitiva, nos abre esa puerta hacia la antigüedad, donde poder conocer la forma de vida y costumbres de la población en una época muy anterior a los romanos, una época poco conocida que aportará una visión alternativa y complementaria a la que se tiene de Córdoba hoy en día.
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