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El bombo y los problemas de su reflejo

  • En un partido aburrido y soso, la sustracción de material a Incondicionales por parte de la seguridad de la entidad provoca más la ira de la afición ante la familia González

Cuando el equipo necesita más el apoyo de la grada y la unión debe ser la base principal, en este Córdoba suceden siempre cosas que se encargan de crispar cada día más los ánimos de una afición herida, como sucedió ayer con Incondicionales, que harán huelga indefinida de animación, según anunciaron en un comunicado. El bombo del sector de animación de Fondo Sur molestaba en el palco -así informó el colectivo-, por lo que fue requisado en el descanso tras un primer aviso.

Fuentes del club cordobesista garantizaron a la conclusión del encuentro que la retirada del bombo fue debido a que el Director de partido de LaLiga lo apuntó en su informe, ya que el reflejo cegó durante algún momento a varios jugadores del Numancia y además interfirió en el plano máster de la retransmisión de televisión. Sea como fuese, esto no sentó nada bien a gran parte de la afición, que pidió la marcha de la familia González más efusivamente. Sea por X o por Y, parece claro que no es el camino de la unión y del reencuentro con el cordobesismo, sino el de todo lo contrario. Las formas deben cuidarse, algo que últimamente parece que no se hace en la entidad blanquiverde.

El desencuentro entre la grada y los rectores que mandan en el club cada día es mayor. Algo que va a más con cosas como las de ayer. Sin bombo, no hubo animación ni ruido, lo que se traduce en menos apoyo a los que están en el verde, que son los que lo necesitan, y mucho, para salir de esta mala situación de un campeonato que no ha dicho aún su última palabra. Sin embargo, la entidad parece que está pensando en el futuro, como se demostró con la presentación del jueves de Álex Gómez y el proyecto de cantera. Casualidad o no, tres días después, Sebas Moyano debutó con el primer equipo en Segunda División.

Dejando a un lado el futuro, lo realmente importante para todos es la permanencia. Objetivo básico y que no era el deseado por el club, que aspiraba a más, si bien su gestión hizo que esto no pueda ser ya posible. De hecho, la realidad es la que marca el devenir del campeonato y ahí se ha demostrado que el CCF no puede aspirar a nada más que no sea salvar la plaza en Segunda. Algo que el cordobesismo de verdad, no el que se dedica a celebrar goles del Athletic o del Real Madrid, como se pudo comprobar en el coliseo ribereño, sabe lo que es pasarlo mal en Segunda B.

Pero aún hay tiempo para encarrilar una permanencia que no está asegurada ni mucho menos y que costará mucho amarrar. No hubo tercera victoria seguida en casa porque el Numancia cortó el buen ritmo de los últimos partidos. Ayer los presentes en el estadio, los algo más de 11.000, según recoge la LFP, pudieron sestear durante buena parte del encuentro. Sin ocasiones y sin la mordiente ofensiva necesaria, con lo mucho que hay en juego, el partido fue de esos para no ver. Quizás por ello muchos decidieron quedarse en casa y sobrellevar mejor así la digestión. La hora del encuentro no acompañaba tampoco mucho. Con la comida prácticamente en la boca y sin tiempo para una copa o el café, según guste en cada casa, sólo los fieles acompañaron a un equipo que estuvo faltó de muchas cosas, algo que se vio a los ojos de todo el mundo, como los de Miguel Ángel Portugal o Txiki Berigistain, que acudieron ayer al estadio cordobesista.

Quizás la intensidad y la confianza en sí mismo palían a veces las grandes lagunas de esta plantilla, que necesita de su afición siempre. De todos. Hasta de los que tienen su bombo. Sí, un elemento que sirve para mucho. La historia del bombo tuvo su miga, la que no tuvo un partido insulso y para olvidar.

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