Editorial: Por un pacto sin exclusiones
LOS primeros pasos del Pacto por Andalucía propuesto por el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, han resultado esperanzadores. Lógicamente, hay que enfriar el optimismo, puesto que las negociaciones en sí mismas ni siquiera han comenzado, pero es importante que el prólogo que ha supuesto el encuentro de ayer entre Griñán y el presidente del Partido Popular, Juan Ignacio Zoido, se haya abierto con buen pie. Al fin y al cabo, se trata de los dos partidos mayoritarios y su actitud ha de pesar como ninguna otra en la posibilidad real de que el pacto se materialice para bien de la comunidad autónoma, que atraviesa una crisis inusitada y necesitada de consensos. La reunión de los máximos dirigentes del PSOE-A y PP-A, que se prolongó durante hora y media en el Palacio de San Telmo, fue cordial y sincera, y ambos líderes se esforzaron por el acercamiento. Una de las conclusiones fundamentales del encuentro fue que el Pacto por Andalucía ha de plantearse sin exclusiones y con plena disposición a no enquistarse en posiciones partidistas, sino, por el contrario, a hacer concesiones y propiciar acuerdos que no vayan contra nadie y sí a favor del interés general de los andaluces, que en esta coyuntura se centra en la articulación de medidas e iniciativas que ayuden a reactivar la economía andaluza, empezar a salir de la crisis y crear empleo, la prioridad de las prioridades para toda organización política, social y económica con implantación en Andalucía. A este respecto conviene atender la petición del partido Unión, Progreso y Democracia de participar en las conversaciones, ya que, aunque carece de representación en ayuntamientos y diputaciones, es la primera fuerza política extraparlamentaria, por encima del Partido Andalucista, que sí ha sido invitado. Se trata de sumar, en cualquier caso. Dentro del talante incluyente manifestado ayer por socialistas y populares, también se acordó que el pacto fuera creciendo de abajo arriba, para lo que se crearán mesas de expertos sobre los distintos temas a debatir e incluir, quedando la última palabra en manos del Parlamento andaluz como órgano representativo de la voluntad de los ciudadanos. Es innegable que esa voluntad se orienta hoy por hoy hacia la consecución de un gran acuerdo anticrisis que no será posible sin superar los planteamientos partidistas y sin que los agentes políticos dejen de pretender aplicar enteramente sus respectivos programas. Veremos en las próximas semanas si todos los protagonistas están a la altura de las circunstancias y son capaces de alcanzar el consenso perseguido. Los andaluces difícilmente perdonarían que ésta fuera, una vez más, una oportunidad perdida.
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