Cultura

Un libro desvela las claves de la convivencia con el Magreb

  • El arabista Juan Castilla publica 'A propósito de mis vecinos', una obra llena de curiosidades sobre la cultura y las tradiciones de las familias marroquíes en España

La cultura magrebí, tan próxima y cercana, es al mismo tiempo una completa desconocida para los españoles. Muchos granadinos desconocen, por ejemplo, que lo que ellos consideran motivos ornamentales en las paredes de la Alhambra son, en realidad, bellísimos poemas tallados sobre la piedra. Hay un recelo ancestral hacia la gente que viene desde el norte de Marruecos. Y ese recelo es, precisamente, el que el arabista Juan Castilla ha querido derribar en su último libro, A propósito de mis vecinos (Claves para convivir con la otra orilla), publicado en la colección Ultramarina de la editorial Almed. Uno se enriquece conociendo a los demás.

Juan Castilla narra en un estilo ágil, ameno, conciso y directo los avatares de una familia que se encuentra de pronto con unos nuevos vecinos: una familia marroquí. Mientras el marido mostrará recelos y echará mano de todos los viejos tópicos que existen sobre los moros, la esposa comenzará a sentir curiosidad por los nuevos inquilinos y sus costumbres. Poco a poco irá descubriendo que del Magreb procede una cultura riquísima, unas tradiciones muy similares a las españolas, un gastronomía exquisita y una música diferente. Descubrirá que la cultura árabe está llena de curiosidades.

"La idea de escribir este libro, que está destinado a la gente corriente, no a los expertos", comenta Castilla, "surgió de la necesidad de explicar una cuestión básica: el miedo a conocer al otro nos lleva a no intentar acercarnos. No queremos tener ni la más mínima aproximación. Y en los momentos actuales tenemos que admitir una realidad: cada vez llega a España más gente de la otra orilla y no estaría de mal concienciar a la sociedad sobre ese fenómeno. Todos tendremos que aprender a convivir unos con otros".

El libro está plagado de curiosidad y revelaciones, como el hecho de que el cus-cús era el plato por excelencia en Al-Ándalus hasta la llegada de Felipe IV, en que se prohibió por las intransigencias religiosas de la época. O que nada tienen en común lo árabe con lo musulmán ya que, por ejemplo, los iraníes son musulmanes, pero no son árabes, sino persas, como persa es el idioma que hablan, aunque esté escrito con los caracteres árabes. Otro dato curioso es que la población musulmana más numerosa no es árabe, sino indonesia, o que no todos los árabes son musulmanes, como sucede con las comunidades cristianas de Egipto, Líbano o Iraq.

"Se trata de un libro hecho para la gente sencilla de la calle, para que entiendan muchos conceptos que son ahora totalmente desconocidos", explica Castilla, autor de libros como La Granada andalusí.

Pero ¿no existe el riesgo de que una gran población inmigrante intente imponer su modo de vida en España? Ésa es una pregunta que se hace mucha gente corriente. Castilla es tajante: "Hay un sector de esa población inmigrante que no aprecia lo que algunas instituciones hacen para que su integración no sea traumática, como poner horarios especiales en época del ramadán o el esfuerzo del Gobierno para atender sus necesidades". "Quizá es porque vienen de un sitio en el que no pueden ser tan reivindicativos y llegan a una sociedad en la que todo se puede reivindicar. Hacen aquí lo que no podrían hacer en su propio país. Pero son una franca minoría. No es extensible a la mayoría de la población magrebí que vive en España".

¿Por qué se es tan xenófobo con el magrebí en España? El arabista es igual de tajante y directo: "El libro trata de dar respuesta a esa pregunta. Es curioso, pero según diversos estudios estadísticos, cuando se habla de inmigrante, el ciudadano medio lo asocia inmediatamente al magrebí. Cuando se mira a otros países, se habla, sin embargo, de extranjeros, pero no de inmigrantes o sin papeles. Es algo que está más asociado al nivel económico que a otra cosa: a nadie se le ocurre llamar moro a un jeque árabe. Y nadie es racista con un jeque árabe. Nadie es racista con un futbolista como Zidane, que es bereber, por ejemplo".

Mucha gente comienza a hacerse también una pregunta: ¿sería bueno aprender árabe? Para Castilla, sería positivo: "Más que estudiarlo a fondo, lo que sí sería necesario es una asignatura que fuese un compendio de lengua, historia y cultura, sólo para comprender parte de nuestra historia y de nosotros mismos".

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