El Córdoba depende de sí mismo para entrar en el play off y, por tanto, pelear por el ascenso a Primera División. Era el objetivo y ahí está, a tiro de piedra, después de sufrir en los últimos meses para terminar con un sprint final que, de momento, es inmaculado. Pero falta un punto en la última jornada para olvidarse de lo que pudiera pasar en otros campos. Y el conjunto blanquiverde tendrá que buscarlo ante un Almería que se juega la vida, que busca la permanencia en disputa precisamente con el Mallorca (también con la Ponferradina). Un equipo, el balear, al que tumbó Florin Andone en su último partido de la temporada antes de emprender el sueño de la Eurocopa con Rumanía.

El tanto del rumano y una nueva lección de sobriedad defensiva liderada por un gigante Razak en los momentos calientes bastaron para aniquilar a los baleares, sin capacidad para controlar los nervios de una situación que nunca imaginaron. Llegarán al epílogo liguero en zona de descenso y sabiendo que necesitan el favor de otros, entre ellos el CCF, para seguir en el fútbol profesional. Un detalle importante que debieron olvidar algunos de sus jugadores cuando, tras el pitido final, trataron de digerir el disgusto persiguiendo a un Florin que tuvo que coger el túnel de vestuarios escoltado por compañeros y técnicos. Ni eso enturbió al killer, que se marchó con una sonrisa iluminando su rostro, sabiendo que todo había salido a pedir de boca, tanto en el Iberostar Estadi, que era lo primordial, como en otros escenarios a los que ya no habrá que mirar siempre que el equipo haga sus deberes y cierre la fase regular puntuando. Deberá hacerlo en El Arcángel, que ya está preparado para vivir otra tarde de gloria llevando en volandas a los suyos.

Desde hace tiempo, los experimentos quedaron a un lado en el Córdoba, que encaró el encuentro con la misma seriedad que los anteriores. Es la imagen que ha venido dando el equipo desde que se quedó sin margen de error y la que debe mantener en la final -o finales- que le depare el futuro. De momento, una el sábado ante el Almería. Una cita a la que el conjunto de Oltra llegará lanzado con una serie de tres triunfos consecutivos, los dos últimos con la portería a cero, y con el alivio de haberse quitado con un par de alegrías los sinsabores caseros que tanto enturbiaron el recorrido del curso. Eso ya no importa tanto como el hecho de haber recobrado la fortaleza en las acciones a balón parado, desde donde nació el 0-2 en Miranda y el tanto de ayer en Palma. O la competividad que transmite el colectivo. O la seguridad que poco a poco ha ido dando Razak, que una vez confirmada la marcha de Florin a la Eurocopa pasa a centrar la incertidumbre porque está convocado por Ghana para otros dos partidos de clasificación para la Copa de África. Con ellos o sin ellos, el CCF ya se ha ganado el derecho a depender de sí mismo en el cierre del campeonato regular. Es la situación anhelada, pero hay que abrocharla.

Y hay que hacerlo como el equipo ayer ató un triunfo vital. No era momento de florituras. Por eso, pese al buen hacer en Miranda, Oltra recuperó a Rodas y Deivid para cerrar la defensa, y a Caballero para hilvanar el juego en la medular y, sobre todo, marcar el ritmo del partido. Porque ante un rival que no podía esconder su temor ni cuando trataba de estirarse era clave mantener el tipo. El Mallorca quiso empezar jugando por fuera, con laterales profundos e interiores tirados al centro, lo que junto al empuje natural del que se juega la vida dibujó un primer cuarto de hora de cierta inquietud.

El Córdoba no conseguía manejar la pelota con soltura y eso provocada salidas sin mucho control de los baleares. Había que recuperar el orden, que llegó a raíz de la primera aproximación con cierto peligro: una acción individual de Florin que atajó Cabrero en dos tiempos. Desde entonces, el control de la situación pasó a ser de los visitantes, que empezaron a manejarse con más soltura que su enemigo. Sobre todo cuando en un saque de esquina encontraron el gol que les ponía el partido de cara.

Quedaba una hora, pero parecía que el partido estaba para finiquitarlo. El Mallorca se fue al verse por debajo y empezó a desquiciarse con protestas al colegiado que sólo beneficiaban a un Córdoba que tuvo que esperar al minuto 39 para ver trabajar por primera vez a Razak, tras un tiro blando de Salomao. Ese ataque desordenado de los bermellones abría espacios para asestar el golpe definitivo a la contra, pero ni Fidel ni Florin acertaron a dar continuidad a la salida para inquietar a Cabrero.

Tras lo visto en la primera mitad, estaba claro que Vázquez tenía que buscar un revulsivo. Y lo encontró en Brandon. El partido había cambiado, pues en apenas tres minutos ya el Mallorca había pisado más el área de Razak que en los 45 anteriores. La intensidad local hacía que la pelota apenas le durara un suspiro al Córdoba, que empezó a hacerse la idea de que le iba a tocar defender su ventaja en campo propio. Era el momento de tirar de temple y posesión, pero el físico no respondía y el panorama se iba nublando por momentos. Cierto es que los locales apretaban sin morder, pero la incertidumbre de un marcador... Aveldaño, tan dañino en tareas defensivas como inocente en ataque, acumuló un par de remates a balones colgados desde las esquinas.

Sin claridad en sus arrancadas, el Mallorca quedó ya entonces a expensas de un milagro que apareció con un tiro de Ortuño que entre Razak y el larguero dejaron en nada, apareciendo de nuevo el ghanés al tiro en el rechazo de Brandon. Oltra empezó a ajustar piezas para proteger el botín, y su portero hizo el resto para dejar el 0-1 en el marcador y dar tres puntos de oro. La estrategia no pudo salir mejor. Tras ocho jornadas fuera, el Córdoba llega a la última con el play off en su mano. Falta un punto que llegará el sábado. ¿Alguien lo duda?