Algunos términos previos, Yolanda: esto no es una declaración de amor y no quiero que faltes en el sentido físico del concepto. Estoy seguro de que conocerás la magnífica canción del eterno Pablo Milanés. Te imagino incluso en tus tiempos mozos con humo asambleario, tinto peleón, litronas y refrescos en minoría, escuchándola con otras piezas comunes de esos formatos (que si Aute, que si Sabina, que si, quién sabe, Kiko Veneno) y te imagino porque yo me recuerdo en esas. Pues, Yolanda, tengo la impresión de que, si nos faltaras en esta próxima ocasión, no íbamos a morirnos. Y lo digo con cierta morriña, me comprenderás bien. Debo ser uno de tantos que tendrían que sentirse cercanos a lo tuyo por lo social, por lo comprometido, por lo combativo y que huyen, despavoridos y hastiados, del tocomocho que nos ha castigado.

Sumar has sumado, al menos, partidos –clásicos, como la disciplinada Izquierda Unida; efectistas, como las izquierdas periféricas; útiles para las cuentas, como Más País, y un sinfín de chicuelos que se ven en los carteles–, pero lo de los votos, Yolanda, es harina de otro costal. Deberías haber impulsado el espacio que lideras antes para adelantar la frialdad quirúrgica que has tenido ahora con Irene e Ione (más las menos presentes, pero igualmente inconvenientes, Ángeles (Rodríguez Pam) y Victoria (Rossell), de la iglesia de Pablo).

Tienes tirón y un punto de coherencia que Peter no ha conocido ni en los buenos sueños que conciliara, si acaso, antes de Podemos, y, sin duda, otro punto de inteligencia y pragmatismo del que tus todavía compañeras de gobierno por la cuota morada originaria simplemente carecen. Pero, discúlpame, Yolanda, no hay nada que hacer. Peter se lo llevará todo: lo bueno de lo electoral, porque te birlará votos naturales que irán al voto útil, y lo malo, porque es inútil que lo haga, aunque lo hará, ya que, incluso con la exposición febril de su figura que nos empacha, el hundimiento es inevitable (y ganado a pulso). Tendrás cierto papel, discreto, en los sitios grandes, alguno donde Izquierda Unida tenga historia y relato, un poquitín en las provincias periféricas hartas de los sermones de Iglesias y se acabó. Treinta y pico cortos con mucha suerte, Yolanda. Insuficiente, aunque Peter se mueva en los cien que Feijóo y sus tontadas con Vox pueden regalarle.

Yo no te votaré Yolanda (es un decir, porque aquí tendría que dárselo al secretario general del PCE, ahí es nada), pero no es culpa tuya. Lo sería si hubieras cedido a la presión de Pablo o si no hubieras sido firme, hasta frente a Peter, en los ERTE y el SMI. Pero no tendrás mi voto porque quiero que esto cambie, incluso a mi pesar, porque el destrozo de este tipo es brutal y tú le sumarías. Y más que restarle, necesitamos tippex, Yolanda. Pero te diré algo que no he dicho aún: tienes mi respeto y eso es una base. Veremos qué erial deja.

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