Liga adelante

Que no termine la noche (0-3)

  • El Córdoba duerme en los puestos de 'play off' tras vencer en Anduva en una segunda mitad brillante y efectiva. Oltra cambió el ritmo con la entrada de Víctor Pérez y noqueó al Mirandés.

Hay momentos que uno no quiere que se acaben nunca. Son esas instantáneas que se quedan labradas a fuego en la cabeza, martilleando cada dos por tres, normalmente para bien. Ese primer beso, ese primer viaje, esa última conversación con el ser querido antes de coger el camino hacia el más allá, esa noche bajo la luz de la luna... mirando y mirando la clasificación deseando que nada se mueva. Porque el Córdoba vuelve a estar en zona de play off, entre los elegidos para jugar la postemporada y pelear por el ascenso a Primera División. Bien es cierto que no es una posición definitiva, incluso podría ser efímera si hoy puntúa el Zaragoza en Huesca o gana el Oviedo al Leganés. Pero al menos alarga la vida de los blanquiverdes en su carrera a la desesperada por alcanzar el objetivo, merced a una victoria más trabajada de lo que puede extraerse del resultado final y en la que tuvo mucha culpa José Luis Oltra. Al César lo que es del César. Porque tras una primera mitad de ida y vuelta que no convenía nada a los intereses de su equipo, el técnico buscó equilibrio y temple con Víctor Pérez, liberó a Markovic y esa apuesta que pudiera ser conservadora al pasar a jugar con sólo un punta se convirtió en la ecuación perfecta para lograr una cómoda goleada que lleva al CCF hasta la sexta plaza. Quedan dos capítulos más, pero el triunfo garantiza que, pase lo que pase el domingo en Palma, el cordobesismo vivirá una última jornada de infarto con la promoción en juego.

Con las condiciones de Anduva y el estilo de ida y vuelta que propone el Mirandés, Oltra dejó claro de inicio que no quería ver a la última línea cerca de su área. El objetivo era estar juntos para reducir espacios y apretar al balón para contrarrestar ese peculiar 3-3-3-1 local que ofrece tanta superioridad en ataque cuando tiene la posesión como huecos en defensa cuando la pelota cae en los pies del rival. Y, aunque de primeras Álex García se erigió en un martillo pilón sobre el flanco defendido por Stankevicius, el Córdoba se mostró intenso e incisivo, como queriendo dejar patente quién se jugaba más en esta batalla. Robaba pronto, ganaba las segundas jugadas y percutía con facilidad por la banda de Fidel. Con todo, Florin protagonizó la primera ocasión clara... ¡tras un córner en contra! El rechazo de Pedro Ríos provocó una pelea del delantero rumano con Sangalli, al que superó antes de que su zurdazo se fuera por un pelo a la derecha del poste de la meta de Raúl.

Con un ritmo vertiginoso que propiciaba imprecisiones constantes, las transiciones por fuera con Fidel y Ríos provocadas por el juego a un toque dibujaban un panorama optimista para el Córdoba, aparentemente cómodo sobre este escenario gracias a su solidaridad en el esfuerzo y ese puntito de energía necesario ante cada balón dividido. Pero con el paso de los minutos, el Mirandés reaccionó, ajustó líneas y conceptos, y empezó a manejar el encuentro con cierto peligro. Álex García seguía haciendo del flanco izquierdo una autopista, aunque fue un error en la salida de Markovic el que permitió la primera oportunidad clara de los burgaleses; Néstor Salinas disparó desde la frontal a un palmo del poste izquierdo del portal de Razak. El susto dio paso a una fase de control local, con numerosas llegadas ante un equipo que se diluyó cuando se sintió exigido, sobre todo por la dificultad de los extremos para ayudar atrás, lo que partía las líneas y relanzaba a los burgaleses.

Pese al contratiempo de la lesión de Álex Ortiz tras una carrera con Florin, Abdón Prats y Eguaras acariciaron el gol en dos llegadas por el costado de Cisma, demasiado solo por la dificultad de Fidel para mirar hacia la portería propia. Incluso un córner de Alain Oyarzun tocó el poste por fuera para hacer despertar al Córdoba en los minutos previos al intermedio. De nuevo con balones constantes a los costados, con Markovic soltándose para pisar área, a los blanquiverdes les faltaba encontrar a sus rematadores, demasiado aislados. Así, las últimas opciones de remate fueron de Luso tras sendos saques de esquina; en la primera su cabezazo se marchó desviado, en el segundo murió en las manoplas de Raúl, que dejó el 0-0 inamovible antes de que los equipos enfilaran los vestuarios.

Parecía claro que pese al oasis del arranque, lo que estaba viendo no gustaba un pelo a Oltra. El partido requería más control de la situación por parte del único equipo con algo en juego. Por eso, el técnico retiró a Xisco -el delantero pidió el cambio por molestias, según luego apuntó el valenciano en sala de prensa- y dio entrada a Víctor Pérez, que de inició notó la inactividad de tres meses con un par de pérdidas. Ahí quedó la cosa. Poco a poco, el temple del manchego sirvió para parar la locura en la que tan bien se mueve el Mirandés, y la movilidad y desparpajo entre líneas de Markovic hicieron el resto para que el caos llegara al cuadro burgalés. Porque en su primera acción como enganche, el serbio ya facilitó un disparo franco a Florin en una transición en tres toques iniciada por Pedro Ríos, aunque luego el pie de Raúl evitó que el balón llegara a la red.

El Córdoba ya estaba mucho más cómodo sobre el verde. Con más gente por detrás del balón, reduciendo los espacios entre líneas, el Mirandés caía una y otra vez en la trampa con pérdidas que facilitaban la salida visitante. Sin frescura mental ni física, los locales se fueron diluyendo y terminaron bajando los brazos tras el 0-1, que llegó poco después de una acción en la que Florin abusó de conducción con varias opciones de pase. Todo lo contrario a lo que hicieron tanto Ríos como Markovic para acabar viendo la posición de Fidel, que a banda cambiada, no perdonó para abrir la lata. Oltra pidió cabeza en plena celebración, consciente de que lo más difícil ya estaba hecho. Ahora tocaba esperar en campo propio, manteniendo la intensidad, y defender como oro en paño el portal de Razak ante un equipo que, la verdad, tampoco ofrecía demasiados argumentos que pudieran poner el peligro el marcador. Muchos envíos al área, constantes llegadas por fuera, alguna que otra combinación interior, pero todo sin maldad, sin esa sangre que se le nota a los equipos que aún se juegan la vida.

Pero con un resultado tan corto, la incertidumbre siempre está ahí. Por eso había que cerrar la faena, bien en una contra como la que entre Fidel y Cisma quisieron poner a Florin -no llegó por un pelo a un envío algo adelantado del sevillano- o en una jugada a pelota parada. Y así fue. Tras mucho tiempo sufriendo en contra este tipo de acciones, por fin salió de cara. Domingo mandó a la red un córner pésimamente defendido por el Mirandés y sentenció un duelo que poco después rubricó Raúl de Tomás con el tercero. Quizás mucha diferencia para lo visto. Lo importante más que los tres goles son los tres puntos que dibujaron una noche de esas que uno no quiere que termine. El Córdoba está otra vez en play off, el lugar del que no debió salir nunca y en el que desea estar al final de la fase regular.

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