la tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

Mensajes de ultratumba

NO voy a contar nada sobre Iker Jiménez, tampoco de alguno de sus invitados, y eso que el título lo merece -y algunos de los invitados también lo merecerían, por méritos más que evidentes-. Tampoco voy a escribir sobre la supuesta estafa de Anne Germain, que el horno no está para bollos. La cosa va de 2.0, aunque yo me pregunto si no iremos ya por el 18.0, por la velocidad y la novedad. El otro día leí una noticia que me dejó un tanto intranquilo, extrañado, incrédulo, estupefacto, qué sé yo, y eso que a estas alturas del partido ya es difícil que una noticia te provoque tal avalancha de sentimientos, que curtidos estamos. La noticia en cuestión contaba que un experto informático había diseñado un programa para que tu cuenta de twitter permaneciera "viva", generando tuits, una vez que hubieras fallecido. Mejor hablemos de estos temas en tercera persona, que da un poquito de repelús. El artículo también se refería a las reticencias y posibles problemas que se pueden presuponer y deparar, desde el punto de vista legal, ético y hasta estético, así como de las reglas internas de la propia red social. En cualquier caso, es fácil encontrarse con perfiles de amigos o conocidos que siguen estando "activos" a pesar de haber fallecido su creador. En Facebook es muy fácil encontrarlos, seguro que usted conoce algún caso concreto, o varios. Pero, claro, son perfiles que ya sólo se "alimentan" con las aportaciones que puedan realizar los visitantes. Hoy mismo he visitado un perfil con esas características, y sus amigos aún hoy le siguen escribiendo en el "muro" -al difunto-. El caso que hoy nos ocupa da un pasito más al frente, o varias zancadas, como usted prefiera, ya que no se trata de cerrar o no un perfil de una red social, se trata de que siga estando "vivo" gracias al trabajo previo desarrollado por el propio usuario antes de morir. Si se detiene un instante a pensarlo, el asunto tiene pantalones, como se suele decir.

Directo al grano. Porque yo me pregunto: ¿qué tipo de mensajes vas a dejar escritos estando aún con vida para ser enviados/leídos cuando estés muerto? O lo pregunto de otra manera: ¿qué escribir en un mensaje que se va a publicar cuando hayas muerto que no te atreves a publicar cuanto aún estás vivo? Partamos de la premisa de que esta aplicación está diseñada para personas que saben perfectamente que van a morir pronto, quiero pensar por salud e inocencia mental, porque si está preparada para cualquiera y se activa una vez que has fallecido el asunto ya me parece dantesco y hasta algo repugnante -por ser suaves-. Pensemos en posibles mensajes y destinatarios. Escribir tus emociones, sincerarte y decirle a una o varias personas lo mucho que las quieres, me parece un poco extraño y hasta fuera de lugar, ya que lo lógico es que lo hagas en vida, que ese tipo de sentimientos cuando se comparten y se expresan -en directo- se disfrutan con mayor intensidad. Otra cosa es por adorno, que también podría entenderse, aunque tengamos claro que le regalaremos un sofocón añadido al destinatario. Si es para ajustar cuentas, para decir todo aquello que siempre pensaste y nunca te atreviste a decir a la cara, a viva voz, lo siento mucho pero me parece una auténtica cobardía, además de un signo de rencor evidente e impresentable. O como lo conocemos vulgarmente: puñalada trapera por la espalda.

También puede que haya quien se tome estos mensajes de ultratumba como la única y minúscula posibilidad de arañar un trocito de eso que llamamos eternidad, aunque no puede estar más equivocado o engañado quien así lo crea. Si necesitamos permanecer fingiendo que seguimos estando es que no hemos logramos, ni remotamente, el objetivo. O para desvelar un gran secreto; qué gran tragedia vivir a medias. Si las denominadas redes sociales se caracterizan por algo es por su dinamismo, por la interactividad que se desarrolla entre sus usuarios, por tratarse de un proceso vivo y actual. Esta aplicación, sin embargo, plantea justamente lo contrario. No, no me interesa lo más mínimo. En primer lugar, porque si me la plantease como una opción es porque mi fecha de caducidad se acerca, y por el momento la quiero intuir muy lejana, y cruzo los dedos -y miro a ambos lados antes de cruzar la atestada avenida de la vida-. Pero más esencial, ya comparto mis emociones y sentimientos con quien deseo, de forma abierta y explícita. Y, sobre todo, no tengo cuentas que ajustar. Para lo bueno y lo malo, vivo al día. Con lo justo, pero al día, incluso en paz. No es poco.

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