IMAGINEN por un momento que a los de Córdoba y a los de Almodóvar, un poner, nos da llegado el caso por proclamar la independencia: La República Almodovariana de Córdoba. Redactada una Constitución, dos estados soberanos establecemos, en plenitud de nuestra capacidad de decidir, el reparto de competencias de cada uno y la creación un gobierno conjunto para los asuntos de interés común.

Eso se llama federalismo.

Imaginen por un momento que, como los de Córdoba somos más y tenemos autobuses y una empresa de aguas propia, decidimos que, en fin, lo de poner los huevos en la misma cesta está muy bien pero que vamos a diferenciar claramente que nosotros, los capitalinos, como aportamos más vamos a mandar más en nuestras cosas que los de Almodóvar en las suyas.

Eso se llama federalismo asimétrico.

Como quiera que no tenemos del todo claro que las cosas vayan a funcionar, redactamos una lista cerrada de poderes. Oigan, los de Almodóvar su agua, los de Córdoba la nuestra. Nuestros autobuses, sus autobuses. A final de cada mes, echamos cuentas y aportamos una cantidad común para la defensa nacional -la frontera de Los Mochos siempre fue territorio caliente-, para el cuerpo diplomático y el cura. A partir de ahí, cada cual lo suyo. Los de Córdoba tenemos nuestro Código Penal y los de Almodóvar, ídem.

Eso se llama federalismo dual.

Como quiera que los constituyentes de la República Almodovariana de Córdoba piensan en el bien común, reunidos en asamblea popular, deciden poner en marcha iniciativas donde los poderes de uno y otro se mezclen. Sus municipales y nuestros municipales son, en realidad, la misma cosa.

Eso se llama federalismo cooperativo.

Imaginen ahora que, por razones de índole interna, Córdoba y Almodóvar -entes soberanos antes de su unión- consideran que deben mantener la mayor parte de sus poderes soberanos dejando una capacidad muy limitada al gobierno conjunto.

Eso se llama una confederación.

Ahora, haciendo política ficción, vuelvan a imaginar. Los de Córdoba y los de Almodóvar hacen las mismas cosas, duplicadas, caóticas. Como los de Córdoba hablan con vocales abiertas y, encima, tienen más chalés, reclaman aportar menos al conjunto del Estado Almodovariano. Los de Almodóvar, por su parte, han montado una televisión, su propia diplomacia y un FBI para ellos solos. A su vez, los cordobeses estimamos que, como somos más, para nosotros se quedan los dineros generando un lío de narices. Villarrubia, Encinarejo y El Higuerón reclaman la situación de estado libre asociado, que es como irse de casa y comerse los tupper de cocido de la madre.

Pues eso viene a ser España.

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