Desde la ribera

Francisco J. Domínguez Fjdominguez@eldiadecordoba.com

Toros en Cataluña

CATALUÑA está cerca de quedarse sin corridas de toros, cerca de la sinrazón, cerca de cargarse una tradición de un plumazo, cerca de acabar con una cultura inigualable. Inexplicable. Pero a la Fiesta -con mayúsculas- le vendrá bien. Aunque los aficionados catalanes tengan que emigrar a Francia, a Aragón o a Valencia para disfrutar con este gran espectáculo, al toreo le viene bien esta hola de antitaurismo militante instigado, respaldado y encubierto por los manejos de una clase política nacionalista que sólo busca enfrentramiento entre Cataluña y España, como si no fueran lo mismo. Y le viene bien a la Fiesta porque los aficionados a los toros recuperarán el pulso de su amor a las corridas, incrementarán sus fuerzas para defender a capa y espada un patrimonio único exportado a Francia y Sudamérica. Y los que no son aficionados pero que se sienten españoles y que aman esta cultura propia e intransferible sumarán y se acercarán a los toros para evitar semejante atropello. Todos los diarios llevaban ayer en portada la noticia y la mayoría se posicionan en editoriales y artículos a favor de la Fiesta y de la libertad -porque al final hablamos de libertad-. Sólo desentonan los típicos progres de pose que se creen que esto del antitaurinismo es algo del siglo XXI, algo muy moderno. Como si Eugenio Noel (1885-1936), antitaurino memorable y con argumentos culturales, tuviera ahora 25 años.

Ayer me decía un compañero de los medios de comunicación que cómo en España hemos llegado a tal grado de descentralización y de autogobierno en las autonomías que una serie de políticos puede plantearse ya hasta dirigir no sólo el grueso de los destinos de una región, sino también su moral, su ética, su comportamiento, su identidad. Hasta dónde hemos llegado si ahora resulta que un Parlamento autonómico tiene potestad para prohibir algo con unos argumentos hipócritas sobre el maltrato del toro cuando todos sabemos que el trasfondo es puramente nacionalista. ¿Es que han dejado ellos de comer paté y de sacrificar cerdos entumecidos para elaborar butifarra? Hay todo un catálogo de demagogias para contraponer argumentos y dejar al aire las vergüenzas de quienes levantan la bandera del antitaurinismo y llaman asesinos en sus pancartas y manifestaciones -¿podría ser delito?- a quienes disfrutamos del toreo.

Pero es que la última de los antitaurinos y de los catalanistas que abogan por el fin de la Fiesta se centra en que el toreo está en crisis, en que hay más de 2.000 toros en las dehesas que se han quedado sin vender, en que cada vez menos gente va a las plazas. Y es verdad, pero es que están tan obcecados por su vano argumentario que aún no se han dado cuenta de que estamos en crisis. Sus errores y su propaganda son la mejor defensa de la Fiesta.

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