Cultura

Gutiérrez Solís retrata en 'El orden de la memoria' las perversiones del éxito

  • El escritor cordobés describe las turbias aficiones de un triunfador en una novela con estructura de puzzle y mezcla de géneros que acaba de llegar a las librerías publicada por la editorial Destino

Eloy Granero, presidente de unos grandes almacenes, portada ocasional de alguna revista, suele "hacer y decir lo que la gente espera que haga y diga". Pero, bajo su aspecto "comedido y templado", el propietario de este emporio esconde turbias aficiones: la más inocente de ellas, posiblemente, consiste en telefonear a una agencia de contactos y demandar la compañía de la chica "número treinta y seis". A través del inventario de perversiones de este triunfador, Salvador Gutiérrez Solís desmonta en su novela El orden de la memoria (Destino) la idea de que quien encarna "la maldad, la violencia y lo negativo" lo hace por sufrir unas desafortunadas circunstancias sociales, personales o económicas.

El creador de la serie del novelista malaleche, colaborador de el Día, retrata en su nueva obra esta trastienda del éxito con un estilo sobrio, "un ejercicio de economía para que la narración fuese simple, ligera, visual, que no hubiera espacio para el adorno o la reflexión", una estructura de puzzle donde van encajando las piezas y una mezcla de géneros. "Es complejo encasillar el libro", valora el narrador, para quien El orden de la memoria posee "elementos de novela negra, de novela psicológica, de novela urbana...". El conjunto, en todo caso, asombra por las múltiples conexiones que mantiene con la actualidad: en el relato se habla "de la economía, de desapariciones de chicas y de cerdos", entre otros asuntos. "Sólo me ha faltado poner a Obama y Carla Bruni para que se crea que soy un aprovechado que escribió el libro en dos días, algo que no ha ocurrido", bromea Gutiérrez Solís. La redacción de la obra tuvo un carácter "bipolar": existe un primer armazón que tardó poco tiempo en escribir, y posteriormente realizó ese ejercicio de economía que dio como resultado "una estructura arquitectónica simple y visual".

Con El orden de la memoria, presentada ayer en Sevilla, el escritor ha dado en la diana: ya no hay rastro, asegura, de esa insatisfacción que sentía antes al poner fin a los proyectos, cuando encontraba algunos desajustes entre la idea inicial y la narración terminada. El autor advierte que sus pasos por la senda de la narrativa son ahora "más largos", un avance al que han ayudado las creaciones precedentes. "Todas las novelas anteriores han sido como mi época en el gimnasio, mi entrenamiento", porque, sostiene, "el gran placer de la literatura es el aprendizaje".

La estructura de la obra es "un homenaje" a Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, premio Cervantes en 2008. El escritor catalán "representa la figura del narrador capaz de contar historias", según el cordobés. Además, la utilización de citas a lo largo de la obra como ya hiciera Marsé es otra señal de homenaje, aunque Solís aclaró que no lo hace como un decálogo, "sino que cumplen un papel fundamental en la obra, pues aportan información importante para el desarrollo de la misma".

Juan Marsé y el norteamericano Bret Easton Ellis se encuentran entre las predilecciones de un escritor que, a la hora de confeccionar sus personajes, asegura que sigue nutriéndose de los "de carne y hueso". Así es su nuevo protagonista, un millonario cuya vida se ha distinguido por el éxito y el poder, hasta que recibe un sobre con una fotografía cuya imagen reconoce al instante, ya que guarda relación con un hecho del pasado que nunca pudo olvidar: por terrible y porque, de conocerse, podría cambiar radicalmente su vida.

Granero es "ambiguo", según Gutiérrez Solís, porque "hace lo que no quiere, vive como no desea, se encuentra en lugares que no pretende". Incluso esto se observa en el aspecto sexual, pues "a pesar de sus matrimonios, presenta una fobia hacia las mujeres y siente predilección por los modelos masculinos para sus negocios".

El cordobés, que en su obra precedente se ha distinguido por indagar en innovaciones formales, con juegos metaliterarios y títulos como La novela de un novelista malaleche o Guadalajara 2006 -sobre la célebre Feria del Libro de Guadalajara, en México, que ese año estuvo dedicada a Andalucía-, afirma que no se considera innovador ni experimental, "sino evolutivo". En El orden de la memoria no se habla ni una palabra de literatura, pero sí es una novela metaliteraria por los recursos estructurales empleados.

En el currículum de Gutiérrez Solís también figura El sentimiento cautivo, finalista del premio Fernando Lara. El cordobés ha sido traducido a varios idiomas y ejerce la crítica literaria en diferentes publicaciones.

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