Tenerife-córdoba · la crónica

Y el gofio se hizo 'bola' (1-1)

  • Tras sufrir en la primera mitad, el Córdoba regala otros dos puntos al final por un fallo de concentración en defensa. El equipo sólo pudo competir en el primer tramo del segundo acto.

Desde la época de los aborígenes guanches, el pueblo canario tiene como parte fundamental de su dieta el gofio, una harina de cereal que al principio servía poco menos que para sobrevivir y hoy integra platos de alta cocina. El alimento en sí, para los que llegan a las islas, apetece por el hecho de probar algo típico del lugar, pero no deja de caer soso. Parece difícil que la expedición del Córdoba lo incluyera en su menú, pero visto lo visto... Porque la chispa que ha llevado a la zona de ascenso a los blanquiverdes sólo se dejó ver durante el primer tramo de la segunda mitad. Ni antes, en un primer periodo en el que ya fue bienvenido el empate sin goles; ni después, pues otra vez se tiró descaradamente atrás para mantener la renta y terminó regalando dos puntos por un fallo individual de concentración en los minutos finales. Igual que ante el Huesca una semana antes para alargar a tres las jornadas sin conocer la victoria y firmar una serie de cinco puntos de 15 que, pese a todo, lo mantienen segundo en la clasificación. Sin embargo, más allá de cuándo llegó el gol chicharrero, la lectura que hay que hacer del partido es más profunda, y enfoca directamente al cómo se fraguó todo. 

Después de la primera mitad, con balón, firmada en la cita anterior en El Arcángel, Oltra decidió que era el momento de buscar lo mismo a domicilio. No importaba que el equipo recuperara gente con un perfil distinto ni había que mirar los fiascos de las dos últimas salidas. El plan no era malo. La ejecución, sí lo fue, aunque en más de una ocasión apareció una versión mixta entre el pasado y el futuro que anhela el técnico. Con Víctor repitiendo como patrón, el equipo salió con la idea de acumular posesión, aunque el estilo de Florin obligara de vez en cuando a lanzar en largo. Todo muy bonito sobre el papel, pero que se desvaneció a los siete minutos. Como ya ocurriera en el viaje anterior, la primera ocasión del rival hizo temblar las canillas a los jugadores hasta quedar caídos sobre la lona. Esta vez fue Razak el que sostuvo al bloque con vida. Primero ante un Omar que aprovechó el agujero que de vez en cuando surge por el costado de Stankevicius, pero tuvo respuesta en la manopla derecha del ghanés. Luego, de forma casi consecutiva, los cabezazos de Germán y Jorge tras dos acciones a pelota parada murieron en las manos del portero y el larguero. Sufrimiento. 

El Córdoba estaba perdido. Sin balón, le costaba, entre otras cosas porque el once estaba diseñado para otra cosa. Ah, y que conste que no todo debe caer en el debe de Víctor. No es problema de hombres, sino de ideas. Con todo, el Tenerife, con muy poco, era dominador, aunque cada vez le costaba más llegar. Y eso que contó en muchas ocasiones con una ayuda extra: un arbitraje calamitoso, de esos que te van sacando poco a poco del partido y que, a decir verdad, aunque empezó teñido de casero, al final compensó. Por malo, no porque se lo propusiera. Entre sus errores, un penalti de Deivid a Aurtenetxe y un fuera de juego de Florin cuando encaraba a Dani Hernández que no era por un metro. Con el partido así, Razak tuvo que vestirse de nuevo de héroe para sacar el chutazo de Omar y dejar el marcador inicial al descanso. 

El Córdoba salió con otra cara, mordiendo un poco más, dejando el balón a un lado y dedicándose a esas transiciones rápidas con los cuatro de arriba que tan buen resultado le han dado. Eso y la menor fogosidad local dibujaron un choque distinto. Xisco y Florin, con dos disparos sin fuerza desde la frontal, pusieron las primeras picas en la estadística. El despertador había sonado y por fin había señales de un aspirante a todo sobre el verde. Una doble pared de Fidel y Xisco permitió un nuevo remate del balear que no pudo superar a Dani Hernández, que empezaba a acumular intervenciones. Era la mejor noticia, pues el partido al menos se jugaba en campo contrario, por mucho que los insulares lo probarán tras otro córner con un testarazo alto de Germán. Pero faltaba atinar. Y el acierto llegó tras otro saque de esquina y con una contra mortal de Florin -lleva ya seis tantos-, que definió a la perfección. Diana a la hora de juego. ¿Y ahora, qué? Pues vuelta al estilo de las segundas partes. 

Con la ventaja en el marcador, el Córdoba pasó a replegarse en campo propio, a jugar con las líneas más juntas y minimizar espacios. Había que proteger a Razak mientras el Tenerife movía fichas para buscar al menos el empate empujado por su gente. Tomás Martínez probó al meta ghanés con un zurdazo casi sin ángulo y Oltra decidió que era el momento de guardar la ropa. Quitó primero a un desgastado Víctor que se estaba jugando la segunda amarilla y luego a Nando, tocado, para al final prescindir de Xisco y reforzar la medular con Rafa Gálvez. Era el cambio que todo el mundo pedía, pues faltaban apenas cinco minutos. Sin embargo, lo primero que hizo el cordobés fue dormirse tras un córner y facilitar el empate de Nano rompiendo el fuera de juego. Otro error individual y otros dos puntos al garete. Y todavía pudo ser peor si en otro despiste y ya en el alargue el autor del gol chicharrero controla bien en el área. Hubiera sido muy duro de digerir. Como ese gofio que te comes sin ganas cuando vas a Canarias porque es lo típico de allí. Mejor tirar con lo conocido...

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