Córdoba

Los 100 años de Electromecánicas

  • Pasado y presente de la urbanización conviven gracias al trabajo conjunto de sus vecinosl Una muestra rinde homenaje a la industria del cobre que aún forma parte de su identidad

1. Los vecinos Diego Merino, Antonio de la Cueva, Josefa Merino, Mariano Trillo y Ángeles Merino. 2. La antigua escuela del barrio aún conserva la estructura original. 3. Ejemplo de los nuevos modelos de construcción de las casas de la calle Califato. 4. Josefa Merino mostrando el refugio de guerra subterráneo. 5. La plaza Electro Mecánicas es uno de los lugares más simbólicos para los vecinos.

1. Los vecinos Diego Merino, Antonio de la Cueva, Josefa Merino, Mariano Trillo y Ángeles Merino. 2. La antigua escuela del barrio aún conserva la estructura original. 3. Ejemplo de los nuevos modelos de construcción de las casas de la calle Califato. 4. Josefa Merino mostrando el refugio de guerra subterráneo. 5. La plaza Electro Mecánicas es uno de los lugares más simbólicos para los vecinos.

Uno de los barrios emblemáticos de la ciudad de Córdoba celebra su centenario. Se trata de Electromecánicas, conocido popularmente como la Letro. Estos cien años han dejado muchas historias que contar, desde su fundación a manos de la empresa de cobre Secem hasta hoy, cuando el barrio se ha convertido en una urbanización que, en palabras de los vecinos más veteranos, "ahora mismo está irreconocible". Concepción Sánchez, presidenta del Consejo de Distrito y vecina de toda la vida, señala cómo "la fisionomía del barrio ha ido evolucionando, al igual que nuestra forma de vida. Sin duda, los cambios los notamos aquí y en el resto de la ciudad".

Residentes como Antonio de la Cueva o Rafael Lozano coinciden en que "el barrio está irreconocible, ha habido un 100% de cambios", a la vez que recuerdan los tiempos en los que pertenecía a Secem, que "daba todo lo que necesitábamos, aunque es verdad que no se podía tocar nada", cuenta Antonio.

A pesar de los cambios físicos y sociales que ha sufrido la urbanización, aún quedan vestigios del espíritu de unidad de tiempos anteriores. Mariano Trillo explica que "antes éramos todos una piña, una familia grande", algo en lo que coinciden todos sus compañeros. "Hemos pasado de dividir las casas con una línea de alambre a poner muros altos", se quejan Concepción y María Pérez, "aunque aún nos salimos en las noches de verano a tomar el fresquito y charlar entre nosotros". De hecho, es gracias a la planificación de la Asociación de Vecinos Turruñuelos que se siguen celebrando reconocimientos a la ciudadanía, jornadas con actividades para el barrio e incluso viajes a municipios como Espejo, en los que disfrutan de "peroles con un chorizo muy rico".

Las mujeres también jugaban un papel muy importante en el barrio, aunque la mayoría de los trabajadores de la fábrica eran hombres. Ejemplos como el de María Pérez ilustran que todos participaban en el desarrollo económico y social. "Antes era complicado hacer cosas, pero yo tenía un local de verduras dentro del mercadillo del barrio", negocio que no pudo mantener cuando se cerró el economato, aunque eso no le impidió seguir con su labor en otro local.

Los vecinos también cuentan que "los domingos había muy buen ambiente, teníamos el campo de fútbol y un cine de verano". Hoy, ese espacio es el parque de Miralbaida, uno de los barrios colindantes que nació de forma posterior y en el que se ubica el Centro de Mayores, donde la mayoría de los vecinos que vivieron los comienzos de la urbanización pasan su tiempo de ocio. Actualmente, muchas de las casas han sido vendidas o heredadas por personas más jóvenes "que no han vivido siempre aquí" y, aunque todos señalan que "se vive un ambiente muy tranquilo, especialmente en la parte del barrio viejo", se puede apreciar que se está perdiendo memoria de historias individuales y colectivas que marcan la identidad de un lugar y una época irrepetibles. Por eso, desde el centro se promueven actividades en las que los vecinos y el barrio son los mayores protagonistas, fomentando la unidad y la convivencia.

Sin duda, Electromecánicas es un ejemplo de cooperación vecinal y adaptación a los nuevos tiempos. Con las diferencias entre "el barrio de los pobres" y "el barrio de los ricos" superadas, desde el habitante más joven al más longevo sabe valorar los lugares emblemáticos de la zona, como la antigua escuela o la plaza. Además, en el barrio viejo se puede observar el contrates entre las casa que mantienen su estructura original, como la de Diego Merino, y las que han sido modificadas, como la de la familia de Pablo Ballesteros, que necesitaba "una casa grande en la que nos visite desde mi abuelo Ambrosio hasta mi sobrino Bernardito". Cuentan incluso con una calle, San Rafael, en la que los vecinos se han puesto de acuerdo en no aparcar para así "tener espacio y poder sentarse con el buen tiempo, que está llegando".

La plaza Electro Mecánicas, situada en la Avenida de la Fábrica, es señalada como el lugar más emblemático por los vecinos, en la que se puede ver que mayores y jóvenes comparten un espacio que es de todos. A pesar de las obras y reformas sufridas, cuenta con la presencia de la iglesia y el parque, convirtiéndose en un punto de encuentro idóneo para cualquiera de los residentes y visitantes. Josefa Merino, que sí trabajó en la fábrica, vive cerca de este punto, aunque apunta que "donde mejor se vive es en el barrio viejo, es el más tranquilo". El tiempo ha conseguido derribar las barreras sociales que separaban estos dos sectores, "antes las reformas siempre se hacían antes en las casas de los ricos, teníamos que cederles los sitios hasta en la cola del mercado", señala Concepción, "pero ahora somos iguales, todo es de todos y no hacemos distinciones".

Para los veteranos, anteriormente la plaza del Eucalipto servía como lugar de reunión, hasta la construcción del Centro de Mayores donde pueden compartir mañanas y tardes en las que no faltan juegos y charlas.

Una de las reivindicaciones de toda los vecinos es que el resto de ciudadanos, en palabra de Mariano Trillo, "no se olviden de este barrio y de su importancia", ya que, a pesar de que conecta con otras zonas "estamos rodeados de carretera y eso a veces nos aísla". Aún así, esto no les priva de toda la historia latente entre sus calles y casas, que fueron testigos de tiempos en los que "te multaban por cualquier cosa" o en los que eran necesarios refugios de guerra, aún parcialmente visibles aunque se encuentren integrados en las propias casas.

Además, como reflejan nombres de algunas calles como Federico Ledoux o la propia Avenida de la Fábrica, el barrio debe gran parte de su identidad a ésta. "La fábrica es lo mejor que ha pasado en todo Córdoba", afirman algunos, "se creó una convivencia extraordinaria y todo el mundo se implicaba en las celebraciones". Muchos de ellos aún conservan objetos y documentos, desde elementos de trabajo hasta sus primeros contratos, y los han cedido con gusto a la muestra que se puede ver en la Diputación. "Nos emocionamos al ver nuestras fotos, la fábrica se merece el reconocimiento", señalan antiguos trabajadores que, incluso hoy, se saludan con el número de ficha y se interesan por la actualidad de la fábrica Cunext.

Afortunadamente, el paso de los años no debilita la convivencia, sino que enriquece y revitaliza la zona con nuevos inquilinos dispuestos a formar parte de una comunidad que rema en la misma dirección: mantener la motivación de todos los vecinos y promover nuevas actividades que acerquen a las personas que comparten lugares comunes y permita una convivencia tan tranquila como la que se tiene hoy por hoy. Por lo tanto, todos los residentes están "abiertos a todo el mundo que quiera venir" dado que su mayor ilusión es ver Electromecánicas crecer con los "valores y la ética" que promueven día a día "procurando dar ejemplo".

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