La Policía se extrañó del tamaño de la hoguera que Bretón hizo en la finca

Era una hoguera "extraña". Demasiado grande, de un tamaño inusual, como su forma, alargada en vez de redonda, y había llegado a alcanzar a algunos de los naranjos más cercanos, que quedaron chamuscados. En medio de la pira, una mesa metálica que aún desprendía calor. Con ella se tropezó el 9 de octubre de 2011, en la finca de Las Quemadillas, propiedad del padre de José Bretón, en Córdoba, el jefe de la brigada de la Policía Científica de Córdoba. El escenario llamó su atención, y de manera muy especial esa mesa metálica, que lo empujó a requerir de inmediato la presencia de un médico forense, que se retrasó varias horas.

Esta demora, junto con la "multitud" de restos óseos que se encontraron, hizo que se decidiera la recogida de tres muestras para su análisis en sede policial, que fueron introducidas en sobres y debidamente precintadas, declaró ayer ante el jurado popular que juzga a Bretón por el asesinato de sus hijos Ruth y José el jefe de la Policía Científica.

Al llegar el forense y después de una inspección ocular no se pudo determinar el origen animal o humano de los restos, por lo que era necesario un análisis más minucioso de las muestras recogidas. De ahí surgió la decisión de proteger y custodiar la hoguera hasta que al día siguiente llegara la perito especialista.

El agente de la Policía Científica de Córdoba que auxilió a dicha especialista declaró en la sesión de la vista oral celebrada ayer que el trabajo en la hoguera fue minucioso y que "en ningún momento" hubo "presiones" para dar un dictamen que pudiera esclarecer el origen de los restos. Este policía explicó que durante el estudio de la hoguera los restos fueron depositados en sobres y cajas para ser trasladados a dependencias policiales y proceder a su análisis.

"No había tensión en el ambiente", reveló el agente, que agregó que todos las personas presentes en ese momento dedicadas a la investigación "eran conscientes" de que el escenario "podía ser relevante". La hoguera "no fue manipulada, no fue removida" con un palo que estaba cerca y que se examinó a pesar de que "no era de relevancia para los hechos" que se estaban investigando, explicó el agente, quien recordó que se recogieron "todos los restos óseos hallados", en mayor parte de pequeño tamaño y en un "estado delicado".

Tres de esos restos habían sido acotados previamente, y también fueron fotografiados. Con su estudio ulterior se pretendía "determinar si eran de origen humano o animal", explicó uno de los agentes que testificó ayer, que describió algunos de los huesos de entre cuatro u ocho centímetros y "con forma de vértebra", además de dientes.

Preguntado por la ubicación de los restos óseos, una vez recogidos ante la presencia de Bretón, fueron trasladados a las dependencias de la Brigada de la Policía Científica, "donde se quedaron en el despacho del jefe de la brigada, cerrado con llave". Se trata de una sala a la que únicamente tienen acceso los miembros de la brigada. Esas muestras quedaron "debidamente precintadas y custodiadas" hasta que fueron analizados por la perito antropóloga, y una vez acabado el análisis, el día 11 de octubre, fueron trasladados a Sevilla.

El agente evocó que -con esos restos ya guardados en las instalaciones policiales- regresó al día siguiente a Las Quemadillas, donde siguiendo instrucciones de la forense Josefina Lamas realizó la cuadrícula sobre la hoguera para dividirla para su estudio. En el análisis, el agente recordó ayer que la especialista "desechó restos que no fueran de tipo óseo", como alguna piedra o trozos de carbón. "Pero óseos no se descartó ninguno", remachó el policía. "Eran sólidos, pero debido a la combustión muchos de ellos estaban carbonizados y si se tocaban con algo duro se desprendían partículas", precisó.